Un informe avala la lucidez y coherencia del acusado de matar a su mujer de 18 puñaladas en Roquetas de Mar

Almería.-  Noureddine Sourroukh, el marroquí acusado de asestar 18 puñaladas a su mujer Khadija Nejjar, hallada muerta en la bañera de su vivienda en Roquetas de Mar (Almería) en septiembre de 2006, no presentaba ninguna alteración de sus capacidades cognitivas y volitivas y se mostraba "lúcido y coherente".

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(EFE)

Un agente de la Guardia Civil traslada a la prisión provincial de El Acebuche (Almería), al marido y homicida de Khadija Nejjar, hallada muerta el 5 de septiembre en la bañera de su domicilio.

Así lo han afirmado en la segunda sesión del juicio por el procedimiento de jurado que se celebra en la Audiencia Provincial las peritos que efectuaron el informe psiquiátrico del imputado, que enfrenta una petición fiscal de 15 años, por 25 de la acusación.

La defensa pide el sobreseimiento de la causa al considerar que su cliente no participó en la muerte de Khadija y al subrayar que éste presenta un supuesto trastorno mental que él mismo trató de acentuar en su declaración ayer, en la que aseguró no recordar haber tenido nunca mujer y dos hijas.

Frente a esta versión, las peritos han asegurado que Noureddine no presentaba alteración conductual alguna más allá del estado depresivo derivado de lo ocurrido, además de afirmar que el psiquiatra que le practicó el primer examen de urgencia dictaminó que mantenía un discurso incoherente "manipulado" en función de sus intereses.

Antes de este testimonio, los forenses que practicaron la autopsia y la primera exploración a la mujer, hallada muerta a las 23.00 horas del 5 de septiembre en el interior de su bañera con 18 puñaladas asestadas todas ellas cuando estaba viva, han apuntado que pereció desangrada unas 48 horas antes de la localización.

Dos de las cuchilladas asestadas, que le alcanzaron el pulmón, fueron mortales, han afirmado los forenses, que han detallado como datos más significativos que el agresor de Khadija, que pereció en menos de una hora, le propinó dos puñaladas de degüello, una en la cabeza y otra en la espalda.

La forense que se encargó del levantar el cadáver y los agentes de la Guardia Civil que practicaron la inspección ocular de la vivienda en la que ocurrieron los hechos, ubicada en la calle Vicente Aleixandre, han coincidido en que, lo que más les llamó la atención al penetrar en el domicilio, fue que todas sus estancias, incluidas las paredes, se encontraban repletas de sangre.

El episodio, tal y como han desgranado tres agentes, se inició en la cocina probablemente poco después de que la mujer llegara de Marruecos, donde se cobijó unos días tras ser amenazara por su marido, puesto que sus maletas estaban aún en el recibidor, y la llave permanecía en la cerradura.

El grueso de la agresión se produjo en el comedor, en el que un gran charco de sangre dominaba la escena, desde la que partía una señal de arrastre por toda la vivienda que culminaba en el cuarto de baño, donde la mujer fue localizada acurrucada, vestida y con su documentación y dinero bajo la ropa.

Antes de huir, el acusado se habría cambiado de ropa dejando en la estancia las prendas plagadas de sangre, además de registrar todo el inmueble al parecer en busca de dinero y documentación para marcharse, ha apreciado uno de los agentes.