Refugiados: el río que no cesa

Tras algunos años en los que el número de civiles desplazados por los conflictos se estabilizó en todo el mundo, esa cifra ha vuelto a crecer en los últimos meses hasta alcanzar un nivel "sin precedentes", según un informe publicado esta semana por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Las estadísticas de esta agencia de la ONU indican que, durante el año 2007, el número de refugiados se incrementó en tres millones y llegó a un récord total de 37,4 millones de personas desplazadas en el planeta.

Stephen Morrison (EFE)

Una mujer asiste a una reunión que estudia el cierre de un campo para desplazados en Naivasha (Kenya).

"Estamos asistiendo a un aumento de situaciones en las que cada vez más gente en todo el mundo se siente amenazada por un conflicto, o por su propio Gobierno, por otros grupos religiosos, étnicos o políticos; amenazados por la naturaleza y por la reacción de la naturaleza a las agresiones del género humano: el cambio climático es un ejemplo de eso. Las amenazas también proceden de la desaceleración de la economía mundial y de los cambios estructurales en los mercados de la energía y los alimentos", señaló el diplomático portugués y Alto Comisionado para los Refugiados Antonio Guterres.

La cifra de refugiados continuará creciendo durante el futuro predecible, agregó Guterres, en Londres durante una serie de actos para conmemorar el Día Internacional de los Refugiados, que se celebra hoy viernes. "Cada vez más, la comunidad internacional se enfrentará a un crecimiento acelerado del número de personas desplazadas por todo tipo de causas", indicó, tras subrayar que los gobiernos han fracasado en manejar el desafío que plantean los refugiados y que las ayudas ofrecidas están "fuera de toda proporción con respecto a las vastas dimensiones del problema".

El informe contradice la noción de que los países occidentales son los que absorben el mayor número de personas que huyen de los conflictos y muestra que un 80% de los refugiados procedentes de países en desarrollo tienden a quedarse en las inmediaciones de su lugar de origen, generalmente en Estados limítrofes. Pero los países pobres son cada vez más reacios a compartir esta 'carga' y están imponiendo requisitos más estrictos para admitir a nuevas poblaciones.

Brutales traficantes

Estudios realizados por otras organizaciones apuntan también a que el mundo se está convirtiendo en un lugar cada vez más inhóspito para los refugiados. "Europa ha concentrado esfuerzos en aquellos que cruzan el Mediterráneo y está ignorando tragedias que empeoran en otras partes del mundo, como el de los desplazados de las crisis de Somalia y Etiopía que atraviesan el Golfo de Adén con destino a Yemen", señala Ingrid Kircher, una de las autoras del informe 'Sin otra opción' que la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) ha presentado hoy en Madrid y que recoge el testimonio de más de 250 supervivientes de esta ruta.

La organización estima que, desde principios de este año, más de 20.000 africanos se arriesgaron a utilizar los servicios de brutales traficantes a fin de alcanzar las costas yemeníes en un trayecto en el que fallecen como mínimo el 5% de los viajeros. "Más de 100 personas perecen de manera regular en esta travesía, una cifra alarmante que probablemente es incluso mayor porque la costa es muy larga y hay muchos cadáveres que nunca aparecen. El sufrimiento que padecen en ese trayecto alcanza cotas inaceptables", señala Kircher.

Stephen Morrison (EFE)

Unas mujeres tejen y charlan en un campamento para desplazados en Naivasha, Kenia.

"Para maximizar ganancias, los refugiados son trasladados por centenares en embarcaciones que sólo tienen espacio para 30 o 40 personas, a menudo en las bodegas, en espacios sin ventilación. Se les obliga a sentarse en la misma posición durante días y a permanecer sin moverse, muchas veces privados de agua o alimentos", señala el informe.

El maltrato físico también es común. Los entrevistados afirman haber sido golpeados por los traficantes con palos, cinturones o culatas de rifles. MSF trató a muchos por deshidratación y problemas respiratorios. Otros testimonios de supervivientes indican que los traficantes han llegado a arrojar a refugiados por la borda, incluidos mujeres y niños, y un tercio de los encuestados asegura haber presenciado muertes por ahogamiento a lo largo de la travesía. También relatan casos de suicidio cuando el miedo y la desesperación hacía mella en los viajeros.

"Los somalíes y etíopes conocen las condiciones infrahumanas del viaje y la dureza de las mafias. Aún así se lanzan a esta ruta. Eso demuestra su grado de desesperación. A la gente hay que ofrecerle alternativas. Hasta ahora las campañas gubernamentales o de organizaciones como la Unión Africana se han concentrado en disuadir a la gente de que haga la travesía, pero no en buscar otras opciones", dice Kircher. "Además el aumento de los controles en las fronteras de la UE hace que cada vez más gente recurra a los traficantes".

Yemen, uno de los países más pobres del mundo, acoge ya a más de 100.000 desplazados y empieza a mostrar su incomodidad frente al aumento de la demanda de refugio, mientras ve cómo los países ricos de Occidente cierran sus fronteras.

"Esta crisis de refugiados acabará afectándonos directa o indirectamente. Puede desembocar en una radicalización de las sociedades y en un sentimiento anti-occidental", afirma David Noguera, responsable de la Unidad de Emergencias de MSF-España. "Además, demuestra el fracaso absoluto de la comunidad internacional para resolver el problema de los refugiados. Somalia sigue pendiente desde 1991 y la crisis de Darfur también continúa abierta. Se ofrecen soluciones a corto plazo para evitar la entrada de refugiados, pero nadie ha sido capaz de ir al fondo del problema. Es obvio que algo se está haciendo mal".