El otro culpable de la crisis de los alimentos se esconde en la Bolsa

Los biocarburantes y la demanda de países como China e India, con más de mil millones de habitantes cada uno, han sido los dos culpables más señalados en el alza de precios de los alimentos, el "tsunami silencioso" que amenaza con sumir a millones de personas de los países más pobres en el hambre.

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Un panel electrónico de la Bolsa de Valores de Hong Kong.

Sin embargo, parece haberse olvidado la especulación financiera con productos agrícolas en la Bolsa de Chicago. Éste es uno de los factores que los analistas han señalado como causante del grave aumento de precios en una crisis de origen tan complejo como multicausal.

Ayer, el presidente de la Comisión de Desarrollo del Parlamento Europeo, Josep Borrell, cargó en la especulación la mayor parte de la responsabilidad en el problema. "Cuando el precio del arroz pasa de 400 a 1.000 dólares la tonelada en cinco semanas, es absurdo culpar a los biocarburantes (entre otras razones porque el arroz no se usa para producirlos) ni a ninguna otra variable física", acusó.

Según un informe de la FAO, el exceso de liquidez previo a la crisis financiera, unido al aumento del precio del petróleo, provocó la huida de los capitales financieros, convirtiéndose en un "imán para los especuladores" que buscaban alcanzar resultados más lucrativos.

Fondos de inversión, cajas, bancos e inversores institucionales han aprovechado la coyuntura económica internacional para lanzarse al mercado de futuros de productos agrícolas. La compra de cosechas a largo plazo crea una escasez artificial que, sumada a las expectativas derivadas de la utilización de gran parte del grano para la producción de biocombustibles y a la altísima demanda de cereales, provoca fuertes subidas en los precios.

"La actividad especulativa se ha trasladado a los alimentos ante las tensiones de escasez", explicó Borrell. El parlamentario europeo ha calificado de "impúdicos" los anuncios de algunos bancos "invitando a sus clientes a invertir para sacar provecho de los efectos del cambio climático y del encarecimiento de los alimentos". El alemán Deutsche Bank, por ejemplo, ha sido una de las entidades que ha recomendado a los grupos alimentarios como una inversión segura.

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La especulación con los productos agrarios encarece los cereales.

Para Alicia Langreo, consultora en temas de agricultura y alimentación, la especulación es una resulta más que un motor del aumento, ya que si no hubiera habido crisis, los capitales no se habrían refugiado en un sector como los productos agrícolas. "Donde hay refugio hay especulación", sentencia Langreo. Celso Otero, gestor de carteras en Renta 4 no cree que se le pueda achacar a las inversiones en grano la tendencia alcista, aunque reconoce que la favorece y la acelera. "El mercado no tiene la culpa, porque lo único que hace es ordenar la oferta y la demanda", explica.

Sin embargo, muchas voces críticas tachan de inmorales estas inversiones que pueden acabar ahondando en la malnutrición y el hambre en los países más pobres, a los que creen que se está condenando. También la ONU, a través de su relator para el Derecho a la Alimentación, Olivier De Schutter, ha pedido que se establezcan gravámenes para estas operaciones y ha criticado que la cumbre de la FAO no haya previsto ninguna medida en este terreno, que parece el gran olvidado en el análisis de la crisis.

Eric Zapatero, responsable de seguridad alimentaria de la ONG Acción contra el hambre, opina que esta tendencia financiera está viviendo un gran momento y lo seguirá viviendo, pues el mercado de los biocombustibles, que recibe grandes subvenciones estatales en varios países, es, "dejando a un lado los costes ambientales y éticos", muy rentable.