¿Cuál crees tú que es el talón de Aquiles de la UE?

El 'no' irlandés al Tratado de Lisboa ha dejado a la Unión Europea al borde del abismo. Los más optimistas repiten que la UE ha escapado de crisis similares a ésta y recuerdan cómo se siguió adelante tras el rechazo a la Constitución de Francia y Holanda. Los jefes de Estado y de Gobierno discuten a partir de hoy en Bruselas cómo encontrar la salida del laberinto en que el los irlandeses han metido a la Europa comunitaria.

CHRISTOPHE KARABA (EFE)

'Euroescépticos' muestran una pancarta en apoyo al 'no' irlandés en el Parlamento Europeo de Estrasburgo.

Lo que sabemos de momento es que la mayoría de los líderes europeos han roto una lanza a favor de un Tratado que consideran que sigue vivo y han abogado por continuar el camino hacia su ratificación. Pero nadie duda que esto abre inexorablemente el debate en torno a la Europa de los 27, cuál crees tú que constituye el principal defecto de la UE. Os proponemos algunos:

• Alejamiento de las instituciones. Numerosos analistas han sacado en claro que el 'no' irlandés al Tratado de Lisboa refleja principalmente el abismo que existe entre los ciudadanos y la Unión Europea. Muchos ciudadanos siguen sintiendo los organismos de la UE como algo ajeno a sus vidas y, por mucho que Bruselas se esfuerce en estrechar lazos, el desconocimiento acerca del funcionamiento de las instituciones y de su vida política, sigue sin paliarse. La idea de crear un organismo sencillo, menos burocratizado y con menos funcionarios cobra fuerza en este sentido.
• Déficit democrático. Aunque uno de los objetivos principales que tiene el Tratado de Lisboa es democratizar las instituciones ampliando las competencias del Parlamento Europeo, para algunos críticos con el modo de funcionamiento de la UE, no es suficiente, ya que se crea la figura de un presidente de la Comisión y un ministro de Exteriores no elegidos por sufragio.
• Una sola velocidad. La llamada 'Europa a dos velocidades' ha sido rechazada en reiteradas ocasiones por los principales líderes europeos, favorables a la convergencia. Sin embargo, con la crisis abierta por el rechazo irlandés a Lisboa, se especula con que la idea de no imponer un sólo ritmo de integración podría ser la gran fórmula mágica que acabara con los problemas derivados de las diferentes sensibilidades respecto a la UE que existen en el continente. La puerta abierta a esta fórmula enseguida ha chocado con las negativas de Merkel y Zapatero.
• Documentos complejos y enrevesados. ¿Son los ciudadanos europeos capaces de entender el contenido de los tratados? Uno de los puntos que más se han criticado de la UE es que, a pesar de su incidencia en la necesidad de acercarse a la gente de la calle, los documentos resultan farragosos e incomprensibles.
• Alejamiento de los problemas cotidianos. Sarkozy, a quien le tocará llevar el timón de la crisis durante su presidencia de turno de la UE, ya ha advertido de que hace falta "cambiar nuestra forma de hacer Europa" para ser más eficaces al servicio de la vida cotidiana de los europeos. Tal y como explicaba en Libération Jean-Pierre Jouyet, secretario de Estado francés de Asuntos europeos, los ciudadanos ven cómo la UE reacciona ante las catástrofes humanitarias en cualquier rincón del mundo, al tiempo que es incapaz de tomar medidas para paliar la crisis económica.
• Mala imagen transmitida por los estados miembros. Los eurodiputados y funcionarios de la UE se quejan de que, cada vez que los gobiernos nacionales tienen que implantar una medida que resulta impopular entre la población, no tienen reparos en achacársela a la Unión Europea. Esta mala imagen transmitida contrasta con la imposibilidad de una UE que, aunque trata de mejorar su política comunicativa, no logra hacer ver los logros conseguidos gracias a los fondos de cohesión.
• La desaparición de la Europa social. El plan Bolonia para las universidades, la jornada de 65 horas semanales, la nueva directiva de retorno de inmigrantes... son todas noticias que provienen de Europa y que contribuyen a crear un clima de desconfianza entre los que piensan que la apuesta por el liberalismo económico de la Unión Europea supone un paulatino desmantelamiento del Estado del bienestar. El protagonismo que los contenidos económicos tenían frente a las exiguas referencias a derechos sociales estuvo en el centro de la negativa francesa a la Constitución europea.
• Una Europa cerrada a la participación ciudadana. Declan Ganley, uno de los principales impulsores del 'no' irlandés, afirmaba el otro día en 'El País' que es necesario recuperar la Europa de la democracia y de los pueblos, a los que no se ha dado oportunidad de opinar. Según datos del Real Instituto Elcano, un 33% de los españoles piensa que la opinión de los ciudadanos no es tenida en cuenta por las autoridades europeas y un 86% está a favor de que los europeos tengan alguna forma de participar en el debate sobre el futuro del continente.