Bernardo Atxaga: "Es más fácil llegar a mil lectores en euskera que en castellano"

TURÍN (ITALIA).-  Bernardo Atxaga se ha hecho merecedor del premio final Grinzane Cavour por su novela 'El hijo del acordeonista'. Este reconocimiento literario, anunciado en Turín el domingo pasado, y que existe desde hace 27 años, en ocho ocasiones ha anticipado ni más ni menos que el Premio Nobel de literatura. Se disputaron la final con el escritor vasco el alemán Ingo Schultze, autor de 'Vidas Nuevas', y la rusa Ljudmila Ulickcaya, con 'Sinceramente, en Surik'. La selección de los autores finalistas fue el resultado de un largo trabajo del jurado presidido por el escritor marroquí Tahar Ben Jelloun.

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El escritor estadounidense Don DeLillo se llevó el premio 'Una vida para la literatura', mientras que la camerunense Léonora Maino se hizo con el reconocimiento como mejor autora novel por su libro Noche adentro.

La ceremonia de premiación se celebró en el Castillo de Grinzane Cavour, en las Langas, Piamonte. Atxaga llegó cansado y emocionado:"En los últimos 20 días he cruzado tres veces el Océano Atlántico", contó. El escritor estaba en Estados Unidos, en Nevada, diez meses en el CBS, el Centro de Estudios Vascos de la Universidad de Nevada, escribiendo su próxima novela, «un relato de humor negro», reveló. Hace 20 días, fue premiado en Sicilia, en el festival de literatura Mondello, tras lo cual volvió a Nevada, hizo las maletas, se fue a Euskadi, apoyó las maletas y se vino de vuelta a Italia.

Lo cierto es que Atxaga reconoce que debe mucho a los premios literarios."El primer premio que gané fue en España y eso me permitió ser leído a cien kilómetros de distancia de mi casa, lo que antes no era posible", explicó. Ahora las novelas de Bernardo Atxaga están traducidas a más de treinta idiomas, han tenido enorme éxito en Inglaterra y Estados Unidos, y los últimos dos reconocimientos le garantizan un publico italiano. El creador de Bambulo suele contar anécdotas para explicar las cosas: «Cuando escribí mi primer libro, se lo dejé a un amigo para que lo leyera», recordó, "después de un mes, no me decía nada. Cuando fui a su casa, vi que el manuscrito estaba debajo de la botella de aceite: mi desilusión fue doble. Lo que quiero decir es que todos necesitamos ser empujados, necesitamos reconocimientos, aunque esto no se tiene que convertir en lo principal", dijo comentando este nuevo premio.

Según Atxaga, es viable el camino hacia la internacionalización de la literatura en lengua vasca, y es más: considera que para un joven escritor es más fácil "llegar a tener mil lectores si escribe en euskera que si escribe en castellano". "Lo más importante", opina, "es existir, minoritariamente, pero existir".

El escritor vasco confiesa sentirse asfixiado, a veces, por el tema vasco y el terrorismo, siempre presente en sus novelas. "Recuerdo cuando hacía el servicio militar en España, iba en el tren vestido con el traje militar, que era obligatorio. Entonces todo el mundo me veía con el uniforme y me preguntaba qué tal lo estaba pasando en el cuartel, pero claro, mi vida era mucho más que eso", recuerda, y compara: "Ahora la cuestión vasca y de la violencia de ETA se ha convertido para mí en algo que me impide hablar de otras cosas. Pero los libros hablan de muchas cosas, no sólo de un tema».

'El hijo del acordeonista' es un larga narración que se desprende de la muerte en California del protagonista, David, y su voluntad de dejar una autobiografía, escrita en lengua vasca, a su amigo Joseba. Joseba decide enriquecerse y publicar las memorias de su amigo. Se abre así un recorrido que abraza un espacio temporal que va desde los años ’30 a la actualidad, y que se desarrolla entre la ciudad vasca fantástica Obaba (ya protagonista en la novela 'Obabakoak') y California, tocando los temas de la Guerra Civil, el franquismo, el terrorismo, y el alejamiento del país de origen.

"Este libro está caracterizado por un sentimiento de tristeza", explica Atxaga, "al fin y al cabo es un testamento, es una despedida de la vida; habla de la muerte. Mejor dicho, es un recorrido a través de la vida, pero visto desde el último momento". Bernardo Atxaga tiene una teoría acerca de la vida. Cree que la existencia de una persona está dividida en tres partes de aproximadamente treinta años, y cada una caracterizada de manera diferente. Él acaba de entrar en la tercera y cuenta que marcará este pasaje con un cambio radical en sus libros: dejará Euskadi como tema, pero no el euskera como idioma.