Cariz político al final de la polémica visita del Dalai Lama a Francia

París.-  Un encuentro con la primera dama francesa, Carla Bruni-Sarkozy, que le transmitió el "saludo" del jefe de Estado, y con los titulares galos de Exteriores y Derechos Humanos marcó con un sello político las horas finales de la polémica visita del Dalai Lama a Francia, seguida con gran atención por China.

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(EFE)

De izquierda a derecha: la secretaria de Estado gala de Derechos Humanos, Rama Yade (i); el ministro de Asuntos Exteriores francés, Bernard Kouchner, el Dalai Lama, y la primera dama francesa, Carla Bruni-Sarkozy, hoy durante la inauguración de un templo budista en Roqueredonde (Francia).

China podrá lograr la "respetabilidad" en el seno de la comunidad internacional y ser "aceptada" por ésta sólo si "marcha hacia la democracia" y tiene "autoridad moral", dijo el líder espiritual del Tíbet, según relató a medios locales el monje budista Matthieu Ricard tras la reunión con el jefe de la diplomacia francesa.

Es, a su juicio, la única "buena solución" para China y para el Tíbet, agregó el monje.

Señaló que "Su Santidad" se declaró preocupado por la "grave" situación en el Tíbet y la represión "extremadamente brutal" de China, "en paralelo" a los Juegos Olímpicos de Pekín.

Kouchner se limitó a decir que el Dalai Lama es "siempre bienvenido en Francia", tras la cita celebrada después de la inauguración por el líder tibetano del templo budista de Lérab Ling en la localidad sureña de Roqueredonde ante unas 2.000 personas, incluida la esposa del presidente galo, Nicolas Sarkozy.

Carla Bruni-Sarkozy fue acogida por el líder espiritual del Tíbet ante el templo, adornado con una estatua de siete metros de Buda, que le puso en torno al cuello el tradicional echarpe blanco tibetano de bienvenida. Kouchner y la secretaria de Estado de Derechos Humanos, Rama Yade, también lucían el echarpe.

El encuentro privado fue el único contacto del Dalai Lama con miembros del Gobierno en su visita "espiritual" de dos semanas, que concluye mañana, en un momento en que Francia trata de mejorar las relaciones con Pekín tras el caótico paso de la llama olímpica por París y las condiciones relacionadas con el Tíbet que Sarkozy puso inicialmente a su presencia en la apertura de los Juegos.

Las autoridades chinas, que en julio habían advertido de "graves consecuencias" para las relaciones bilaterales si Sarkozy se hubiera reunido con el líder espiritual tibetano, dijeron esta semana en París que maneje "con prudencia" el tema "sensible" del Tíbet.

En vísperas de que Sarkozy acudiera a la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Pekín, el Elíseo había hecho saber que no recibiría al Dalai Lama, pero que su esposa asistiría a la inauguración del templo de Roqueredonde por el líder tibetano.

Según la Presidencia francesa, el Dalai Lama no había pedido reunirse Sarkozy, al considerar que no era un momento oportuno al coincidir con los Juegos de Pekín.

El Dalai Lama, que se describe como "semi jubilado", indicó hoy ante Kouchner, según el monje Ricard, que el Parlamento tibetano en el exilio se reunirá el mes próximo y decidirá "quizás nuevas opciones para presentar" al Gobierno chino.

Ese Parlamento debatirá sobre si, en vista de la situación actual, es preciso "clarificar ciertos puntos" para presentarlos a Pekín en una reunión que podría celebrarse en octubre entre representantes del Dalai Lama y el Gobierno chino, agregó.

Para el Dalai Lama, le toca a ese Parlamento decidir, de una forma "democrática", sobre el futuro del Tíbet y "las etapas prácticas que podrían darse" en ese sentido.

Según el monje, el líder espiritual tibetano dijo que "su combate y el de su pueblo" no es "contra China sino por la justicia, porque un pueblo oprimido por una nación muy poderosa es algo moralmente inaceptable".

Sobre esa base -agregó- sigue apreciando "la forma en que Francia, desde los trágicos acontecimientos de marzo, ha intentado apoyar ese combate" y espera que pueda continuar.

Era una referencia a la sangrienta represión por China de las manifestaciones en el Tíbet en marzo pasado.

En declaraciones ayer a "Le Monde", el Dalai Lama denunció que desde el comienzo de esos disturbios, el 10 de marzo, 400 personas murieron por disparos "sólo en la región de Lhasa" cuando se manifestaban "sin armas", y que el pasado lunes el ejército chino volvió a disparar contra la gente al este del Tíbet.

El Dalai Lama, que defiende una "verdadera autonomía, no una autonomía a la china" para el territorio, dijo que el diálogo con Pekín no ha dado ningún resultado hasta el momento.