El nombre verdadero de Banksy no interesa a los artistas urbanos

Ya queda poca gente que no lo sepa. El artista urbano Banksy es en realidad Robin Gunningham. El británico Daily Mail lo desenmascaró este domingo y no hay medio que no se haya hecho eco de la noticia. A todo el mundo le resulta interesante, o más bien, a casi todos. Los estudiosos del arte urbano y los que lo hacen no entienden el revuelo que se ha originado. Para ellos esta noticia ha pasado sin pena ni gloria, porque lo que importa es la obra y no el artista.

(M.L.Peinado)

Una atracción para turistas.

Han pasado sólo cuatro días desde que se llevó a cabo el descubrimiento y una obra de Banksy no vale ni más ni menos que la semana pasada. Todo sigue igual. Y es que el afán por descubrir quién estaba tras este seudónimo era sólo puro morbo. Para el sector, el año que gastó investigando el periódico británico no va a servir de nada. Al fin y al cabo, como dice Fernando Figueroa Saavedra, estudioso del fenómeno, esto "no va a cambiar el mensaje de lo que hace". Además, él es un defensor de lo que importa es la corriente artística y no las personas que lo integran.

Silk, graffitero y miembro de positivos.com, asegura que para su revista esto no ha sido una noticia de especial relevancia. Como dice Héctor, del colectivo losdomingosalsol, da igual el nombre que tenga el artista porque "lo importante es lo que dibuja" y eso no ha cambiado. Ni cree que vaya a hacer, "lo bueno de Banksy es que a pesar de su éxito ha seguido bajando a la calle a pintar de forma clandestina".

Lo lógico, según Silk, "es que tarde o temprano se supiese su verdadera identidad", porque al fin y al cabo se "ha convertido en un artista muy mediático". Su obra genera más interés entre los visitantes de Londres que entre la gente que integra el movimiento. "Es más, yo diría que se ha quedado antiguo". Según cuenta Silk, Banksy tuvo su momento cuando aparecieron las primeras pintadas pero ahora ha evolucionado y "ha dejado de ser un artista underground" para convertirse "en un acomodado dentro del mundo del arte". Y se atreve a decir que chupa del movimiento graffitero para promocionar su obra.

Una provocación más

El que se llame Robin Gunningham o de otra forma da igual. Si por algo se conoce y pasará a la historia es por su actitud provocadora. Hablamos de alguien que colocó en el Disneyland de California una muñeca hinchable vestida como un prisionero de Guantánamo. Del mismo que dibujó a la Mona Lisa con una bazuca. Y también del que se atrevió a pintar en un muro de Cisjordania la imagen de una niña cacheando a un soldado días antes de que empezase la Navidad. Por eso, hay quien se plantea que esto podría ser una provocación más.

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(EFE)

Una provocación más.

Silk habla de marketing. Antes no se sabía su nombre pero se hablaba de él por la novedad. Luego empezaron las especulaciones. Podría ser un tal Robert Banks o Robin Banks e incluso se barajó la posibilidad de que no fuese una sola persona sino un colectivo de artistas. La BBC llegó a publicar una fotografía pero nunca se confirmó que fuese él quien aparecía en ella. Un goteo constante de informaciones que Silk sospecha que podrían formar parte de "una estrategia comercial". Igual que lo pudo ser que se hiciesen públicos los nombres de algunos de sus compradores más conocidos. Brad Pitt y Angelina Jolie, la pareja de moda en Hollywood, pagaron dos millones de dólares por uno de sus dibujos y Chiristina Aguilera también invirtió una importante cantidad de dinero.

Pasados unos meses, una vez que termine el boom, y se deje de hablar de Robin Gunningham, Silk cree que podremos ver su cara. "Es como si se fuese desvelando una trama poco a poco", asegura. Y si llega ese momento, "se empezará a sacar partido económico", dice Héctor. "Los mecenas del arte aprovecharán para llevarle a las galerías porque eso interesa mucho a los compradores, saber quién es el que dibuja la obra comprada", asegura.

Según Fernando lo único malo de todo esto es que al final Banksy acabará por "perder el perfil de bandolero" que le ha dado la fama. Silk va más allá. El que se dé tanta importancia al nombre no es sólo un problema para Banksy sino para todo el movimiento. "Se está convirtiendo en algo así como el rock and roll e importa más la vida del artista que su obra. ¿Qué más da si Van Gogh se cortó una oreja? Aunque no lo hubiésemos sabido, su obra sería igual de buena".