Pic-nic con nocturnidad y alevosía

Coge la cesta, o la mochila, y llénala de dos o tres sugerentes bocados, insólitos, refrescantes y sencillísimos. Seguro que a quien invites caerá rendido a tus pies. Ni pócimas mágicas, ni tonterías. Un improvisado picnic obra maravillas. Si además, lo montas en plan sorpresa, el éxito está garantizado.

istockphoto

Está claro que la noche oculta los defectos y destaca las virtudes. Y que buscar alternativas a la oferta típica, de cena, copa y _ _ _ _ _ es más fácil de lo que parece. Aquí tienes una, tan simple como abrir una lata de aceitunas. Localiza un lugar apartado, sin que te veas obligado a ir dejando miguitas por el camino para poder regresar a casa. Aunque también puede tener su gracia situarse en esos miniespacios verdes con vistas a la autopista o en un concurrido parque público. Antes de elegir habrá que tener el cuenta el efecto que se pretende provocar. Para desatar el romanticismo, mejor un paraje alejado de la civilización al menos 1km. Si se trata de epatar, sirve hasta el descansillo de la escalera.

El siguiente paso es preparar los manjares, con intención. En Recetania hay multitud de ideas que encajan en el plan pero te ofrecemos algunas en bandeja para que no tengas ni que pensar. ¿Qué tal una ensalada de naranjas, cebolleta y aceite de oliva virgen ?, que contribuye a aumentar el apetito sexual si se le añade albahaca fresca, aunque el Chirla seguro que la sustituiría por otra hierba. La ensalada de tomate y cabeza de jabalítambién se hace en un abrir y cerrar de ojos, es distinta y está muy rica. Como la de patata y arenque, una delicia, intensa y sabrosa.

Si la crisis todavía no te afecta, o no te importa invertir cuando está en juego darle un gusto al cuerpo, ahí están unas cigalitas o unos percebes, sólo cocidos, tentandote con su lujurioso sabor. Más elaborado y clásico, el cóctel de gambas resulta tan retro que se desvela como el menú perfecto para impactar a un moderno. De postre, higos con crema chantilly, que suena sofisticado a pesar de que su elaboración está al alcance de más inutil de los inútiles. El secreto es mezclar los higos con el chantilly sobre la marcha. Se recomienda no gastar toda la nata montada no vaya a ser que se requiera para otros usos. Una opción más descarada es la sandía.

Guarda los platos en tarteras, el vino en una nevera y no olvides servilletas de tela, platos de loza o cristal y copas , vasos y cubiertos como dios manda. Por supuesto, un mantel y la manta, esencial, que nunca se sabe cómo ni cuándo puede acabar el picnic.