ROMA.- El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, dio hoy aparentemente marcha atrás en la decisión de su Gobierno de convertir en delito la inmigración ilegal al afirmar que la permanencia ilegal de una persona en Italia sólo puede ser "un agravante" en el caso de que ésta cometa algún delito. Sus palabras han suscitado rápidamente el malestar entre su socio de coalición, la Liga Norte.
El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, dio hoy aparentemente marcha atrás en la decisión de su Gobierno de convertir en delito la inmigración ilegal al afirmar que la permanencia ilegal de una persona en Italia sólo puede ser "un agravante" en el caso de que ésta cometa algún delito. Sus palabras han suscitado rápidamente el malestar entre su socio de coalición, la Liga Norte.
"Personalmente, creo que no se puede perseguir a alguien por la permanencia no regular en nuestro país condenándole con una pena, pero esto puede ser un agravante si comete un delito", explicó Berlusconi durante la rueda de prensa conjunta que ofreció al término de su encuentro con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, tras se preguntado por las críticas recibidas por Italia por parte de la ONU respecto a esta cuestión.
En cuanto a las críticas emitidas por la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Louise Arbour, Berlusconi insistió en que no es un análisis de la ONU sino "una declaración desmentida acerca de una opinión negativa sobre algo que todavía no ha ocurrido" e insistió en que "el Parlamento (italiano) es soberano y decidirá según su conciencia y sentido común".
En su primer consejo de ministros tras su victoria electoral, el Gobierno italiano aprobó un paquete de seguridad que incluía, entre otras medidas, una proyecto de ley para convertir en delito la inmigración ilegal. El texto, que debe ser aprobado aún por las dos cámaras del Parlamento en las que Berlusconi tiene mayoría, estipula que "el extranjero que entra en el territorio del Estado (italiano) en violación" de las leyes "es castigado con una reclusión de entre seis meses y cuatro años".
REACCIONES
Las afirmaciones de hoy de Berlusconi han provocado la sorpresa entre sus socios de la Liga Norte, y el alivio entre la oposición de izquierda, que junto con la Iglesia, se había mostrado muy crítica con las intenciones del Gobierno. Desde el partido de Umberto Bossi, se ha advertido a 'Il Cavaliere' de que con sus palabras "corre el riesgo de decepcionar a los millones de personas que han votado por nuestra coalición y que deben seguir teniendo confianza plena en nuestra coherencia", y el ministro del Interior, Roberto Maroni, afirmó abiertamente que está "sorprendido".
Por su parte, el ministro para la Simplificación y miembro de la Liga, Roberto Calderoli, afirmó que "la previsión de un delito de inmigración clandestina no tiene ciertamente como finalidad meter en la cárcel a todos aquellos que lo cometan, sino una expulsión inmediata tras la sentencia". De la misma opinión se mostró el diputado lingüista Roberto Cota, quien defendió que "el delito de inmigración ilegal es un instrumento óptimo para llevar a cabo de forma inmediata las expulsiones".
En el partido de Berlusconi han optado en cambio por la prudencia. El ministro de Defensa, Ignazio La Russa, dijo que estará "satisfecho" tanto si en el debate parlamentario se mantiene el delito como si se decide convertir la inmigración ilegal en "agravante". "Me parece bien porque el objetivo de disuadir se cumple igualmente", señaló.
Para el líder del Partido Democrático, Walter Veltroni, "Berlusconi, con sus palabras de hoy, ha borrado el delito de inmigración clandestina y da la razón a todo lo que ha dicho la oposición y otras voces críticas que se levantaron" en contra de la medida propuesta por el Gobierno de centro-derecha.
De hecho, las palabras de Berlusconi han sido tan bien acogidas que el Partido Democrático y la Unión de Cristiano Demócratas (UDC) de Pierferdinando Casini --antiguo socio de 'Il Cavaliere' en su último Gobierno-- emitieron un comunicado conjunto en el que toman nota, "con satisfacción, de que el presidente Berlusconi ha archivado de hecho el delito de inmigración ilegal".
En su opinión, las palabras del primer ministro suponen "una marcha atrás explícita e inequívoca" respecto a la política de seguridad que hasta ahora había planteado el Ejecutivo y que "estaba centrada totalmente en ese delito".
Las palabras de Berlusconi se producen precisamente tras el encuentro mantenido esta mañana con el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, con el que precisamente ambos quisieron dar por zanjada la polémica suscitada por las declaraciones de algunos miembros del Ejecutivo español sobre la intención de Italia de convertir en delito la inmigración ilegal.
Zapatero subrayó en la rueda de prensa que ofreció en la cumbre la FAO que con una "política nacional" no basta e insistió en que la "respuesta correcta" a la inmigración ilegal es una mayor cooperación con los países de origen que permita a su vez proceder a la repatriación de los ilegales. Asimismo, consideró que se consiguen "más garantías" cuando se actúa de forma consensuada dentro de la Unión Europea.
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