Piratas

Aprovechando que no hay mucho curro me he ido unos días de camping, a la playa, y he encontrado a la gente bastante deprimida. Como si fueran las últimas vacaciones de la vida. Que si la crisis, que si el paro, que si esto, que si lo otro. Y que si los rusos corren más porque están a media temporada, que si no tenemos laterales… Y yo calladito, escuchando, y pensando que igual tenían razón. No en lo de los rusos y los laterales, que también, sino en lo de la crisis. Volví anoche cabizbajo y espantado por el futuro.

El hombre más rico del mundo, el indio Mukesh Ambani.

Nada, un bajón temporal. Esta mañana, leyendo los gratuitos en el metro, he comprobado que, como siempre, la economía aprieta, pero no ahoga. O mejor, mientras unos se ahogan, los otros van estupendamente en su yate. Veo que el ministro Corbacho dice que el paro ha aumentado en 318.000 personas el último año (sin contar a los sin papeles, que no cuentan nunca) y que en 2008 subirá en otras 375.000 personas, hasta el 11%. Por ese lado, un desastre. Por otro lado, algunas cosas van bien. El número de ricos en España creció un 4% en 2007, y ya tenemos 164.000. Eso lo dice un informe anual de Merrill Lynch. Según estos señores, se puede considerar rico el que, aparte de la casa, el coche, el barco y otros 'bienes consumibles', tiene más de un millón en el banco.

O sea, que se abren oportunidades en el sector del servicio doméstico. Pero lo más importante, desde mi punto de vista, no son los ricos españoles, sino los extranjeros. El informe dice que en la India y China es donde han salido más ricachones nuevos. La Bolsa china subió el 291% en 2007, lo que da una idea del pastón que han ganado por allí. Toda esa gente querrá criados, lacayos y demás. Y los elegirán, supongo, como eligen a sus criados los ricachones de aquí. Me explico. En esta parte del mundo, los millonarios tienen servicio asiático: filipinos, malayos, etcétera. Pues en aquella parte los querrán europeos, ¿no? Por el punto del exotismo y porque, entre la jornada de 65 horas, la precariedad y los despidos masivos, pronto seremos mano de obra baratísima.

Pues adelante, yo me apunto a reemigrar. Si hay que ir a China, se va a China. Lo que más ilusión me haría sería entrar de marinero en un yate superganso de un chino, y navegar por mares exóticos. Luego, cuando ya me manejara con la cosa naval (hasta ahora, mi experiencia como navegante no pasa de la colchoneta en Peñíscola), podría organizar un motín a bordo para que los tripulantes nos quedáramos con el yate. Y nos dedicaríamos a la piratería, un sector en auge. Nosotros, por conciencia de clase, no asaltaríamos pesqueros ni barcos de currantes. Sólo otros yates, y algún petrolero, que también hay que vivir.

Mirándolo bien, a lo mejor se me está yendo la olla. Me habrán afectado las minivacaciones. Pero es que prefiero soñar con hacerme pirata en los mares del sur, a ponerme a pensar que un día de éstos tendré que vender kleenex en los semáforos, aquí o en Vladivostok. O a pegar palos en una esquina. Porque la piratería fetén, la de la corrupción inmobiliaria, ya está muy pillada, y hay que tener carné del partido.