Las empresas convirtieron los alrededores del circuito en un gran escaparate

Valencia.-  El Gran Premio de Europa de Fórmula Uno atrajo a decenas de empresas que aprovecharon la gran afluencia de público para crear un gran escaparate y repartir en torno al circuito publicidad de portales de internet, empresas de helados, reparación de vehículos, diarios e incluso espectáculos que ni siquiera se celebrarán en Valencia.

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(EFE)

El piloto brasileño de Fórmula Uno Felipe Massa, de la escudería Ferrari, se coloca en primera posición en el Circuito Urbano de Valencia (España), el 24 de agosto de 2008, durante el Gran Premio de Europa de Fórmula Uno.

Más de 110.000 personas vieron en directo la carrera y todos ellos, antes o después, debían pasar por las calles que rodean el circuito, que empresas, asociaciones u organismos oficiales han convertido en un lugar estratégico para dar a conocer sus productos.

Los más austeros se conformaron con repartir folletos, aunque los hay que utilizaron en sus propagandas los motivos, colores y la jerga propia de la Fórmula Uno impresos en caramelos o abanicos que repartían jóvenes ataviados normalmente con camisetas de color naranja.

Las tácticas de promoción fueron variadas, pero los abanicos y los palmitos han sido los reclamos más buscados por la gente que paseaba por las inmediaciones del circuito, seguidos por los sombreros de paja.

Otros decidieron ofrecer algo más que sirva al anunciante para atraer hacia si las miradas de los aficionados. Es el caso de un nuevo portal de internet que ha organizado un concurso de fotografía entre los aficionados cuyo ganador conseguirá un ordenador portátil.

El truco está en colgar los trabajos de los participantes en su página web para que los visitantes puedan votar su fotografía preferida, con lo que se aseguran aumentar las visitas a su portal de internet dedicado a agilizar los procesos de contratación de las pequeñas y medianas empresas de construcción.

Las instituciones públicas quisieron aprovechar el momento para promocionar la ciudad y la Comunitat y, para ello, han colocado una oficina de turismo fuera del circuito donde se ofrece todo tipo de información, mientras que un grupo de jóvenes realiza encuestas a los aficionados sobre sus lugares de origen y su previsión de gasto.

También los negocios hosteleros y los establecimientos de la zona se beneficiaron de la aglomeración de gente, aunque los dueños de algunos locales han reconocido que competir contra la carrera es mucho más difícil que hacerlo contra unos entrenamientos por lo que la afluencia de clientes era menor que el sábado.

Los bares de la zona cumplieron sus previsiones y en uno de la calle JJ Dómine se vendieron ayer 180 litros de cerveza y un centenar de latas.

A primera hora de la mañana, muchos aficionados llenaban los bares y terrazas de la zona para ver la final de baloncesto de los Juegos Olímpicos de Pekín en la que competía la selección española contra la de Estados Unidos, pero, tras el partido, la gente comenzó a acceder al circuito tras abandonar los bares.

Los puestos de venta de productos oficiales de la escudería de Fernando Alonso han recibido menos visitas porque, según explican las encargadas de las tiendas, los aficionados aprovecharon el día de ayer para comprar gorras (a treinta euros) y camisetas de Renault (a 44), sobre todo, para regalar.

Otro negocio que se ubicaba en los alrededores del circuito era el de la reventa de entradas, muchas de las cuales se ofrecen a la mitad de su precio en taquilla a pesar de que hoy ya no tenían que competir con los precios oficiales, puesto que el sábado se agotaron las entradas para el Gran Premio.

Sin embargo, no todos querían vender a toda costa. En la mañana del domingo todavía se podían encontrar revendedores dispuestos a no perder "ni un duro" de la inversión inicial por lo que ofrecían las entradas al mismo precio que las adquirieron.

Un joven vendía ocho bolígrafos a cuatrocientos euros cada uno y regalaba una entrada con la compra aunque tenía asumido que iba a ver la carrera con sus amigos desde la grada porque su competencia en la reventa ofrecía a doscientos euros entradas que valían 375 en taquilla.