Soraya, la guardaespaldas de Rajoy

Sobra el apellido para identificarla. Trabajadora como una hormiguita, vital y entregada a la causa del líder con una fidelidad abrumadora, Soraya Sáenz de Santamaría ha dejado de ser una promesa: hoy mismo Rajoy ha propuesto a la Secretaria de Política Autonómica y Local como nueva portavoz parlamentaria del PP en el Congreso.

J.J. Guillén (EFE)

Ángel Acebes junto a Soraya Sáenz de Santamaría.

Ni es rubia, ni necesita padrinos, ni tiene que justificar que a punto de cumplir los 37, su nombre retumba en todas las redacciones. Lo cual en política ya es un triunfo. Soraya, además de abogado del Estado, vallisoletana, pizpireta, dispuesta y cercana, está a la que salta. Puede estar tomándose un café en la cafetería del Congreso con un grupo de colegas o respondiendo a las preguntas de un periodista, mientras participa activamente en la conversación, no pierde detalle de lo que se cuece a su alrededor, quién habla con quién, qué cara tiene hoy fulanito... Todo lo archiva y todo lo usa.

Su espíritu de empollona, ese afán por ser la primera de la clase a base de hincar los codos, le ha permitido ir ganándose poco a poco la confianza de Rajoy. La pereza no es uno de sus defectos y las tareas que a otros les pueden resultar odiosas, como elaborar informes o estudios, ella las despacha sin rechistar. En seguida se pone manos a la obra y organiza con resolución lo que le pidan. Una de sus últimas tareas fue la coordinación del programa marco de las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2007. Eso, sin tener en cuenta el palizón que se ha dado en las elecciones generales celebradas el 9 de marzo.

A Soraya le iba la vida en que Rajoy ganase. Durante la amarga noche electoral, Soraya fue el miembro del PP que más amablemente atendió a la prensa. Con vaqueros y un jersey azul marino, sencilla y fresca, la procesión iba por dentro. Sin embargo, la luminosa sonrisa ocultaba la desesperanza. Cuando salió a saludar a los votantes que aclamaban a Rajoy en la calle Génova, miraba con tristeza el panorama: ya no era capaz de disfrazar el nudo en la garganta.

Tremendamente fiel a Rajoy, los días posteriores se convirtió en esa madre a la que le gustaría evitarle a su hijo tanto sufrimiento: el acoso de una parte de la prensa, la misma que le utilizó durante el juicio del 11-M, las dudas de algunos de los colaboradores cercanos y el trago de replantearse de nuevo el rumbo. La complicidad entre ambos se hizo absolutamente evidente entonces. Y destaparse como la persona más cercana al líder en sus horas bajas, la ha situado en el centro del huracán de las ambiciones. La consigna en ciertos círculos era evitar que Soraya se convirtiese en portavoz parlamentaria.

Desde el momento en que la promesa sonaba a realidad se abrió la veda. Argumentos no faltan. Que si le falta experiencia, que si es joven, que si se la van a merendar entre los diputados. Aunque justo estos resultan inconsistentes. Canibalismo aparte, Soraya se ha pasado metida en el Congreso la última legislatura, sentada en el escaño que ganó por Madrid en 2004 en muchísimas más ocasiones de las que se ha visto a la mayoría de sus compañeros. Ha tenido la oportunidad de trabajar el Estatuto catalán durante meses pegada a Ramón Jáuregui, en la Comisión Constitucional. Es decir, que seguramente conoce mejor al recién nombrado número dos de Alonso en el Congreso que cualquier otro posible portavoz. Además, su perfil conciliador, amable y positivo, encaja con la apuesta del PSOE y contribuiría a vender una imagen más actual del PP.

Sus compañeros de partido destacan entre sus bazas la confianza que Rajoy ha depositado en ella y que no es una persona de la que nadie hable mal. No la califican de brillante pero tampoco se atreven a ironizar sobre sus defectos. Igual es que Soraya vale. A su marido (con el que se casó hace dos años tras varios viviendo juntos), que sigue con tremendo interés sus movimientos públicos, no necesita convencerle de nada. Le tiene entregado y usa el sms para avisarla en cada momento de la imagen que proyecta en sus apariciones mediáticas. Por supuesto, la primera persona a la que Soraya llamó tras proponerle Rajoy el puesto, fue a él: "Era al que más le iba a cambiar la vida y merecía enterarse antes que nadie", explica la nueva portavoz.