Cuando soñábamos con 8 y 16 bits (II)

Durante los años 80 y principios de los 90 el paisaje de la informática de consumo llego a ser muy plural. Windows fue bastante tiempo tan sólo una interfaz gráfica del MS-DOS y el Mac era un ordenador bastante caro. Así, los que buscaban imágenes y sonidos vibrantes a buen precio tenían que mirar hacia otra parte. Si hace unos días, en la primera parte de este artículo hablábamos de Sinclair y Amstrad, ahora les toca el turno a Commodore y Atari, las empresas que plantaron cara a Microsoft y a Apple en el territorio de los 16 bits.
El Commodore 64 fue el ordenador más vendido de la historia, con 30 millones de unidades desde su aparición en 1982. Después vino el Amiga: su potencia era tal que, en las primeras demostraciones privadas del aparato, los inversores preguntaban dónde estaba oculto el ordenador capaz de mostrar esos increíbles gráficos.

Commodore, piedra angular de la multimedia

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Se vendieron 30 millones

¿Piensas que el ordenador más vendido de la historia es alguna máquina basada en Windows? ¿Quizá algún modelo de Mac? Nada de eso, se trata del Commodore 64, del cual se vendieron 30 millones de unidades desde su aparición en 1982. Entre los puntos fuertes del C64 se encontraban su eficiente gestión del color, su capacidad para gestionar tres canales de sonido, el aceptar cartuchos como los de las videoconsolas, y la posibilidad de ser equipado con periféricos bastante interesantes. A este aparato se le podía conectar, además de la clásica pletina de casete, una unidad de discos de 5 1/4, similar a la de los PC de IBM; impresoras y un módem con el que aceder a las BBS antecesoras de internet. Estas cualidades hicieron que se desarrollase para él un interesante catálogo de programas profesionales, como procesadores de texto, bases de datos u hojas de cálculo. Esto lo convertía en una alternativa de bajo coste ante ordenadores más profesionales.

Sin embargo, el C64, como todos los ordenadores de su segmento, fue utilizado sobre todo para jugar. Los programadores de videojuegos parecían adorarlo. Un procesador que no estaba nada mal, una memoria de 64 kb (los 16 kb de ventaja frente a los primeros Spectrum eran críticos), y sus capacidades para sonido y gráficos hacían palidecer a los propietarios de otras máquinas similares. De hecho, era frecuente que la mejor versión de un juego de 8 bits fuese la que aparecía para este ordenador, el cual tuvo un sucesor bastante interesante: el C128. Este aparato, equipado con 128 Kb, en realidad era un ordenador algo distinto al C64, pues además de poder usar los programas de su hermano pequeño podía cargar en su unidad de discos el sistema operativo CP/M, el cual llegó a ser barajado en su momento por IBM como una alternativa al MS-DOS.

Esto le confería un potencial profesional a tener en cuenta por aquellos a quienes les producía pánico enfrentarse a los áridos PC del momento, no mucho más potentes que el C128 y sin tarjeta gráfica (algunos sólo podían representar texto en sus terribles pantallas de fósforo verde). Pero las posibilidades del C128 no fueron del todo explotadas. Si se programaban títulos exclusivos para esta máquina, los desarrolladores tenían que dar la espalda a los millones de usuarios del C64, algo ruinoso para cualquier empresa. Pese a ello, aparecieron ciertos programas que confirmaban la gran calidad que el sistema podía alcanzar. Sin olvidarse de sus exitosas máquinas de 8 bits, Commodore dio en 1985 un salto histórico en la informática poniendo a la venta el Amiga.

Amiga, ¡con ratón y todo!

Este ordenador de 16 bits era el más potente del momento en el segmento de la informática de consumo, superando en todos los aspectos a los PC y a los primeros Mac. A él se le debe que el concepto de multimedia fuese por fin una realidad. Desarrollado por un grupo de ingenieros independientes, al frente de los cuales estaba Jay Miner, fue el primer ordenador, tras el Lisa y el Mac de Apple, en venir equipado de serie con un ratón. Su potencia era tal que, en las primeras demostraciones privadas del aparato, los inversores preguntaban dónde estaba oculto el ordenador capaz de mostrar esos increíbles gráficos.

Su capacidad para representar imágenes se encontraba a años luz de cualquier cosa que pudiese lograr un PC, pues podía mostrar en pantalla 4.096 colores y era capaz de gestionar gráficos 3D. Su sistema operativo se basaba en una interfaz gráfica multitarea, disponía de una tarjeta de sonido estéreo de cuatro canales con capacidad para sintetizar la voz, gestionaba hasta seis megas de memoria RAM, podía conectarse a un disco duro, a un módem, a cámaras de vídeo, a instrumentos musicales, a tabletas gráficas, a impresoras láser, y con el tiempo incluso a unidades de disco óptico. Todo era posible gracias al microprocesador más avanzado del momento: el Motorola 68000, el primero de una familia que fue utilizada hasta la segunda mitad de los 90 por Apple en sus Mac. Para poder entender hasta qué punto fue revolucionario el Amiga sólo hay que pensar que los PC no se pusieron a su altura hasta once años después, cuando en 1995 Microsoft puso a la venta su Windows 95 e Intel comercializó el procesador 486.

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A años luz de un PC

Con semejantes referencias el potencial creativo del ordenador era enorme. De hecho, Andy Warhol estuvo en una presentación de Amiga realizando con él un retrato de Deborah Harry, cantante de Blondie. Los programadores de videojuegos apenas podían creer que esa máquina, con una potencia superior a la mayoría de las placas de las recreativas, pudiese estar a su disposición. Fueron muchos los videojuegos míticos que aparecieron para Amiga, pero también eran importantes las aplicaciones multimedia. Cuando aún no existían cosas como Photoshop o 3D Studio el Amiga disponía ya de software como Deluxe Paint, un editor de gráficos bitmaps cuyo sistema de archivos, el IFF, sigue vivo, o Sculpt 3D, un programa para crear sorprendentes gráficos tridimensionales que se hizo un hueco en las productoras de televisión. Además, existían programas profesionales para música, para realizar titulaciones en vídeo, para autoedición, y para otros muchos trabajos creativos.

También el mundo de la emulación empezó a dar sus primeros pasos con el Amiga, apareciendo para la plataforma emuladores (poco operativos, eso sí) del ZX Spectrum, del Commodore 64, e incluso ¡del MS-DOS y Mac OS! Sin embargo, el mercado de profesionales creativos aún no era lo suficientemente importante para que el ordenador pudiese aguantar la presión del PC. Aunque tenía capacidad de sobra para cargar software de gestión, como procesadores de textos u hojas de cálculo, no fueron muchos los programas que aparecieron de este tipo, y los que lo hicieron eran poco conocidos. Los desarrolladores preferían lanzar este tipo de software para la plataforma PC, mucho más consolidada en las empresas. Por otra parte, como sistema de videojuegos era un tanto caro. En este terreno perdió definitivamente la batalla cuando aparecieron las primeras videoconsolas de 16 bits.

Resistencia numantina

Estos factores provocaron que poco a poco Commodore perdiese terreno frente a los PC. Pese a sus muchos intentos de renovar el Amiga, que aún cuenta con seguidores de espíritu numantino, en 1994 -cuando los PC hacían sus primeros pinitos en el terreno de la multimedia- la empresa puso en el mercado su último modelo de Amiga: el 4000. Poco después, Commodore, víctima de sus desesperados intentos por mantener viva la plataforma, quebró ante el auge de los PC baratos. De hecho, Apple estuvo a punto de correr la misma suerte. No obstante, la marca recientemente ha reaparecido. A los actuales propietarios del logo C= parece no irles nada mal con su explotación. Se dedican a vender PCs de alto rendimiento para juegos, que cuentan en su Bios con un buen repertorio de juegos del C64; gestionando también los derechos de estos títulos para su uso en la Nintendo Wii.

No obstante, la fidelidad de los seguidores del Amiga, muy convencidos del potencial del sistema, siempre ha sido grande. Han sido muchos los intentos por renovar la plataforma, algo difícil al no estar liberada, y adaptarla a los nuevos tiempos. Así, se desarrollaron varias versiones del sistema operativo Amiga OS, cada vez más parecidas a Linux, que corrían sobre ordenadores PC. Todo esto convirtió la historia del Amiga en una especie de culebrón interminable. De hecho, incluso hoy la plataforma oficialmente no ha muerto. La empresa que gestiona la marca Amiga desarrolla cierto software para PC y PDA inspirado en su sistema operativo. Pero donde de verdad podemos disfrutar hoy del Amiga es en el terreno de la emulación, algo que se debe al potente Winuae.

Atari, de los videojuegos a los estudios de grabación

La empresa Atari es conocida mundialmente por ser la primera que comercializó un sistema doméstico de videojuegos: la videoconsola 2600. Le siguieron varios sistemas, que con la eclosión de los ordenadores de 8 bits comenzaron a perder terreno. La reacción de esta empresa estadounidense fue poner a la venta sus propios ordenadores de 8 bits, aunque en Europa la verdad es que no gozaron de un gran éxito. En 1984 el siempre difícil Jack Tramiel, tras hacerse con la compañía y abandonar Commodore, intentó -con la esperanza de fortalecer Atari en el terreno de los 16 bits- hacerse con el Amiga, pero fracasó cuando Commodore ofreció a Jay Miner cuatro dólares por acción en lugar de los dos que ofrecía Tramiel.

Pese a todo, Atari no tiro la toalla y se puso a hacer los deberes para alumbrar un sistema de 16 bits de alta calidad y bajo precio. El fruto de sus esfuerzos fue el Atari ST, un ordenador que sin llegar a tener la potencia del Amiga, rivalizaba dignamente con la máquina de Commodore, plantando cara también en Estados Unidos a la plataforma Mac, sobre todo en el área de la autoedición. De hecho, uno de los lemas comerciales del ST fue 'power without price', potencia sin precio, en alusión a los Mac de la época. Además, el ST dispuso muy pronto de programas de sonido bastante profesionales debido a su MIDI interno. De hecho era bastante fácil encontrar un ST en un estudio de grabación de la época, algo que se debe a que fue en esta plataforma donde surgieron programas como el popular Cubasic. También en el terreno de las artes gráficas el ST gozó de cierto auge, pues disponía de software de gran calidad. Sin embargo, lo ajustado de su precio (en el segmento de los 16 bits fue durante cierto tiempo la máquina más económica) y el hecho de que se pudiese conectar directamente a un televisor le confería la capacidad de servir también como un ordenador doméstico.

En este aspecto, el sistema ST se vio respaldado por los desarrolladores de videojuegos, que produjeron para él títulos de una calidad equivalente a la del Amiga y, por supuesto, mucho mejores que los que había para los PC de la época. Sin embargo, como Commodore con el Amiga, la empresa tuvo que cesar en la primera mitad de los 90 la producción de los ST, patinando también en la producción de clónicos PC. Tampoco le fue posible batallar con dignidad en el mercado que le lanzó a la gloria, el de las videoconsolas, pues la Atari Jaguar, primera consola de 64 bits de la historia, fue un fracaso. Actualmente, la marca Atari pertenece a la francesa Infogrames.

¿Aterrizaste en la informática con alguno de los misteriosos trastos de los que se habla en este artículo? ¿Usaste los Amiga, los ST, o algo parecido? ¿Sigues teniendo uno? Cuenta, cuenta.