Una crónica sobre el gobierno de Maragall explica la soledad del 'president'

Barcelona.-  El libro "Mil dies amb PM" del que fuera director de comunicación de la Generalitat en época del ex presidente Pasqual Maragall, Jordi Mercader, cuenta la soledad de los últimos días de gobierno de Maragall y los movimientos de su propio partido para echarle del poder.

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(EFE)

El ex Presidente de la Generalitat Pasqual Maragall.

El libro, editado por La Magrana, es una "crónica subjetiva" de alguien que vivió al lado de Maragall los mil días de su efímero gobierno, en la que se narran episodios como el viaje de Josep-Lluís Carod-Rovira a Perpiñán, o la degradación de las relaciones entre Maragall y Jose Luis Rodríguez Zapatero.

En palabras del autor, el libro "es el relato de una ambición, de un error de cálculo, de promesas y desengaños, de un exceso de confianza, de una conspiración, de aciertos, errores e incomprensiones", en un viaje de relación con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que va desde la pasión inicial a la decepción final.

Mercader explica que en sus últimos días de 'president', Maragall se quedó solo frente al partido y Zapatero, ya que nadie en el PSC apostó por su posible reelección por los convulsos sucesos de su etapa al frente de la Generalitat.

Según Mercader, el día que comenzó la ruptura definitiva entre Maragall, el PSC y Zapatero fue cuando el presidente del Gobierno español intervino ante el Consejo Nacional de los socialistas catalanes, el 5 de febrero de 2006, y en el cual Maragall no tenía, en un principio, turno de palabra.

Maragall había sido invitado a este acto y decidió que si él, en su calidad de presidente del PSC, no podía hablar, "no asistiría", al acto, explica Mercader en el libro.

Tras el amago de no asistir, la dirección accedió a la petición de Maragall para poder hablar, aunque "nada hacía pensar al común de los presentes que estábamos a pocos minutos de presenciar una escena definitoria del cambio climático, dicho estratégico, que estaban viviendo en primera persona ZP (Zapatero) y PM (Maragall)".

Las siguientes actuaciones de Zapatero sin Maragall, como la visita del presidente del gobierno tras el hundimiento del Carmel o la negociación del Estatut con CiU acabaron con la relación entre los dos socialistas, y con la salida de la Generalitat de Maragall por la presión de su propio partido.

Mercader añade que, en el tema estatutario, "Moncloa tenía redactado un estatuto en castellano, encuadernado, inaceptable, que circulaba por algunas manos que ahora lo guardan como un tesoro".

La decepción de Maragall con Zapatero se consuma en el debate del Estatut entre los dos socialistas y el líder de CiU, Artur Mas, en el palacio de la Moncloa, en el que Mercader sostiene que Zapatero pidió a Maragall su renuncia para conseguir el "sí" de Mas al Estatut.

Las relaciones entre el presidente del gobierno español y Maragall estuvieron tan al límite que hasta la mujer de Maragall, Diana Garrigosa, le espetó tras un mitin pro Estatut a Zapatero: "¿Qué te ha hecho mi marido para que le trates tan mal?".

Una vez refrendado el Estatut, Mercader explica que el futuro de Maragall al frente de la Generalitat era "inaplazable", y que fue el viceprimer secretario del PSC, Miquel Iceta, quien "aconsejó que no pusiera su prestigio en juego (...) por lo que tendría que anunciar que no volvía a presentarse de forma inmediata".

Mercader describe el momento en que Maragall comunica su renuncia: "(Días después del "sí" al Estatut) Maragall nos dice abiertamente que lo deja. (...) Si el partido quisiera su continuidad hubiera cumplido ya sus formalidades correspondientes para obtenerla. (...) Si no me quieren, yo no quiero".

Aún así, Mercader explica que la salida de Maragall no fue tan unitaria, ya que la presidenta del PSC en el Parlament, Manuela de Madre, "estuvo llorando porque escuchó eso que no quería oír de boca de Maragall", aunque el autor la acusa de "obtener, junto con Iceta, la renuncia a la reelección".

El fin de la etapa de Maragall al frente de la Generalitat acaba con una llamada del que después sería presidente catalán, José Montilla, en la que dice a Maragall: "Sí, quiero ser candidato".