El arte de improvisar la poesía resiste en las Alpujarras con 20 troveros

Granada.-  Los troveros de las Alpujarras granadinas asombran al público con su capacidad de improvisar letras y recitar versos con ingenio y aires flamencos, manteniendo así viva una tradición oral con las voces de una veintena de hombres que han mostrado su arte a presos, punkis o turistas.

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(EFE)

Los troveros alpujarreños José Martín (d) y José Rodríguez, durante su intervención en la Prisión Provincial de Albolote. Los troveros de las Alpujarras granadinas asombran al público con su capacidad de improvisar letras y recitar versos con ingenio y aires flamencos, manteniendo así viva una tradición oral con las voces de una veintena de hombres que han mostrado su arte a presos, punkis o turistas.

Los troveros alpujarreños viven y sueñan con el verso, crean quintillas y las cantan con coplas, son poetas que velan por las normas establecidas en la poesía española y saben improvisar letras que hablen sobre el fútbol, el amor, la libertad o el paro.

José Martín es uno de los 20 trovadores que conservan una de las manifestaciones más originales de la Alpujarra, una comarca granadina de paisaje abrupto y surcada de barrancos y valles.

"Desde que nací veía trovar a mi padre y a mi abuelo, y ahora, mis hijos me han visto a mí, así que espero que ellos sigan con la tradición", ha manifestado a Efe Martín, quien recitó esta semana un trovo a los presos del centro penitenciario de Albolote (Granada), en el marco de un curso de verano de la UNED sobre literatura.

Los trovadores pueden actuar en dúo, de tal manera que la quintilla de un trovero da pie a la contestación por parte de otro, y así sucesivamente pueden estar horas y horas cantando con mucho humor.

En la cárcel de Albolote, Martín "se enfrentó" con poemas improvisados a otro trovador alpujarreño, José Rodríguez, siendo este su primer enlace: "Tienes poco juramento, eres un gran elemento, lo mismo que una ruleta que gira según el viento... La vida da mucha vueltas y a veces malos ejemplos y por más que tu lo intentas también puedes verte dentro".

El autor se interesa no sólo por el estilo, sino también por el texto, intentando averiguar a qué canta el otro trovero, así que el público nunca sabe por dónde saldrán estos especialistas de la tradición oral.

Según ha explicado Martín, el origen de esta tradición es muy antigua, se remonta a la Edad Media con la aparición de los trovadores y juglares en Provenza (Francia) a partir del siglo XI, y debido a una batalla, tuvieron que abandonar su tierra y dispersarse en el resto de Europa.

En España fueron acogidos por Alfonso X el Sabio, considerado también poeta, según ha relatado el trovero, quien ha destacado que en la comarca del Campo de Cartagena (Murcia), se tiene constancia de que el trovo ya se practicaba a principios del siglo XVII.

Concretamente, en sus inicios adquirió gran importancia en la cuenca minera de Cartagena y La Unión, donde fue utilizado por los mineros de la época como una "canción protesta" para reivindicar sus derechos y rebelarse contra la injusticia.

El poeta Federico García Lorca hablaba del trovo como un "sedante": "Las gentes andaluzas se valen de los cantaores para dejar escapar su dolor y su historia verídica", decía.