El PNV se la juega de nuevo con el 'raca-raca' de Ibarretxe

¿Qué busca Ibarretxe con su ley de consultas aprobada hoy en la Cámara vasca con el apoyo de la izquierda 'abertzale'? Desde hace ya casi una década, y al margen del frustrado proceso de paz y de los posteriores zarpazos del terrorismo, la actualidad vasca ha girado casi exclusivamente en torno al proyecto de consulta del lehendakari. Una vez más, esa sensación de 'déjà vu'.

Vincent West (REUTERS)

El lehendakari Juan Jose Ibarretxe en el debate de hoy en la Cámara Vasca

Mismo escenario, mismo argumento y casi idénticos protagonistas. Pero han pasado más de cuatro años y medio. El 31 de diciembre de 2004, Ibarretxe conseguía sacar adelante en el Parlamento vasco su 'plan soberanista' gracias al apoyo de tres diputados de la izquierda 'abetzale' (entonces bajo las siglas de Sozialista Abertzaleak). Hoy, el mismo lehendakari ha logrado que la Cámara de Vitoria dé luz verde a su propuesta de consulta con los votos necesarios de la nueva marca 'abertzale' (PCTV-EHAK). Pero el recorrido de esta nueva iniciativa tiene visos de ser más corto que la anterior.

Entonces, ¿por qué insistir en una propuesta que ha salido adelante con un sólo voto de diferencia, con la opinión pública dividida y con un recurso de inconstitucionalidad listo sobre la mesa desde hace meses? "Detrás de esta propuesta se esconde un trasfondo electoral. Ibarretxe quiere construir un discurso del derecho a decidir con el que atraer el voto más radical y conservar así el poder", señala el corresponsal político de 'El Diario Vasco', Alberto Surio. Para este analista, el resultado de las pasadas elecciones generales en Euskadi "encendió las luces de alarma en el nacionalismo institucional". "Es una manera para que el sector soberanista saque músculo, no tiene otra utilidad social", resume Imanol Zubero, sociólogo y senador del PSE.

El catedrático de sociología Javier Elzo también es de la idea de que Ibarretxe lleva años "lanzando guiños" a la izquierda 'abertzale' para ganarse al sector que repudia la violencia, "pero se ha dejado llevar más por sus deseos que por la realidad", afirma. Sin embargo, él no considera que sólo haya una intencionalidad electoral detrás de esta propuesta. "Yo, que soy muy crítico con la metodología utilizada tanto con este proyecto como con el plan anterior, le reconozco al lehendakari la virtud de haber puesto sobre la mesa el problema de dirimir quién es el sujeto político que tiene derecho a decidir las cosas en Euskadi", señala Elzo. En palabras del propio Ibarretxe, con el "histórico" pleno de hoy, "la puerta del derecho a decidir está abierta para siempre".

El péndulo del nacionalismo vasco

De nuevo, por tanto, la puerta abierta a decidir. El eterno 'déjà vu' vasco. "Así llevamos desde hace diez años, cuando el nacionalismo presentó el Pacto de Estella", se lamenta Carlos Urquijo, parlamentario 'popular' en la Cámara Vasca. "El PNV se ha movido siempre en la dicotomía entre la vía más pragmática-pactista y la inercia radical-soberanista. Y el péndulo ahora mismo está sobre esta segunda estrategia que abandera Ibarretxe", señala Surio.

Pero la historia no es siempre idéntica. En esta ocasión hay importantes diferencias con aquella votación pocas horas antes de cerrar 2004. Entonces, en la Moncloa se hospedaba José María Aznar, Ibarretxe agotaba su segunda legislatura, aquella que inició con una contundente victoria ante el frente Mayor Oreja-Redondo Terreros y ETA no mataba. Ahora el panorama ha cambiado 180º, pero sobre la mesa de nuevo está una propuesta casi idéntica. "Ibarretxe vuelve a dividir a la sociedad entre nacionalistas y no nacionalistas", señala Surio, que considera que el lehendakari "recupera la estrategia de 2001, con un discurso victimista frente a Madrid". Por eso, para este corresponsal político, el líder 'peneuvista' estará más cómodo haciendo campaña con el mensaje de la 'no consulta' (ante el previsible rechazo del Constitucional) que obligado a a explicar el contenido del referéndum, "porque lo primero requiere de un mensaje más simple para muchos de sus votantes".

Alfredo Aldai (EFE)

Ibarretxe: "No divide quien pregunta, sino quien prohíbe consultar"

Suele el lehendakari apelar mucho para que se escuche la opinión de los ciudadanos. El último Euskobarómetro ponía de manifiesto que la propuesta de Ibarretxe no cuenta con grandes adhesiones. Sólo una cuarta parte avala el texto tal y como está, mientras que un 38% pide que se negocie y el 29% que la retire. Además, una abrumadora mayoría consideraba que con esta propuesta sólo se generaba división e inestabilidad. "La sociedad vasca no está de acuerdo ni con el contenido, ni con la forma del proceso. La gente busca certezas, no lanzarse a aventuras", afirma José Manuel Montero, uno de los responsables de este estudio. Sin embargo, para el sociólogo Zubero, el debate social actual es "muy peculiar". "Desde hace años, los políticos vascos han centrado el debate en tres o cuatro temas, pero la sociedad parece que va por otros derroteros. Hoy mismo, el lehendakari habla de 'día histórico', pero esta mañana en la Universidad todo sigue absolutamente igual, y la gente no percibe esta transcendencia".

Un PNV herido, que teme la pérdida del poder

No sólo la sociedad aparece dividida por este asunto. Tras la ruptura del proceso de alto el fuego de ETA, Ibarretxe, que había sido relegado por Zapatero, Imaz y Otegi a un segundo plano, retoma la iniciativa. En esta nueva etapa, el presidente del EBB (máximo órgano de dirección del PNV), Josu Jon Imaz, no cuadraba y por eso decide retirarse. "Los moderados han plegado velas", opina Surio. "En aras de no romper el partido y no perder el poder, los críticos están bajo tierra, pero que hayan perdido la batalla no significa que hayan perdido la guerra", señala. Más crítico con esta división interna se muestra Urquijo, que asegura no haber escuchado "más que alguna declaración personal de algún dirigente matizando la propuesta de Ibarretxe, pero creo que hay cierto interés político hasta en estas críticas. A los partidos debemos juzgarlos no sólo por lo que hacen, sino por lo que dicen, y la propuesta de Ibarretxe dice lo que dice y nadie en su partido la ha enmendado".

Esa "guerra" fratricida puede desatarse si el nacionalismo vasco abandona, por primera vez en democracia, el poder en Euskadi. "Nosotros tenemos que facilitarles que hagan el sano ejercicio de la reflexión y el debate interno mandándoles a la oposición en las próximas elecciones autonómicas", señala Urquijo, que es optimista con esa posibilidad. Más escéptico es Elzo, para quién "puede ocurrir que ciertos comportamientos del socialismo -como condicionar las transferencias de competencias del Estatuto- puedan irritar a sectores moderados del nacionalismo" y aglutinarlos de nuevo alrededor del PNV. Para el sociólogo, los próximos comicios serán "los más reñidos de la democracia" y se llevará el gato al agua "quien sea capaz de convencer a los indecisos que él ha sido el que más ha hecho por resolver el conflicto".

Oposición: la senda traumática del PNV

¿Y si el PNV deja el poder? Es la pregunta sin resolver en toda la democracia, pues nunca ha sucedido. "El nacionalismo no concibe esta situación porque identifica al partido con el pueblo al que representa", comenta Zubero. Todo este tiempo le ha permitido crear lo que algunos llaman "red de clientelismo" y otros "régimen", que se disolvería como un azucarillo si el PNV deja el Gobierno autonómico. "Pero no hay que olvidar que el nacionalismo ha tejido un entramado social y económico muy resistente", apunta Surio. "No tiene por qué perder mucha musculatura, aunque puedan destaparse debates internos. Tenemos el ejemplo de CiU en Cataluña, que no se desintegró", añade Zubero. Mata advierte que no sería igual, "porque Ibarretxe no sólo ha dividido a la sociedad, sino también a su partido. Sería una situación más traumática y se produciría una reducción considerable de apoyo social y capacidad de influencia política".

Muchos aseguran que el temor de Ibarretxe, "un hombre que no tiene ambición política" según un político de la oposición, es precisamente eso, llevar a su partido de la salvación a la oposición. "Es un político terco, tozudo, con poca cintura. Durante mucho tiempo utilizaba la frase 'hay que poner pie en pared', es decir, que no le iban a mover de su postura", recuerda Zubero. Surio, que ha tratado bastante a Ibarretxe, también coincide con esta descripción. "Él llegó con el pedigrí de hombre de discurso económico brillante, sin una formación política como tal, y en parte, esa inflexibilidad le viene de esa carencia. Es honesto, pero su rigidez intelectual le impide cultivar el arte del pacto y el diálogo". Hoy, según la oposición, tampoco lo ha cultivado.