El niño de la COPE

Una jornada negra para el periodismo de élite: El niño de la COPE se repone en la UVI de la sede de su cadena, tras haber recibido la extrema unción, de las graves heridas sufridas en el mano a mano con El niño de Rajoy. Han sido tres miembros de su propia cuadrilla, Aguirre, Acebes y Zaplana, quienes, por sorpresa y con saña, han corneado al diestro de los obispos en sus partes más íntimas. "Nunca me he fiado mucho de los políticos", susurró el bueno de Losantos al abandonar, con evidentes síntomas de desgarro anal, el juicio por injurias a Gallardón.

Bernardo Rodríguez (EFE)

Empitonado!!

A Losantos, para qué negarlo, se le había ido la mano con el alcalde: "Lo repito, alcaldín, 200 muertos, 1.500 heridos y un golpe brutal para echar a tu partido del Gobierno. Te da igual, Gallardón, con tal de llegar tú al poder". También le llamó traidor, bandido, farsante redomado, lacayo de la oposición y hasta hijo de Satanás. Tras semejante descarga de adrenalina, no es de extrañar que ayer por la mañana Losantos llegase de excelente humor al Juzgado número seis de lo Penal de Madrid. Hasta se paró en la puerta para poner su mejor sonrisa a disposición de los fotógrafos. Poco imaginaba el locutor que, inmediatamente después, ese rictus risueño se tornaría mohíno: "han hecho un ejercicio de manipulación y caradura total", dijo, acusando a los duros del PP, sus testigos en el juicio, sus socios, sangre de su sangre… de traición.

"El primero que se pone en guardia contra el traidor es cabalmente aquel en cuyo favor cometió el traidor su traición", escribió el filósofo y poeta hispano musulmán Yehudah Haleví. Nació en Tudela allá por 1070 y, en este escueto análisis de la deslealtad y la vileza, resume a la perfección un juicio que, si no me equivoco, seguirá proporcionándonos momentos de sana diversión.

Piensen que al locutor sólo le queda Pedro J., su socio en la investigación del 11-M y en Libertad Digital. El periodista con tinta de calamar en la venas llegó al juicio con un libro bajo el brazo: "Freedom for the thought that we hate", del premio Pulitzer Anthony Lewis. El columnista del New York Times cuenta en esas páginas la lucha por la libertad de expresión en Estados Unidos, "a través de la evolución de la interpretación judicial de la Primera Enmienda, que en su literalidad se limita a establecer que el Congreso no promulgará ninguna ley que restrinja la labor de la prensa". El entrecomillado es una selección del propio Pedro J., que ya habló de este libro en su "Carta del director" del pasado 30 de marzo.

En el universo de los grandes periodistas hasta el gesto más pequeño, aparentemente insignificante, tiene un sentido, una razón de ser, un porqué. ¿Qué pretende, por tanto, el director de El Mundo presentándose en el juicio de su colega Losantos con un libro que, evidentemente, ya ha leído? La primera posibilidad es que, al tratarse de un periodista extremadamente sutil, de larguísimo recorrido e infinita agudeza, utilice este método subliminal para enviar un mensaje sobre la libertad de expresión a los observadores más perspicaces de la actualidad. Pero también podría ser la consecuencia de una deficiencia en la mecánica de interpretación de textos: necesita leer los libros al menos dos veces para entenderlos. Incluso podría ser un simple truco de adolescente salido: la portada es, evidentemente, la del libro, pero en su interior esconde el último número de la revista Private.

En cualquier caso, y como dijo anoche Buenafuente, cuando termine el juicio puede que El niño de la COPE tenga que firmar sus deposiciones radiofónicas como Federico Jiménez 'Losiento'. Me extrañaría.