Sanz Roldán, "director ejecutivo" de una empresa llamada "Fuerzas Armadas"

Madrid.-  El general Félix Sanz Roldán, jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad), dirige lo que ejemplifica como una "empresa" de "tremenda complejidad", como son las Fuerzas Armadas, empleo que considera "un gran honor".

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(EFE)

El general Félix Sanz Roldán , jefe del Estado Mayor de la Defensa, que recibirá la Medalla de Oro de Castilla-La Mancha, dirige lo que ejemplifica, en una entrevista con Efe como una "empresa" de "tremenda complejidad", como son las Fuerzas Armadas, empleo que considera "un gran honor".

"Que no pierdan el tiempo", afirma entre risas cuando se le pregunta si ha recibido alguna oferta de la empresa privada, dada su capacidad de manejar a todo un ejército de tierra, mar y aire con presencia desde Denver (EEUU) hasta Singapur, como le gusta decir.

Las imponentes cifras avalan sus palabras: no hay empresa en España, dice en una entrevista con Efe, que sirva 300.000 comidas diarias, tenga 38 flotas de aeronaves, maneje seis millones y medio de piezas de repuesto o tenga en sus cuadras ocho razas de caballos de pura sangre.

Sanz Roldán (Uclés, Cuenca, 1945) recibirá el sábado la Medalla de Oro de Castilla-La Mancha en los actos del Día de la Región, algo por lo que se siente honrado, pero "un poco abrumado".

Desde su acogedor despacho semiovalado, decorado con cuadros con escenas de batallas y una de las tres "veteranas" radios que posee -"mire que bien funciona", dice ufano al encenderla-, el general dirige los destinos de 130.000 uniformados y maneja un presupuesto que se desembolsa a razón de un millón de euros a la hora.

El 13 por ciento de los militares son mujeres, "sin restricciones" a la hora de elegir el trabajo o el arma preferida, con lo cual se evitan potenciales problemas discriminatorios, de ahí que solamente haya cuatro destinadas en submarinos.

El general dice con orgullo que está rodeado en su trabajo de mucha gente, 350 oficiales "de primera calidad", que le ayudan en los "sobresaltos continuos", para hacérselos "más llevaderos".

Sin embargo, reconoce que a la hora de la verdad "el jefe casi siempre está solo porque las grandes decisiones, por mucho que te ayuden tus subordinados tienes que tomarlas solo y empeñar tu responsabilidad" y eso "produce un desgaste intelectual muy grande y hay días que llego a casa que no puedo más".

"Aquí cada día ocurre algo diferente. Vengo al despacho con mi agenda, y es muy raro el día que llego a las cuatro de la tarde con la agenda sin destrozar. Me ha ocurrido de todo", dice.

Alude, en ese sentido, a los 3.000 hombres en operaciones en "ambientes hostiles que piden instrucciones" o a cuando "llega una llamada de teléfono y nos dicen que compañeros nuestros han muerto o que piratas han secuestrado un barco".

Es un momento "excepcionalmente duro" cada vez que "te encuentras a la madre o la novia de un joven paracaidista que ha muerto en Afganistán y decirle: yo mande a tu hijo allí y ahora no te lo devuelvo".

"Mis compañeros que han muerto en el tiempo que he sido jefe del Estado Mayor de la Defensa van a ser al final de los días el recuerdo que más tiempo va a perdurar en mi memoria", dice con solemnidad.

Las Fuerzas Armadas españolas han desplegado cerca de 100.000 uniformados en misiones de paz en el exterior desde 1991 y el general resalta orgulloso que "ni uno solo ha cometido un acto del que sentirnos avergonzados".

Por el contrario, destaca las labores de ayuda y pone el ejemplo de un padre que pide a un hijo en Afganistán que acuda a ese vehículo con un "paño rojo y amarillo porque ellos sí nos van a ayudar", cuando su hija resultó herida de gravedad en la cara por los mordiscos de un perro.