Un gran toro de Cebada, protagonista de una feria tradicionalmente torerista

Almería.-  Se fue la feria de Almería, cuyo dato más importante para el recuerdo es el impresionante espectáculo de un bravísimo toro de Cebada Gago, y de paso el error del presidente que no quiso indultarlo.

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(EFE)

El diestro José Pedro Prados "El Fundi" dando un pase con el capote a su segundo toro de la tarde durante la corrida celebrada el pasado día 25 en el coso taurino de Almeria, durante las fiestas en honor a la Virgen de Mar.

Un acontecimiento todavía más explosivo por darse en una feria eminentemente torerista, donde no hay tradición de indulto. Hubiera sido el primero en la historia de esta plaza, y va a ser difícil que se presente otra oportunidad tan clara.

De nombre "Pinturero", castaño claro de capa, marcado con el número 125, y que dio en la báscula 515 kilos. Esas son las referencias del toro al que mandó quitarle la vida el usía sin atender el clamor de la plaza en demanda del indulto.

Inolvidable estampa de bravura, mil veces descrita por todos con satisfacción y amargura a la vez por lo que supone no haber obtenido el perdón para "el cebadagago". Por eso en cierto modo hablar del toro ahora es como un lamento generalizado. Un toro para hacer de nuevo, con él sólo como semental, una ganadería entera.

Torero, ganadero y público no dejan de expresar su desacuerdo con la decisión del presidente ese día lunes, 25, fecha del "suceso", descrito con lujo de detalles por todos los medios de comunicación nacionales y locales, generalistas y especializados: al toro le birlaron la vida. Así de claro.

Un toro muy potente, al que "El Fundi" hizo también la faena más potente del ciclo, como no podía ser de otra manera para recordarlos ahora juntos.

Ahí están en la memoria, "El Fundi" girando sobre los talones en un palmo, poderoso y con cadencia, firme y muy relajado al tiempo, acariciando las incontenibles embestidas del bravo, que iba y venía "abriéndose" en cada desplazamiento sin dejar de estar pendiente siempre de una arrancada más, y "empujando" los engaños por abajo, haciendo "el avión" a los pies del torero. Magnífica conjunción en una obra de trepidante ritmo y entusiástica pasión. El toreo en todo su esplendor.

Así que se puede decir que "salió el gordo" nada más empezar la Feria. No se trata de desmerecer los triunfos que vendrían después, pero ni mucho menos se admiten.

Un "Fandi" -ojo, que no "Fundi", a pesar de que a estas alturas no haría falta la advertencia- rey en "lo suyo", que contentó a su legión de fieles partidarios con una faena de polvareda y sinceridad a un toro de "Fuente Ymbro" que tuvo también buen "motor", aunque le restó escarbar mucho entre series. "El Juli", mezcla de raza y magisterio. Y el local Ruiz Manuel con una faena de técnica y estilo para codearse con los de arriba. Son los otros tres nombres de Puerta Grande que ha tenido la Feria.

Manzanares brilló fuerte pero sin redondear, igual que "Morante", que en lo bueno estuvo muy bien, pero arrugándose cuando pintaron bastos. Bolivar aprovechó la buena condición de uno de sus toros en la emotiva corrida de Cebada. "Finito", a medio gas, aunque para muchos fue demasiado. El esperado José Tomás no hizo sino mostrarse como uno más, es decir, sin resolver lo imposible, aunque encandiló con un trasteo simplón de muchos "efectos especiales". También Liria nadó a favor de corriente en la despedida.

"El Cid", Cayetano Rivera, Torres Jerez, Ponce, Perera, Gallo y López Chaves, sin toros, podían haber hecho algo más. Igual pasó con el rejoneador Hermoso de Mendoza, único de su especialidad en la Feria. De los novilleros, Miguel Tendero triunfó, no tuvo suerte Alejandro Carmona, y peor le ocurrió al mexicano "El Payo", herido.

Poco más se puede decir. Que la mayoría de los premios están sobrevalorados, con la aquiescencia del "palco" -cambiante en sus arbitrarias decisiones, pero sobre todo fácil- y fundamentalmente por la generosidad del público almeriense, que siempre mira lo que ocurre en el ruedo con muy buenos ojos.

Conviene, no obstante, dejar cada cosa en su sitio: no mezclar la falta de sensibilidad del presidente por aquella nefasta decisión y por su ligereza y manga ancha en otras actuaciones, que en nada benefician a la imagen de esta tierra, con el carácter abierto y amable de sus gentes, siempre en consonancia con el equilibrio y la delicadeza.

Almería, sí, es generosa y sensible en su pasión por lo taurino, pero es también y sobre todo entendida. No se vaya a confundir el gesto de recibir a los toreros ovacionándoles al finalizar los paseíllos, o la opípara merienda entre el tercer y cuarto toro de todas las corridas, como muestras de rendidas complacencias. Es sencillamente el reconocimiento afectuoso de los almerienses por su afición favorita.

¡Qué agradable el espectáculo de los toros en esta plaza! Almería, la del mar y el cielo en la misma e intensa tonalidad, presta una luz inaudita, pero en realidad es el talante de su gente lo que ilumina tan esplendorosamente la corrida.