El Yacente y el Miserere, protagonistas de la fría noche zamorana

Zamora.-  La imagen del Cristo Yacente y el Canto del Miserere envolvieron anoche las calles de Zamora capital, que vivió la pasada madrugada uno de los momentos más emocionantes de la Semana Santa a pesar de las bajas temperaturas que acompañaron a los cofrades y al público que acudió a este desfile procesional.

ampliar foto

(EFE)

La Hermandad Penitencial Jesús Yacente, a su paso por la Plaza Mayor de Zamora durante la procesión del Jueves Santo.

Como cada noche de Jueves Santo, sobre las 23.00 horas, alrededor de 900 cofrades de la Hermandad Penitencial de Jesús Yacente salieron en desfile procesional desde la iglesia Santa María La Nueva de Zamora capital acompañando a la imagen titular y única de esta cofradía, el Cristo Yacente.

Ataviados con caperuz y túnica de estameña blanca rematada con puños ribeteados de morado y fajín en el mismo color, los hermanos emprendieron un largo recorrido por las vías más antiguas de la ciudad que iluminaban con un hachón de madera negra con una cazoleta de metal y una vela de cera roja.

Al tratarse de una Hermandad de Penitencia, no eran pocos los cofrades que realizaron el recorrido descalzos en señal de sacrificio, mientras que otros cubrían sus pies con sandalias franciscanas, un complemento muy tradicional de la Semana Santa de Zamora.

Situados en las puertas del pequeño templo, los hermanos iniciaron la procesión ordenados en filas, mientras que el Cristo Yacente era trasladado con parihuelas de madera por cuatro cofrades, con el único adorno de una sábana blanca y cuatro hachones.

El silencio de la fría noche zamorana tan solo se rompía con el sonido de las esquilas del viático, en un desfile que se completaba con la corona de espinas, los clavos del Señor, labrados en plata y donados por Bautista García Sánchez en 1943, y grandes cruces de madera que fueron portadas a hombros por los dos mayordomos y un penitente.

Después de casi dos horas de camino, la procesión entraba en la Plaza de Viriato donde cada año se congregan centenares de zamoranos y turistas, algunos de ellos desde primeras horas de la noche para vivir uno de los momentos más emotivos e intensos de la Pasión zamorana.

Los cofrades fueron los primeros en llegar a la plaza y se fueron colocando, mientras que Jesús Yacente avanzaba lentamente entre ellos y ante el numeroso público, en una escena de recogimiento, fervor y con la única iluminación de los hachones que aguantaron encendidos.

Fue en este momento cuando el coro, situado en el centro de la Plaza Viriato comenzó a entonar el Canto del Miserere, obra del Padre Alcocer en 1952, que cientos de zamoranos y turistas escucharon en el más absoluto de los silencios y con gran devoción, un momento que es considerado por muchos el culmen de la Semana Santa de la ciudad.

Después de los ocho minutos de canto en los que Jesús Yacente realizó el tradicional recorrido a la Plaza, los cofrades retomaron el desfile procesional ya de regreso a Santa María La Nueva, donde finalizó la procesión.

La cofradía de Jesús Yacente fue fundada de forma oficial el 15 de mayo de 1941 tras el descubrimiento de la imagen del Cristo Yacente, que se encontraba olvidada y semioculta en la Iglesia de la Concepción, y que fue encontrada por Dionisio Alba dentro de una urna de cristal bajo una colcha.

Los estudios localizan la imagen de Jesús Yacente en el primer cuarto del siglo XVII, y durante los últimos años ha sido atribuida a varios artistas, aunque se cree que pertenece al círculo de los vallisoletanos.

En un primer momento se le atribuyó el paso a Gregorio Fernández, más tarde a las gubias de Andrés Solanes, aunque finalmente se opta más por la autoría de Francisco de Fermín.

Actualmente el Jesús Yacente se encuentra durante todo el año en el templo de Santa María la Nueva de Zamora capital, donde recibe numerosas visitas de sus devotos y turistas.