Dejad que los artistas se acerquen a mí

MADRID.-  Zapatero se revela como el mesías político. Desde el púlpito, rodeado de artistas, algunos intelectuales y un puñado de deportistas, lanza la buena nueva: "a nuestro lado no están los poderosos, están los ciudadanos". Y sus fieles, emocionados, lo aclaman como el 'defensor de la alegría'.

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Sergio Barrenechea (EFE)

La Plataforma de Apoyo a Zapatero participó en el famoso vídeo que comparaba la ceja del presidente con un garfio.

Pantalón azul oscuro de corte vaquero, chaqueta de sport en el mismo tono y camisa inmaculada con el primer botón desabrochado. Zapatero entra en la sala del Círculo de Bellas Artes absolutamente feliz, con Sonsoles ceñida en negro. No es para menos. Le espera Jesús Vázquez, con su marido sentado en las sillas reservadas para los miembros de la Plataforma de Apoyo a Zapatero, que llevará la voz cantante en este marketiniano acto. "El más emotivo de toda la campaña", en palabras del presidente.

A las 11:30 de la mañana la mitad del aforo de la sala estaba ya ocupado por señoras y señores del partido, que móvil en mano, relataban a sus amigos, como si fueran periodistas llamando a la redacción, los nombres de los famosos que iban entrando. "Estoy aquí al lado de Rosa María Mateo y Miguel Rellán, que están saludando a una chica pelirroja que es conocida pero no me sale el nombre", retransmite una seguidora por teléfono. Menos mal que el director de cine José Luis Cuerda sabe la respuesta. "Se llama Sole, es la cantante de...de... Presuntos Implicados", saca de dudas el productor de Amenábar a la Mateo y Rellán, a quienes tras besar a la valenciana les ha surgido la misma inquietud. En realidad, Sole ya no forma parte del grupo con el que alcanzó el éxito, pero Cuerda la sitúa correctamente. Ella, junto a Fran Perea , han sido los dos nombres más frescos que se han manifestado pidiendo el voto para el actual presidente del Gobierno.

Experiencia en saraos

Los habituales, Joaquín Sabina, Álvaro de Luna, Nuria Espert, Rosa León, Miguel Ríos, Elías Querejeta, Cristina del Valle -a la que algunos apodan Palestina del Valle, por su apoyo a esa causa-, María Barranco, Mª José Goyanes, Tina Sanz, Concha Velasco, Loles León, Manuel Gómez Pereira, Dunia Ayuso y Félix Sabroso, ya tienen experiencia en este tipo de saraos y se saludan con la efusividad e histrionismo propio de la profesión. Y eso que entre los abrazos de oso y los "estás fantástica en tu último papel" también ha quedado espacio para el mal rollo. Según tomaba asiento Zapatero en primera fila, se gestaba bronca a sus espaldas. Justo detrás de él, a la izquierda, la actriz -famosa en la época del destape- María Luisa San José, y su sobrina, Lidia San José, discutían con una especie de armario ropero del partido que las increpaba porque la joven actriz de teleserie, apoyada en el brazo de la silla de su tía debido a la falta de sitio, no le dejaba ver con claridad el panorama.

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Juan Medina (REUTERS)

Zapatero y su esposa, Sonsoles.

Las palabras de Jesús Vázquez, micrófono en mano, silencian la discusión. Como si presentara un programa, comienza con esa premeditada naturalidad que se ha convertido en su sello: "Qué calor, debemos ser nosotros los que caldeamos el ambiente". Y a continuación usa el propio ejemplo para conectar con el público. Su padre, como la madre del anuncio del PSOE a la que su hijo va a buscar para acompañarla a votar, también prefiere al PP. La parábola del buen samaritano modernizada y pasada por la túrmix electoral triunfa y eso que el auditorio está ganado de antemano. Ahí, la actriz Nuria Espert podía haber aportado su caso, pues su hija Alicia Moreno es la consejera de cultura de Gallardón.

La salida de las tropas españolas de Irak es el plato fuerte en cualquiera de las intervenciones. Ya se veía venir cuando Zapatero presentó a primeros de año el balance de la gestión del Gobierno. Es el hito que mejor demuestra que el presidente cumple lo que promete. El único fallo es que se queda corto como resumen de toda una legislatura. Pero para que eso no ocurra, salen a la palestra, Carmen Vela, científica, María Luisa Peña y Marisol Serna en representación de los discapacitados, Joaquín Araújo, naturalista, y Carlos Berzosa, rector de la Universidad Complutense, entre otros. Pero ha sido el actor Roberto Álvarez -el padre de los niños de 'Ana y los siete'- el único que ha logrado que Zapatero explicara su famosa despedida de los dos debates. El candidato socialista ha recogido el guante que Álvarez le ha tirado al finalizar su intervención con 'Buenos días y buena suerte'. "Buenas noches y buena suerte, es un canto a la libertad de expresión y una denuncia prudente y moderada a quienes insultan y denigran....", ha desvelado Zapatero en alusión al cierre que el periodista norteamericano Edward R. Murrow utilizaba en los años 50, en plena pugna con el senador Mc Carthy y su caza de brujas. El grito de ¡Presidente, presidente!, se eleva cada dos por tres por encima del discurso.

El diseñador David Delfín besaba a Sonsoles al final del acto, hasta que la peletera y responsable del cambio de estilo de la mujer del presidente entra en escena y se funden en un intenso abrazo. Mientras, los famosos posaban para la foto de familia, incluidos los deportistas Fermín Cacho y Reyes Estévez , los hombres con lo que Zapatero sueña correr los 1.500 m. Los asistentes anónimos guardaban sus banderines con la leyenda 'Por una internet participativa, moderna y solidaria' y esperaban, digital en mano, una oportunidad para inmortalizar ese instante codo a codo con los artistas o lanzar el último 'presidente' al candidato. Una pena que el presidente no haya podido leer el mensaje de los banderines, justo el deseo de cualquier español conectado. Ya lo ha comentado Jesús Vázquez, un problema con el ADSL ha impedido que pudiera recibir la lista con los nombres de los miembros destacados de la Plataforma que tenía que leer. 'El poder puede, el poder no tiene excusas ni justificaciones. Si se tiene la voluntad política y de la ciudadanía, se pueden hacer las cosas', ha asegurado Zapatero. Esperemos que los 20 millones de españoles que están en internet, según los datos que maneja el Gobierno, puedan navegar con la libertad prometida.