Un gobierno racista que aumenta la ayuda al desarrollo

MADRID.-  El gobierno español es racista por dejadez. Es la conclusión que se desprende del estudio presentado ayer por Amnistía Internacional (AI), que habla de una "desgana que aleja a España de sus obligaciones y compromisos internacionales". Entre otras cosas, el informe critica ciertas leyes que, según la ONG, contienen artículos contrarios al principio de no discriminación y podrían ser incluso inconstitucionales, citando como ejemplo la Ley de Extranjería. Además, acusan al gobierno español de no trasponer adecuadamente las directivas comunitarias en relación al racismo, no contar con organismos nacionales contra las agresiones racistas, carecer de un plan integral contra la xenofobia y no haber ratificado "al menos diez tratados internacionales importantes" en este campo.

Cristobal Garcia (EFE)

AI exige un Plan integral para la lucha contra el racismo.

El ego solidario español se crecía hace menos de una semana con un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Somos el país que más aumentó en 2007 su ayuda al desarrollo. Ya destinamos a la cooperación un 0,41% del PIB (Producto Interior Bruto). "La ayuda al desarrollo sigue siendo mínima", sentencia Begoña Sánchez, la portavoz de SOS Racisme. Es el primer jarro de agua fría para bajarnos los humos, máxime teniendo en cuenta que el informe de AI nos sitúa a la cola de Europa a la hora de combatir el racismo.

Sánchez no ve ninguna contradicción entre ambas políticas, aunque lamenta que no sean complementarias. La portavoz de SOS Racisme explica que es más fácil ayudar al desarrollo en el extranjero que fomentar la integración en el patio de casa. "La ayuda al desarrollo está socialmente bien vista, pero implica una solidaridad lejana", comenta Sánchez, quien explica que el racismo se da en "el día a día y la convivencia en tu territorio".

Uno de los datos que aporta el estudio de AI es que en España se producen 4.000 ataques racistas al año. Aunque otra de las principales críticas del informe es que el gobierno no ofrece datos oficiales precisos sobre agresiones xenófobas. Sánchez está segura de que se denuncian muy pocas de las agresiones que se producen. "No hablamos sólo de violencia física", aclara. De hecho, SOS Racisme presentará su propio informe sobre racismo en España el 17 de abril y, según nos ha adelantado, no se atreven a hablar de un aumento del racismo, pero sí de un crecimiento en las manifestaciones y espacios que se consideran racistas. No quiere decir que haya aumentado el porcentaje de población racista en nuestro país, pero Sánchez no niega que, al haberse diversificado las actuaciones que se consideran agresiones racistas, es lógico que aumente la cifra de ataques de este tipo.

La falta de investigaciones estadísticas dificulta, según Itziar Ruíz-Giménez, poder decir si hay o no un aumento del racismo en España. Ruíz-Giménez es la responsable de inmigración de Amnistía Internacional, y explica que lo que sí se aprecia es un aumento en las encuestas de respuestas que vinculan la inmigración con la delincuencia o que, en general, perciben la llegada de extranjeros como algo negativo. Esto, "supone un caldo de cultivo para actitudes racistas", alerta esta experta.

"Cualquier actitud racista atenta contra la dignidad de la persona", asegura Sánchez, y aunque es evidente que una paliza condiciona inevitablemente la conducta de cualquiera (lesiones aparte, genera miedo, inseguridad y rechazo), los insultos, malas miradas y otros comportamientos discriminatorios también inciden sobre la vida cotidiana. Y cada uno asimila esto como puede. Tal y como detalla Sánchez, los hay desde los que se lo toman con resignación hasta los que están hipersensibilizados y ven ofensas donde no las hay.

Repudiados en casa

"El racismo está presente en todas las sociedades" -asegura Sánchez al preguntarle si los inmigrantes son racistas entre sí- "y el que es racista, lo importa cuando viaja". Como ejemplo, cita el rechazo que se da en ocasiones por parte de los marroquíes hacia los inmigrantes del África subsahariana, más negros. Sin embargo, aunque estas situaciones comienzan a darse, explica que "son mínimas", puesto que es poca la presión discriminatoria que puedes provocar en una sociedad en la que tú mismo eres una minoría.

M. Moreno

Gitanos en Murcia

Así contado, parece que el racismo en España se da sólo desde los españoles hacia los extranjeros. Falso. Ruíz-Giménez insiste en que la xenofobia no está necesariamente ligada a la inmigración, y explica que el racismo consiste en una discriminación por motivos étnicos, no nacionales. De hecho, uno de los puntos negros que denuncia el informe de AI es el racismo hacia la población gitana, mayoritariamente española en nuestro país.

Según Ruíz-Giménez, que se basa en datos de 2005 del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), 4 de cada 10 españoles no quieren tener a gitanos como vecinos. Lo que es más, un 25% de padres manifestaron que prefieren que sus hijos no compartan clase con gitanos, mientras que el porcentaje se reducía al 9% cuando el rechazo se refería a los inmigrantes en las aulas.

Esto refleja para Ruíz-Giménez la discriminación a la que se ha sometido a los gitanos "durante siglos". Explica que tenemos una serie de prejuicios que nos llevan a asociar a los gitanos con delincuencia y conflictividad. En cuanto al frecuente argumento de que los gitanos no se esfuerzan por integrarse, esta experta lo ve como parte de las justificaciones que nos damos a nosotros mismos para reforzar nuestros prejuicios. Le cuesta creer que alguien quiera ser marginado.