Un vídeo sólo para privilegiados

MADRID.-  La manía del vídeo no es cosa sólo de internet. Quien tiene la imagen posee la cosa. Y como sabe cualquier programador de TV nada alimenta más el morbo que las imágenes de los alrededores de una tragedia. Si además su acceso es exclusivo, como rotulan tantas televisiones y medios, su taumaturgia enciende el ego de quienes las ven. Por eso no es de extrañar que Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (Aena) haya premiado con ese privilegio al rey, al presidente Zapatero y a medio Gobierno, así como a la presidenta madrileña Esperanza Aguirre, al alcalde Gallardón y a un sinfín de colaboradores. A todos menos al juez responsable de la investigación, que ha tenido que reclamarlo.

(EFE)

Bomberos en el lugar del accidente.

Aena se escuda diciendo que se lo envió un día después del siniestro de Spanair a la policía judicial y que se trata de un caso de incomunicación entre investigadores y juzgado. Pero no es excusa. Da igual si entregó o no el vídeo cuando debía. Aena debería ser más respetuosa con las víctimas, con la investigación y con los ciudadanos. El vídeo de las operaciones de los aviones es un documento técnico, no una curiosidad ni un entretenimiento. Y, por supuesto, nunca debe ser un privilegio. Si se entiende que puede ayudar a esclarecer los detalles del siniestro debe estar al alcance de todos los ciudadanos, y no sólo de los políticos. De lo contrario, se deben tener en cuenta las ansias de información y el respeto a los familiares, y las necesidades de la investigación.

Es el último episodio de una gestión lamentable en la comunicación de una tragedia. La transparencia informativa ha perdido frente a la política del morbo. Sabemos pocas cosas del accidente de avión que ha costado la vida a 154 personas, primero porque hace falta tiempo para investigar los hechos, también por la escasa información aportada por la compañía Spanair, después por la manipulación sensacionalista de algunos medios y siempre por la falta de transparencia oficial en España.

España es uno de los pocos países europeos que no tiene una ley de acceso a la información. El resultado es la falta de transparencia de la Administración y la capacidad de manipulación informativa de los políticos. En la tragedia del vuelo JKK 5022 hemos visto de nuevo a los políticos exagerando gestos y decisiones inútiles, apropiándose de un protagonismo que no les corresponde y que sólo busca beneficios en la política de la imagen. Responsabilidades de gestión, como siempre, pocas.

Las empresas, privadas como Spanair, o públicas como Aena, siguen siendo deficitarias en la gestión de la comunicación de las crisis. La lucha de los políticos por acaparar protagonismo lo empeora todo. De nuevo hemos visto al Gobierno y a la Comunidad de Madrid de Esperanza Aguirre pelear por el protagonismo seguidos por el presidente canario Paulino Rivero, que no se recató en la comunicación de detalles en una rueda de prensa en La Moncloa sin respetar antes a los familiares de las víctimas.

Y los medios también deben reflexionar. La lejanía del lugar del accidente y la prohibición del juez de la emisión de vídeos que pudieran atentar contra la intimidad de las víctimas evitó excesos, pero la carrera por ofrecer más minutos de emisión, más páginas, más actualizaciones informativas ha profundizado en ocasiones más allá del retrato legítimo del dolor sin aportar datos de valor informativo.

Escasez de información y exceso de gestos, redundancia y ruido mediático y político. Consecuencias de tragedias sobre las que sigue siendo conveniente reflexionar para alcanzar una sociedad más transparente, mejor informada y respetuosa con el dolor sin ocultarlo.