Un test en el metro de Pekín a las medidas de seguridad

PEKIN (CHINA).-  Acceder al aeropuerto de Colonia en Alemania hace un par de meses fue una experiencia más simple y fácil de lo que es hoy entrar en el metro en Pekín.

J (EFE)

Un policía paramilitar hace guardia fuera del Nido de Pájaro.

Me explico:

Llego hacia el metro, tras ver tres señales que informan de los controles de seguridad. Intento hacer unas fotos de la máquina de rayos-X, pero una guarda, esta vez no sonriente, me habla y hace señas que interpreto como que no puedo hacerles fotos.

Casi al mismo tiempo, una señora con gafas y una camisa de flores multicolores me habla, digamos en voz "muy altaŽ", frunciendo el ceño y señalando a mi cámara. Por un segundo pienso: ¡Dios mío, incluso una señora que pasa está preocupada por una turista haciendo fotos en un punto de seguridad! En verdad resulta que su hija aparecía en esa primera foto fallida que no me dejaron hacer, y en la que al final había una figura borrosa de esta niña dando saltitos. Inmediatamente la borro, para la tranquilidad de la madre.

Después de más de 10 minutos en una cola un tanto caótica y con orden relativo, que definiría como muy china, tras ver pasar a unos cuantos espontáneos metiéndose al principio de la cola sin titubear y unos cuantos empujones más tarde, por fin escanean mi mochila y puedo pasar por las validadoras del metro.

El caso del metro es sólo un ejemplo de las medidas de seguridad que se están tomando. Considerados por muchos los Juegos más protegidos de la historia, el tema de la seguridad no es algo que sólo se vea en noticias sobre la instalación de misiles antiaéreos cerca de los estadios, los registros de coches entrando en Pekín, los 110.000 agentes de seguridad contratados por el Gobierno chino o los más de un millón de ciudadanos registrados para proteger los Juegos contra lo que llaman amenazas terroristas creíbles. Se ven cámaras de seguridad por todas partes, hay policías o guardias en casi todas las esquinas y las restricciones se ven en el día a día.

El campus de la Universidad de Lengua y Cultura de Pekín, donde algunos equipos olímpicos como los de Rusia o Brasil tienen sus canchas de prácticas de baloncesto, cerró sus puertas, desde el 20 de julio hasta el 20 de septiembre, a todo el que no sea estudiante de la universidad y enseñe el carnet en la entrada. Todas sus puertas tienen a dos o tres guardas pidiendo el carnet y haciendo pasar a los estudiantes por debajo de un arco. "Entiendo que (el gobierno) esté preocupado por la seguridad durante los Juegos, pero me parece un poco exagerado y muy incómodo", dice Melissa Chiu, de 22 años, una estudiante de chino. "Mis amigos ya no pueden venir a verme ni hacer la vida social universitaria a la que estamos acostumbrados," añade Chiu.

La semana pasada se reforzaron las medidas de seguridad en la plaza de Tiananmen, aunque se alargaron las horas de apertura hasta la medianoche, dice la agencia estatal de noticias china Xinhua. La plaza de Tiananmen es centro de atención ya que ha sido escenario de muchos eventos importantes de la historia china moderna, incluyendo el establecimiento del Gobierno en 1949, la Revolución Cultural en los años 60 y 70 y las protestas de los estudiantes prodemocráticos en junio de 1989.

Volviendo al metro, hay controles de seguridad en los accesos subterráneos donde hay que escanear todas las bolsas, y se han añadido nuevos puntos de control en puntos de acceso terrestre, pero exceptuando el control de las bolsas se puede caminar libremente y hacer fotos.

Según la agencia Xinhua, ahora todas las bolsas, incluidos los bolsos pequeños, tienen que ser escaneados. El 29 de junio, Pekín empezó una campaña de seguridad en la cual más de 3.400 artículos considerados peligrosos fueron detectados y alrededor de 2.000 personas no pudieron entrar en el metro por las nuevas medidas.

Incomodidad y el pensamiento sobre el tema de la seguridad son algo continuo, pero el sábado, cuando la plaza de Tiananmen estaba cerrada durante el ensayo general de la ceremonia de apertura de los Juegos por miedo a posibles ataques, me acerqué a la parada de metro de Tiananmen West, me hice la despistada y me metí directamente hacia el metro sin ningún incidente ni nadie que se dirigiera a mí. Aunque a partir de la muerte de 16 policías este lunes en un atentado en el noroeste de China, no creo que vuelva a pasar.