Hasta nunca, fea

466 capítulos después, Telecinco le está dando el paseíllo a Bea, esperpéntica protagonista de una telenovela que se ha convertido en la bandera de la cadena, y que define a la perfección su política televisiva. Valorar la audiencia sobre todas las cosas. En el capítulo emitido ayer domingo, en 'prime time', la secretaria con las cejas de Frida Khalo se volvió loca y se podó una de las cerdas. Tras la mutilación, se miró en el espejo y vio la luz: "Quiero cambiar. Quiero ser feliz". Para conseguirlo puso su cuerpo de homínido en manos de unas amigas que le cortaron las crines, le cambiaron la ropa, le arrancaron el corrector dental, le rompieron las gafas y hasta le untaron babas de caracol. El resultado no fue una sorpresa: ya se había visto en una revista y en cientos de webs dedicadas a la televisión. Una transformación relativa, saldo de Corporación Dermoestética, tras la cual la pobre fea termina hipermaquillada, con la picota como un aguilucho, enseñando muslamen y vendiendo una marca de crema hidratante.

(telecinco.es)

Bea deja de ser 'la fea'

Bea dejó de ser la fea, como todo el mundo sabía que acabaría sucediendo, y ya como Bea la supuestamente guapa firmó su sentencia de muerte: al parecer abandona la serie, que en próximos capítulos dará un giro para intentar seguir chupando de la teta de la audiencia. No se puede pedir mayor coherencia a una producción que, a lo largo de dos años, no ha sido capaz de mejorar un ápice, y sí de acumular todas las miserias de la ficción española: malos guiones, actores espantosos, dirección nefasta, producción tercermundista, falta absoluta de imaginación…

Añádanle un alargamiento absolutamente desproporcionado, en el número de capítulos, y tendrán la peor televisión que se hace en España. Televisión repetitiva, cargada de tópicos, de personajes simplistas, de diálogos vergonzosos, músicas execrables y tramas pueriles. Y es que, queridos lectores, la telenovela más vista de los últimos diez años, con una cuota media de pantalla del 31.3% (3.111.000 seguidores), es una mierda como el sombrero del picador de José Tomás.

'Yo soy Bea' es un producto nefasto, y su desaparición definitiva, total y absoluta, algún día, debería ser un sueño para todos aquellos que aún creen que este medio de comunicación es capaz de entretener con productos dignos.

¿Una televisión que no dé arcadas? Sí, existe. Lo mejor que he visto en los últimos días: el excelente reportaje de Carlos de Vega sobre la campaña de Obama que emitió Cuatro la noche del pasado viernes. Cámara en mano, lenguaje documental e interesantes entrevistas (subtituladas), para una historia contada con enorme frescura, lo cual no es nada sencillo dada la saturación a la que nos han sometido los medios sobre este tema. El avión y el autobús de la campaña, la familia de Obama, la organización, la seguridad… El corresponsal de Cuatro en Estados Unidos se subió a la caravana del aspirante a la presidencia, siguió sus pasos durante cuatro días, y consiguió las primeras palabras que ofrece a un medio español. Un trabajo perfecto. Yes, we can…