"El crimen perfecto del franquismo tiene los días contados"

Han tenido que transcurrir más de setenta años para que cientos de crímenes comiencen a tener justicia. La puerta abierta ayer por el magistrado Baltasar Garzón llenó de esperanza a las familias de los enterrados en fosas comunes durante la guerra y los aciagos años de la dictadura que están desperdigadas por toda España. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) recibe esta decisión como un espaldarazo a su desinteresada labor de dar una sepultura digna a miles de asesinados. "Ayer se dio un paso para que el crimen perfecto del franquismo deje de serlo".

(EFE)

Exhumación de una fosa común en Pinilla de la Valdería (León).

Emilio Silva no pudo evitar la emoción cuando el abogado de la asociación que preside le comunicó la decisión de la Audiencia Nacional de investigar las desapariciones de la Guerra Civil (entre 180.000 y 90.000, según distintos historiadores). "La justicia reconoce la labor que durante años llevamos haciendo, buscando a nuestros familiares en fosas abandonadas junto a las cunetas de cientos de carreteras", comenta Silva.

Este esfuerzo comenzó hace ya ocho años en Prianza del Bierzo (León), donde fue asesinado su abuelo el 16 de octubre de 1936. "Se lo debía a él, a mi abuela -a la que nadie preguntó si perdonaba-, a mi padre -que con diez años tuvo que ponerse a picar en una carretera para ayudar a la familia- y por tantos otros represaliados". Desde entonces, un pequeño grupo, "comenzamos cuatro arqueólogos, dos forenses y unos pocos familiares", comenzó a desenterrar la cruel y reciente historia de España. "A pesar de que a muchos no les guste, ésta es la historia real de nuestro país y la Transición no puede condenarnos a la ignorancia y el olvido", afirma Silva.

Y es que precisamente el olvido y la ignorancia sobre ese capítulo del pasado es lo que para Silva se ha pretendido establecer desde la instauración de la democracia. "Forma parte de un diseño político elaborado en los primeros años de la Transición". Y ejemplos, hay muchos: "Es ilógico que el organismo de Derechos Humanos forme parte del Ministerio de Asuntos Exteriores en un país con cuarenta años de dictadura y también resulta un poco decepcionante que Zapatero visite Mauthausen pero ningún presidente se ha dignado a acudir a ninguno de los 174 campos de concentración que hubo en España, y donde también murieron muchos españoles".

La colaboración de las instituciones públicas es lo que persigue la ARMH desde su constitución. "Que el Estado se haga cargo de las exhumaciones de cadáveres y de la investigación de los crímenes. Estamos en una situación judicial sin precedentes, porque durante mucho tiempo se nos ha dicho a las familias de los asesinados que nosotros investigáramos los crímenes y localizáramos los cadáveres". En los últimos años, algunos expertos han cuestionado la capacidad económica del Estado para hacerse cargo de estas labores, "pero eso es absurdo, porque países como Guatemala, Argentina o Bosnia han hecho esta labor ya. ¿No lo va a poder a hacer un país de la UE?", se pregunta Emilio Silva.

"La Iglesia ha jugado una doble moralidad"

Tampoco han encontrado la mano tendida de la Iglesia Católica en esta labor. "Ejerce la doble moralidad de la víctima y el verdugo: cuando se tramitó la Ley de la Memoria Histórica, pidió que no se removiera el pasado, pero a los dos meses canonizó en El Vaticano a cuatrocientos eclesiásticos asesinados durante la Guerra Civil". Ahora, por orden judicial, las casi 23.000 parroquias de toda España tendrán que facilitar las listas de los enterrados en fosas comunes.

Silva cree que con estas diligencias iniciadas por Garzón "comenzará a saberse la verdad" de lo que ocurrió. No persiguen desde su asociación la búsqueda de responsables, "pero los hay en muchos pueblos, viviendo en las casas de sus víctimas, cuyas familias pasan por la puerta todas las mañanas". Lo que quieren es justicia, que la Ley de Amnistía del 77 no sea un 'punto y final' en el que se ampare la impunidad de los verdugos y se obligue a todos a olvidar. "No se puede amnistiar los genocidios, ni en Argentina, ni en Chile, ni en Ruanda, pero tampoco aquí, en España, aunque a algunos les pese en la conciencia".