Berlín recuerda el holocausto gay

BERLÍN.- Entre cinco y diez mil homosexuales fueron asesinados en campos de concentración nazis, en el curso del régimen de Adolf Hitler. 75 años después de las leyes que condenaban la «diversidad» de gays y lesbianas, la ciudad de Berlín dedica un monumento a estas víctimas inocentes que, durante mucho tiempo, fueron ignoradas. Un cubo de cemento gris, alto, de cuatro metros, instalado cerca de la puerta de Brandeburgo, recordará, a partir de hoy, el Holocausto de los homosexuales.

(EFE)

El monumento tiene pocos ornamentos para evitar vandalismo.

El proyecto del monumento está firmado por los arquitectos Micheal Elmgreen, danés, e Ingar Dragset, noruego. El diseño es el resultado de un esfuerzo para evitar actos de vándalos. Por esta misma razón, no hay, en sus paredes, algún tipo de ornamento, sólo una ventana y detrás de ella una película incesante que documenta el amor homosexual.

"Es una feliz/triste solución de compromiso", explicó a la prensa alemana Albert Eckert, jefe del comité para el memorial del holocausto gay. "Estamos contentos porque el monumento está listo a tiempo para el aniversario número 75 de los asaltos sobre el Magnus Hirschfeld Institute, que significaron el comienzo de la persecución en contra de los gays, durante el Nazismo". "Sin embargo, estamos tristes porque fue necesario demasiado tiempo para llegar a este punto. Los gays que fueron presos por los nazis estaban todavía en prisión en los años 50 y 60, porque las leyes anti-gays no fueron derogadas hasta 1969".

Hace 75 años, en mayo de 1933, las tropas nazis entraron en el instituto de investigación y sexología de Berlín, fundado por Magnus Hirschefel, un médico alemán paladín de los derechos de los homosexuales. Todos los libros del instituto fueron llevados a la cercana plaza de la Ópera y quemados. Por un chiste de la suerte, Ernst Roehm, comandante de la expedición, era homosexual, y fue ajusticiado por Hitler al año siguiente.

Deportados en los campos de concentración, los gays estaban obligados a llevar un triángulo rosa para señalar a quienes estaban considerados sexualmente afeminados. Mientras las lesbianas (hay menos casos documentados) estaban obligadas a llevar un triángulo negro, pues significaba que eran unas 'asociales'.

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Después de la guerra, esta página oscura de la violencia nazi permaneció oculta, también gracias a una legislación que seguía discriminando a los homosexuales. Los gays fueron excluidos de las leyes acerca del resarcimiento a las víctimas del régimen nazi, votadas en los años 50.

En la inauguración de hoy no pudo estar presente ningún superviviente de los campos: el último testigo, Pierre Seel, francés de la región de Alsacia, murió en noviembre de 2005. En un libro publicado en 1994, Seel contó su trágica experiencia de cuando vio a su novio de 18 años devorado vivo por los perros frente a otros prisioneros.

La inauguración del monumento causó cierto debate en Alemania. Algunos políticos tomaron distancias también para mantener la atención baja y evitar episodios de violencia homófoba. Sin embargo, la iniciativa fue defendida de manera fuerte por el alcalde de la ciudad, Klaus Wowereit, un gobernante gay e iluminado, que en su primera campaña electoral declaró « ¡Ich bin Schwul un das ist gut so!» («soy maricón y está bien así»).