Obama no es Kennedy, pero Berlín lo recibe como si lo fuera

BERLÍN.-  "Ahora es el momento de construir nuevos puentes a lo largo del planeta, tan fuertes como el que nos une a través del Atlántico". Con éstas palabras, el candidato demócrata a la presidencia de EE UU encendió una platea de más de 200.000 personas que acudió ayer a la columna de la Victoria en Tiergarten, para escucharle en el único discurso público de su gira internacional. Los presentes interpretaron éste momento como un primer paso hacia una nueva relación entre Europa y Estados Unidos.

"Los pueblos de todo el mundo miran a esta ciudad", dijo, en homenaje a Berlín como "símbolo de la libertad", en un repaso de la historia reciente y desde la Guerra Fría hasta la caída del muro, que firmó el comienzo de un nuevo orden mundial. "Un mundo que está unido no se viene para abajo", dijo Obama entre aplausos.

El discurso de Obama había sido largamente anunciado y la ciudad, llegada al día del estreno, estuvo a la altura de las expectativas. Durante toda la tarde hubo música y comida en varios puntos del parque. Varias pantalla gigantes fueron colocadas por toda la avenida y muchas personas se sentaron en el suelo leyendo y jugando a las cartas, a la espera. Fue como el momento tranquilo que precede los conciertos.

'Obama for Kanzelor', (que, en una mezcla de inglés y alemán, significa, 'Obama para Canciller'). Con ésta insólita pancarta colgada en el cuello llegó puntual a las cuatro (la hora fijada para el comienzo del evento) Dirk Mirow, de 41 años, después de 400 kilómetros de viaje, desde su pueblo en el sur de Alemania. Vino a respaldar a Obama, para verlo, por fin, en vivo, pero no sólo para eso: Mirow no tiene ninguna duda, cambiaría sus "viejos" políticos alemanes por Barak Obama. "Está definiendo una manera de hacer política a nivel mundial. La mayoría de los cambios a menudo vienen de la gente común, no de los Clinton». Para él, como para la mayoría de los que acudieron ayer al discurso, sólo con el candidato demócrata se puede reconstruir una «relación transatlántica» que lleva años de crisis.

Un fuerte debate se desencadenó durante las semanas pasadas a raíz de la intención de Obama de hablar delante de la emblemática Puerta de Brandeburgo, en medio del parque Tiergarten, en pleno corazón de Berlín. Merkel había manifestado su "inquietud y extrañeza" por que Obama pudiera pronunciar su discurso en ese lugar, donde siempre han hablado los presidentes, mientras que tanto el alcalde de Berlín, como el ministro de Relaciones Exteriores, Frank-Walter Steinmeier,- ambos socialdemócratas- se habían mostrado decididamente a favor.

Sin embargo, hoy, este debate parecía superado. "Obama está aquí hoy para decir a los alemanes que el cambio es la única vía para construir nuevas relaciones", dijo Brenda Latimore (originaria de Chicago y afincada en Hildeberg), quien recordó haberse casado en la misma iglesia de Barack Obama, "Sí señor, en la Trinity United Church", confirmó.

(EFE)

Kennedy, durante su visita a Berlín el 26 de junio de 1963: 'Ich bin ein Berliner'.

Muchos coincidieron en que la elección de Berlín, no fue casual. "Berlín es la única ciudad que se ha convertido en el símbolo mundial de la paz después de la caída del muro", explica Robin Hemingway, afroamericano afincado en la capital alemana y miembro del comité de apoyo al senador de Illinois. Hemingway recalca también la importancia electoral de este encuentro: "Hay 30.000 ciudadanos de EE UU en Berlín, y 300.000 en Alemania, su voto es fundamental". La danesa Elen Søndergard coincidió en el diagnóstico: «hay muchos extranjeros viviendo en Berlín y es una ciudad simbólica. Probablemente, hoy, es la más representativa en Europa".

Sólo hubo algún atrevido llamó la atención en el medio de la muchedumbre. Un excéntrico señor con una larga barba blanca por mitad de la cara, y la piel afeitada por la otra, daba vueltas con un paraguas y carteles que lacónicamente rezaban: 'Mc Cain'. A cualquier pregunta, el hombre misterioso contestaba una y otra vez: "Nací en Berlín, en 1945".

Obama subió al escenario pocos minutos después de las siete, bajo la luz naranja de la puesta del sol. Muchos se esperaban que citase el famoso discurso de Kennedy, de 1963, cuando el presidente de Estados Unidos dijo "Ich bin ein berliner"», ("Soy un berlinés"), pero el candidato demócrata sorprendió todos al decir: «Llego aquí no como candidato, sino como ciudadano de Estados Unidos y del mundo».

Hubo muchos aplausos y entusiasmo. Pero también un elocuente momento de silencio cuando el candidato demócrata pidió a Alemania y a Europa lo que sus ciudadanos menos quieren, un mayor esfuerzo en Afganistán. Sin embargo, enseguida supo volver a calentar los corazones prometiendo, "llegó el momento de salvar este planeta. Queremos reducir las emisiones de CO2 que destruyen nuestro planeta. Debemos dar una esperanza a las personas que sufren por la globalización. Y no permitiremos nunca más que ocurra lo que ocurrió en Darfur, Sudán". Los aplausos parecían dirigidos a una estrella de rock.