Han pasado cinco meses desde el nueve de marzo, fecha en la que José Luis Rodríguez Zapatero ganó las elecciones por segunda vez. En este tiempo ha estallado la gravedad de la crisis económica y por primera vez en su carrera política, a Zapatero se le han puesto las cosas cuesta arriba. Es el momento de demostrar su auténtica talla. ZP lo sabe y usa todos los recursos que tiene a su alcance. Su mirada es lo primero.
Lejos queda aquél presidente de Gobierno que esperaba una mirada de su primer secretario de Estado de Comunicación, Miguel Barroso, para actuar con más seguridad en cuanto se encendía la luz roja de conexión para los telediarios; o las ruedas de prensa dirigidas por su segundo secretario de Estado, Fernando Moraleda, maestro de ceremonias a la hora de dar la palabra.
Ahora Zapatero se las arregla solo. Si quiere. Le basta su mirada de "color cielo", que en la zona mediterránea le convierte en miembro de esa minoría del 20% con ojos azules a los que se les canta "no llores ni te enamores". En lugares como Finlandia o Lituania, donde el 80% de la población tiene los ojos azules, sería una mirada de gente corriente.
Basta una mirada de sus ojos azules, esa "mirada que quiere clavarte en la butaca" en palabras de una periodista que cubre La Moncloa, para dirigir la conferencia de prensa. Primero fija sus ojos sobre el agraciado al que quiere que le sea entregado el micrófono para hacer la pregunta. Después mira al ujier de La Moncloa que distribuye el susodicho micro, que raudo y con escasa equivocación, entrega el arma al elegido por la mirada presidencial.
A Zapatero no hace falta explicarle qué porcentaje de un líder del siglo XXI debe de ser imagen. Hace ya tiempo que se vio los capítulos del "Ala Oeste de la Casa Blanca" con la historia del presidente demócrata Bartlet por recomendación de Miguel Barroso y José Miguel Contreras, quienes más le han enseñado en eso de la telegenia, según sus amigos . De puertas afuera, se desenvuelve cada vez mejor sin comunicadores muleta. Ni Nieves Goicoechea, la sustituta de Moraleda, ni Julián Lacalle, el jefe de prensa leonés, tienen protagonismo de cara a la galería.
"Es normal que cada día utilice más los ojos azules. Ya sabe jugar con ellos. Para las cámaras, esos ojos son una ventaja"
"Es normal que cada día utilice más los ojos azules. Ya sabe jugar con ellos. Para las cámaras, desde que existe el color, esos ojos son una ventaja. También lleva a menudo corbatas y camisas azules por esas razones" explica un periodista vinculado al PSOE y experto en imagen. Sus ojos le dieron esa imagen de blando, de "bambi", de buen carácter en la oposición, "acompañado por el corte redondo de su rostro y sus labios gruesos" comenta el experto. Era un tiempo para lucir talante y sonrisas bondadosas.
Pero ahora las cosas han cambiado. "La crisis y el momento económico requieren más firmeza. Quizá por eso utiliza una mirada más fija, con ojos más abiertos, con las cejas, que él sabe que le basta elevarlas para aparecer como más duro cuando la situación lo requiere" reconoce otro ex colaborador presidencial.
Que la situación requiere transmitir más solidez lo saben en La Moncloa desde hace meses. Ya antes de las elecciones la imagen de ZP transmitía menos firmeza que Rajoy, pero el asunto aún no era un problema grave. De hecho, ganó las elecciones. El tema ha ido a peor a medida que ha empeorado la situación económica. "La conclusión es obvia. No hace falta tener un mago de la imagen al lado. El presidente necesita demostrar autoridad y firmeza -señala una fuente del Gobierno- y donde mejor se exhibe esa firmeza es ante los periodistas, los opinadores y las cámaras". Las manos sujetas a los lados del atril -un recurso conocido- la mirada trascendente y disparada allá donde quiere que algo suceda. A Zapatero nunca le ha gustado señalar con el dedo al periodista al que da la palabra. Eso lo hacía Aznar y lo hace la vicepresidenta, Fernández de la Vega, que señala con un boli. Que mejor elección que sus ojos azules.
El presidente nunca ocultó a los suyos que le preocupan los asuntos de imagen y comunicación. Ya antes de llegar a La Moncloa era consciente del poder de un gesto.
Tanto para lo bueno como para lo malo. Conocía todas las historias, todas las anécdotas sobre el tema, comenzando por lo sucedido aquél 7 de octubre de 1960, cuando el debate televisado entre Kennedy y Nixon cambió la historia de las campañas electorales. Un John Kennedy maquillado, joven, de imagen bien cuidada acabó con un Nixon sin maquillar, avejentado, que jugó todas sus cartas a su mayor experiencia.
Zapatero tenía claro que no pensaba quedar por debajo de Aznar.
Por eso, cuando tras ganar las elecciones del 14 de marzo de 2004 Aznar le citó en La Moncloa, ya como presidente 'in pectore', Zapatero se repasó todos los vídeos, revisando cómo habían recibido sus cuatro antecesores en el cargo -Suárez, Calvo Sotelo, González y Aznar- a su respectivo sucesor.
Para el quinto presidente de la democracia española era clave no quedar ni un minuto por debajo de Aznar. Al fin y al cabo, a él acababan de elegirle los españoles. Sus colaboradores de entonces recuerdan como ZP contó los escalones que hay desde que se deja el coche hasta que se sube a la puerta donde espera el presidente. Calculó la velocidad a la que tenía que subir. El objetivo era que Aznar le estrechara la mano -momento álgido del flash de los fotógrafos y luces de las cámaras- cuando estuvieran arriba -Zapatero es más alto- y no que pudiera dejarle uno o dos peldaños por debajo. Lo logró.
A lo largo de estos más de cuatro años transcurridos desde aquella fecha, el presidente del Gobierno ha aprendido más. Y ha hecho de la necesidad virtud. Unas cejas picudas y diabólicas, que dieron pie a sus contrincantes a compararle con "Chuki, el muñeco diabólico", se han convertido en un activo para transmitir menos bondad y cierta firmeza, ahora que la situación lo requiere. Es lo que en psicología se conoce como la "devolución positiva" y nuestras abuelas llamaban "hacer de la necesidad virtud".
Ahora sólo falta saber si con una buena mirada y unas cejas diabólicas bien administradas, la crisis también se queda clavada en la butaca.
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Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Citar este verso de Machado no puede ser más ocurrente al hablar de Mariano Rajoy. Tras la renuncia de Zapatero y las voces que señalan que la estrategia popular podría verse dañada, es necesario preguntarse algo. ¿Ha hecho camino Rajoy? ¿Se ha preparado para ser presidente? Quizás la respuesta sorprenda.
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“Algunos luchamos por tener los pies en suelo.” Lo decía ayer en su Twitter Raül Romeva, uno de los cuatro eurodiputados españoles (Oriol Junqueras, de ERC, Ramon Tremosa, de CiU, Rosa Estarás del PP y él, de ICV) que apoyaron la enmienda para evitar que el presupuesto comunitario de 2012 contemple los vuelos en primera clase de los parlamentarios europeos. No era una excepción. Lo escribía ahí porque es lo que hace siempre: ser transparente.
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Son los cien primeros, como podrían ser doscientos o diez. Lo importante es el concepto. La idea de tener unos días para llevar a cabo la transición desde la oposición al gobierno. Del banquillo, a llevar el dorsal titular. Nunca tendremos una segunda oportunidad de crear una buena primera impresión. Y los cien primeros días son esa primera impresión. Veamos su importancia.
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“Os propongo que sea el Comité Federal, en la próxima reunión que tengamos, después de las elecciones autonómicas y municipales, el que fije el momento de activar el proceso de primarias previsto en los Estatutos del partido para elegir nuestra candidatura a las próximas elecciones generales.” De esta manera, Zapatero ha puesto las primarias en el punto de mira tras anunciar que no será candidato a la reelección. Tras este anuncio, observamos algunas reflexiones sobre el proceso
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