Los viejos rockeros nunca mueren. Ni con crisis económica

Felipe González y Rodrigo Rato se han subido a un escenario juntos por primera vez para hablar de la crisis económica. Mientras el ex presidente mantiene que el ajuste será "duro pero rápido", el ex vicepresidente sólo atisba una mejora en la liquidez de los bancos.

(EFE)

Rato, Antonio Brufau, presidente de Repsol YPF y Felipe González.

Los aplausos estallaron al mismo tiempo que el ¡ta-chan! de la ráfaga musical de Repsol. Y allí estaban. Rato y González, González y Rato. No eran un nuevo dúo dinámico, incluso aún son más jóvenes que Manolo y Ramón. Los dos hubieran preferido ser comparados con Simon y Garfunkel. Parecían ligeramente atribulados por el exceso de espectáculo, tanto ruido, música y focos.

Aparentemente, el que mejor se sentía encima del escenario era Antoni Brufau, el presidente de Repsol. Como era el que pagaba a los rockeros, se permitió hacer de telonero y con derecho a la foto entre semejantes monstruos de la política nacional. Ya lo dijo el presentador: "Señoras y señores, está es la primera vez que ambos intervienen juntos en un acto público".

El espectáculo lo comenzó un Rato formal, con guión de conferencia y no texto corrido, cuadros económicos cedidos por Repsol y el Banco Mundial. Advirtió que acabamos de despedir a la expansión económica más larga de los últimos años, cuya agonía se inició en el verano del 2007 para morir en el 2008. "Ya no volveremos a ver --en mucho tiempo-- precios del dinero como los que hemos visto hasta hace unos meses" se lamentó el ex vicepresidente y ministro de Economía de Aznar. Luego se explayó en desarrollar un discurso de ex-alto cargo del FMI, muy lejos del que algunos hubieran deseado, propio de un político-económico español y del PP.

La desigualdad se convirtió en el eje central de la última parte de su exposición, al reconocer que el crecimiento económico disminuye la pobreza. Y sin embargo, la desigualdad en el mundo -la pobreza relativa-- no se reduce aunque aumente el PIB. Citó como ejemplo el caso de China "que crece a tasas brutales, pero también crece la desigualdad. Ese será el factor político concluyente en los próximos años, según Rato. Una expansión económica global, la primera que ha tenido lugar en todo el mundo, y sin embargo ha traído consigo un aumento de las desigualdades". Para reducir ese abismo entre crecimiento económico y desigualdad "no vale el proteccionismo --en opinión de Rato-- sino las políticas de acceso a una mejor educación y a la sociedad del conocimiento".

Aplausos rotundos a la intervención del exdirector del FMI por parte de los más de 300 directivos de todo el mundo de Repsol. A continuación, entrada en escena del ex presidente del Gobierno, Felipe González.

Al hilo de Rato...

Felipe comenzó su parte en el espectáculo al "hilo de lo que ha dicho Rodrigo Rato" y sin papeles. Recordó al auditorio que ahora le apasionan los temas de energía, por encargo de la UE y por encargo de un grupo de trabajo en el que participa también para América Latina. Aunque el esfuerzo que está haciendo sobre la prospectiva energética para la "Unión (Europea) más conduzca a la melancolía que a otra cosa". Porque Felipe González sueña con que Europa sea capaz de elaborar un modelo energético unido, capaz de tener en cuenta el medio ambiente, el crecimiento mundial, el futuro. Un modelo que luego fuera seguido por EEUU y China. Por ejemplo. González sabe que es un imposible, aunque "si no se hace una verdadera revolución en el planteamiento energético de Europa, o no hay una verdadera voluntad política de discutir temas como la energía nuclear" habrá poco que hacer.

González, además, considera "una broma" echar la culpa a los biocombustibles del aumento de precio en los alimentos. "No conozco a nadie que utilice el arroz como biocombustible"apuntilló, en un viaje de su discurso, a veces tan caótico como brillante. El ex presidente terminó por solicitar a los gobiernos industrializados una mejora de la "previsibilidad en la toma de decisiones de los gobiernos."

Acabadas las dos intervenciones, los aplausos volvieron a atronar la sala. Hubo momentos en que una oleada de melancolía recorrió las espaldas de alguno de los asistentes, porque la billantez de "estos dos monstruos nos hace recordar la mediocridad en la que nos vemos ahora, tanto con Rajoy como con zapatero y sus segundones. Todos serviles" recordaba un directivo de Repsol, que en tiempos estuvo vinculado a la política.

¿Y la química entre González y Rato funcionó? Pues el ex presidente del Gobierno estuvo más abierto hacía el ex ministro, más cordial, menos formalista y, desde luego, tratándole siempre como Rodrigo Rato. Mientras que Rato aguantó el tipo más serio, le costó sonreir a las gracias de Felipe. Aunque terminó por ceder, cuando el propio ex vicepresidente utilizó una expresión: "Soplar y sorber al mismo tiempo ya nos han dicho los gallegos que no se puede hacer" comentó Rato. Momento que utilizó González para colar un "pero Rajoy lo hace", que fue seguido de una sonrisa de Rato. Ni una concesión más. Porque Rodrigo Rato, en su vida como político, nunca ocultó que no le entusiasmaba Felipe González, ni dentro ni fuera del Parlamento. Quizá por eso, el ex vicepresidente nunca se apeó del protocolario "como dice el presidente González", mientras que Felipe se sirvió del como dice Rodrigo o simplemente, Rato.

Pasadas las 12,30, terminó el espectáculo con una visión del futuro económico esperanzador. Mientras Rato se apuntaba a los tibios datos de mejora "porque los bancos comienzan a tener algo más de liquidez, pero me preocupa la combinación de alta inflación y bajo crecimiento", González fue más rotundo. "Quizá porque llevo más tiempo fuera del poder" y se marcó un pronóstico: "la crisis --porque es una crisis- va a continuar un tiempo. Tendrá un ajuste duro pero rápido y ese ajuste traerá consigo un desplazamiento "de las relaciones de fuerza del mundo".

Y con otro ta-cham y la salva de aplausos, los dos viejos rockeros se bajaron del escenario. A petición propia, salieron por la puerta de atrás para no soportar a los periodistas, no fuera que a uno le preguntaran por Montilla y la financiación autonómica y al otro por María San Gil y el PP.