"Que se nacionalice todo lo que se privatizó". Las palabras del presidente Hugo Chávez no dejan lugar a dudas. Comunicaciones, petróleo, electricidad, siderurgia, banca y ahora la industria cementera. El Estado venezolano quiere que los sectores estratégicos del país, que fueron privatizados en la profunda recesión que vivió Venezuela en los años noventa, vuelvan a sus manos. La mayor parte de las empresas que mueven los hilos en los sectores estratégicos han estado controladas durante casi dos décadas por empresas extranjeras -la mayoría de EEUU- en un país cuyo principal motor es el petróleo, y donde la industria autóctona independiente de los hidrocarburos ha brillado por su ausencia. En dos años, el panorama se ha dado la vuelta. El último sector en unirse al club de empresas estatales ha sido el del cemento. De nada han valido los intentos de resistirse. En estos casos, solo queda ser un buen negociante para lograr un acuerdo suculento que deje a todos contentos.
El ministro de Energía saluda a los trabajadores de Cemex.
Cemex Venezuela, filial de la mexicana Cemex, la tercera compañía cementera del mundo, lo sabe bien. Durante 60 días, -el plazo que Venezuela dio para sacar adelante las negociaciones con las cementeras- Gobierno y empresa han tirado de la cuerda para salirse con la suya.
Con la suiza Holcim y la francesa Lafargue no fue tan difícil. Los 819 millones de dólares (en total), han sido suficientes para llegar a un acuerdo más que amistoso, pero Cemex pedía hasta 1.300 millones por sus activos, una cantidad que el Gobierno venezolano no estaba dispuesto a desembolsar. Según el ministro de Energía y Petróleo, Rafael Ramírez, Cemex Venezuela cuesta 400 millones. He aquí el desencuentro.
Primero se habló de expropiación. Es más, fue un anuncio del propio Gobierno, que en Cemex observaron con cautela. El Gobierno mexicano no tardó en entrar en el litigio. Para México, Cemex ha recibido un trato discriminatorio en las negociaciones. En una entrevista concedidad al diario El Nacional, el embajador mexicano en Venezuela, Mario Chacón aseguró que el gobierno del presidente Felipe Calderón vigilará con atención cada medida que Venezuela aplique para tomar las riendas de la cementera.
Y es que, a pesar de que todas las nacionalizaciones se llevaron a cabo a través de acuerdos amistosos que dejaron contentas a todas las partes (según estimaciones de la prensa, Venezuela ya lleva gastados 10.000 millones de dólares en la adquisición de los sectores estratégicos), este tipo de medidas no están bien vistas en el exterior. Así, el Ejecutivo ha querido quemar sus últimos cartuchos y ha aplazado la firma del decreto de expropiación, que estaba previsto que saliera adelante ayer por la tarde. En vez de eso, el Gobierno venezolano se deshizo en excusas para argumentar su decisión. "Cemex tiene problemas ambientales, de atraso de tecnología, lo que significa que no puede ser un valor muy por encima de lo que estamos adquiriendo", explicaba el vicepresidente venezolano, Andrés Carrizalez.
Con su adquisición, el Estado pasaría a controlar entre el 90 y el 98% de la producción total de cemento del país. Hace tiempo que el Estado venezolano había puesto los ojos en este sector. No es de extrañar, teniendo el cuenta el déficit de viviendas que existe en el país -que supera el 1,8 millones de unidades según estimaciones oficiales-, y que se acusa de formas más pronunciada en las grandes ciudades. El presidente venezolano, Hugo Chávez, se ha quejado una y otra vez de que los planes oficiales de construcción de viviendas se ven retrasados debido al déficit de cemento en el país, cuya producción se exportada casi en su totalidad.
Cemex pasará a manos del estado venezolano.
Otro sector en el que la cartera venezolana de Industria ha posado sus ojos es el siderúrgico. Los planes para que la Siderúrgica del Orinoco (Sidor) se suba al carro de las empresas estatales van viento en popa. Los últimos días han estado inmersos en un frenesí de continuas reuniones en las que se ha acordado que el Estado caribeño pagará cerca de 1.650 millones de dólares por la mitad del paquete total de acciones de la empresa. Techint, el grupo empresarial argentino dueño de Sidor, quería más. Hasta 2.400 millones de dólares pidió la compañía por la siderúrgica, frente a los 800 millones que ofreció el ejecutivo venezolano en un principio.
La adquisición de parte de las cementeras y de Sidor es el último paso dentro del plan de nacionalizaciones que arrancó a principios del año pasado:
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He pasado una temporada larga en Venezuela y da la sensación de que todo el mundo está implicado en lo que está pasando, para bien y para mal. +
Lo que puede pasar es que los Botines y los Fernando Martin de turno no se forren +
Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Citar este verso de Machado no puede ser más ocurrente al hablar de Mariano Rajoy. Tras la renuncia de Zapatero y las voces que señalan que la estrategia popular podría verse dañada, es necesario preguntarse algo. ¿Ha hecho camino Rajoy? ¿Se ha preparado para ser presidente? Quizás la respuesta sorprenda.
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