Tanta espera para estrenar y España llega a la final de la Eurocopa

El primer fin de semana en los cines de la ópera prima de Nacho Vigalondo, fundamental a la hora de la continuidad de un film, se topa con la final de la Eurocopa, nada menos que un Alemania-España.

Una de las escenas de los Cronocrímenes.

En la industria del cine actual el tiempo apremia. En la cabeza de Nacho Vigalondo el crono es una obsesión. Lo demuestran, ya desde el título, su corto estrella, ‘7.35 de la mañana’, y su ópera prima en el largo, ‘Los Cronocrímenes’, en 77 pantallas españolas desde el pasado viernes. Las distribuidoras están obsesionadas con el tiempo y con la rentabilidad. Por eso el primer fin de semana de una película en los cines es fundamental a la hora de prever y decidir sobre cómo se va a ‘portar’ una cinta. Lo malo es que, volviendo al tema de las horas, dos de las sesiones más rentables en las salas españolas son la de las ocho de la tarde y la de las diez de la noche del domingo. A esa hora, más del 75% del país estará paralizado viendo el Alemania-España, ya que ni todos los años, ni cada cuatro ni cada veinte llega nuestra selección a una final. El tiempo, siempre el tiempo. ¿Tú qué harías? ¿Irías al cine o harías la típica reunión en casa atestada de cervezas para cantar cada gol de la Roja? Advierto que hay gafapastis que optan por lo segundo.

Reflexiones del director

Una película como ‘Los Cronocrímenes’ ha sufrido un periplo de más de dos años hasta conseguir ser estrenada en los cines. Atrás quedan los premios, el estreno en Sundance, la compra de los derechos por parte de una productora estadounidense para hacer un remake. Lo que uno espera es que lo vean los suyos. La ‘mala suerte’ de que el estreno de la película coincida con el acontecimiento deportivo más importante para los ‘jurgoleros’ españoles de los últimos 24 años es para Vigalondo, ni más ni menos, que «una más de las circunstancias excepcionales que han acompañado a la película en su trayectoria», aunque espera que «los distribuidores tengan en cuenta estas circunstancias a la hora de valorar la rentabilidad de la misma».

A todo esto, asalta a la mente un gran interrogante: ¿Vigalondo, en las mismas circunstancias, vería la final de la Eurocopa o se iría al cine a ver la película de un director novel? La respuesta es por la tangente: «Yo no soy futbolero, pero me hago cómplice del fervor nacional que se está viviendo en estos momentos». En cualquier caso, según el propio director, a día de hoy, domingo por la mañana, la respuesta del público está yendo según lo estimado. «Sería un cataclismo si le Eurocopa sólo afectase a nuestra película».

El tiempo y los bucles

Los directores y los guionistas suelen escribir y rodar sobre sus propias obsesiones. Si el tiempo lo es para muchos, a Vigalondo le obsesiona especialmente. El pasado miércoles, en el preestreno de 'Los Cronocrímenes' en el cine Palafox de Madrid, el director cántabro apuntó: «La película sale con 77 copias. Yo soy del año 77. En 2003 ya tenía una idea general de cómo iba a ser el film. Han pasado cinco años hasta su estreno en cines. Espero no volver a tardar cinco años en hacer una película. Intentaré que el tiempo se reduzca a una por año».

Cartel Cronocrímenes.

Este hombre tiene un reloj en su cabeza que está haciendo tic-tac constantemente. Lo reconoce: «Me gusta muchísimo jugar con el tiempo: las elipsis, los saltos» y adelanta que desde Hollywood le han ofrecido un guión de una película en tiempo real: «Parece que ya me van conociendo». Un momento... ¿Hollywood? Puede que el tiempo lleve a este joven de 31 años al otro lado del charco con tal de cumplir su promesa de un año-una peli.

El vía crucis de ‘Los Cronocrímenes’ ha sufrido, por momentos, la sensación de estar en un bucle, como el Karra Elejalde de la película: Ahora tengo distribuidora, ahora no. Ahora se estrena mi película, ahora tampoco. El bucle del protagonista del film no tiene comienzo, parece que ha estado ahí desde siempre, dando saltos en el tiempo una y otra vez: «Es una paradoja fascinante porque no tiene solución», como aquella historia que el director escuchó una vez: un tipo que, con las obras completas de Shakespeare, decide viajar al pasado para conocer al autor y que se las firme. Cuando llega al siglo XVI, pregunta por el genio inglés y nadie le conoce. No existe. Por lo que decide tirar los libros. Alguien los encuentra y los publica. ¿En realidad Shakespeare existió?

Es la paradoja del tiempo, ¿realidad o ficción? Hace tres semanas nadie esperaba que viajando en el tiempo hasta el día de hoy estaría el nombre de España el videomarcador del estadio de Viena. Se trata de noventa minutos. Sólo es tiempo. 120 si la cosa va de infarto. Yo ya he visto ‘Los Cronocrímenes’. Ustedes tienen la opción de en qué gastar su tiempo: Cine versus fútbol. ¡Intelectuales del mundo, manifiéstense!