Camioneros de múltiples nacionalidades "comparten sus carencias" en Biriatou

San Sebastián.-  Miles de camioneros de diferentes nacionalidades se ven obligados a convivir en el paso fronterizo de Biriatou, en Irun (Guipúzcoa), donde pasan las horas con escasez de comida, bebida y aseo mientras "conversan", a veces con señas, sobre el oficio y la familia.

ampliar foto

Rumanía, Bulgaria, Portugal, Alemania o Francia son algunos de los países de origen de los miles de transportistas que se encuentran parados con sus vehículos en este paso fronterizo de la autopista A-8, donde provocan colas que alcanzan los siete kilómetros en sentido a Francia y los tres en dirección a San Sebastián.

Los camioneros ocupan el carril derecho de la calzada en ambos sentidos y sólo permiten la circulación de turismos por el izquierdo, lo que causa retenciones intermitentes en la zona, en la que los piquetes registran las furgonetas y hasta los monovolumenes en previsión de que puedan trasladar mercancías.

"Hay miles de historias y en algunos casos excepcionales les dejamos pasar", ha reconocido a los periodistas un camionero que forma parte de uno de los piquetes que permanece en la zona.

Ha relatado el caso de una furgoneta que trasladaba material destinado a montar un circo para niños o el de un camión cargado de carne a punto de perecer que se había quedado ya sin carburante para mantener la cámara frigorífica.

De todas formas, éstos son casos aislados y ningún camión o furgoneta atraviesa la frontera con Francia debido a una huelga que, según denunciaban hoy algunos chóferes, "es de la patronal".

Así lo aseguraba Pedro Silva, un portugués de 45 años que traslada mercancías peligrosas, y que desea salir de Irun y regresar a su país para evitar los perjuicios de un paro que sólo sirve para "engordar a los patrones", ya que los chóferes "van a cobrar igual".

Silva es uno de los muchos camioneros lusos que se encuentran "atrapados" en Biriatou, donde las provisiones alimenticias empiezan a escasear y los camioneros deben convertirse en auténticas amas de casa para lograr que el arroz, las patatas o la carne cocinada en sus hornillos se multiplique y dure lo máximo posible.

Carlos Butallu y su hijo, también portugueses, eran todavía hoy privilegiados, ya que aún guardaban en su camión dos raciones de costilla que, tras comer ya muchos bocadillos, tenían previsto degustar hoy sin poder resistir más la tentación.

Otros compañeros corrían hoy peor suerte, ya que algunos rumanos o búlgaros no tienen "ni comida, ni dinero" para comprar alimentos o darse una ducha por algo más de dos euros en algún hotel o gasolinera cercana.

La Asociación Empresarial Guipuzcoana de Transporte de Mercancías por Carretera (Guitrans) ya ha repartido un millar de bocadillos y ha fletado hoy un autobús hasta el Stadium Gal de Irun, donde unos 70 afortunados han podido darse por fin una ducha.

Sin embargo, para la mayoría de los transportistas esto ha sido imposible, ya que el establecimiento más cercano se encuentra a cuatro kilómetros, lo que supone dejar mucho tiempo una carga que, en algunos casos, requiere el encendido constante del vehículo para mantener su refrigeración.

La convivencia es cordial en esta "Torre de Babel" en la que los camioneros pasan las horas mientras escuchan la radio, "charlan" sobre sus familias o "quedan" en algún camión para ver la televisión, especialmente en plena Eurocopa.