Maldito sea el empate técnico

Parece absurdo que cuatro años se acaben así. Lanzando mensajes a los que pasan de ti. A los que no saben si vale la pena desplazarse el día 9. Parece injusto que cuatro años acaben así, debatiendo si Zapatero debe o no retocarse las cejas. Opinando sobre una chaqueta desabrochada. Preguntándose a dónde se van los ojos de Rajoy cuando nos cuenta esta historia tan rara de la niña que se sacó de la manga a última hora...

ELOY ALONSO (REUTERS)

Los políticos intentan levantar del sofá a los indecisos hasta el último momento.

Pero es así. Al principio, los políticos hablan de grandes proyectos para el país. Tienen visiones amplias. Proyectos de reformas. En el parlamento se pelean para saber si España se rompe, o si se moderniza. Debaten para saber si los obispos tienen el derecho de opinar pero no de mandar en nuestras vidas. Buscan la conclusión del capitulo de la Guerra Civil y de la represión franquista. Se enfrentan sobre la política anti-terrorista. Lo hacen bien o mal. A gritos muchas veces. Pero debaten. Pero de eso ahora, casi no nos acordamos.

No nos acordamos de lo excitante que fue el principio de la legislatura de Zapatero. Ese aire fresco después del estilo mandón de Aznar que enviaba las tropas a Irak sin consultar ni a su guarda pretoriana y que pasaba olímpicamente de lo del Prestige o de la huelga general.

No nos acordamos, por ejemplo, del impacto que provocó la legalización de las bodas gays, en el resto del mundo. "Pero a esta España tan católica, ¿qué le pasa?", nos preguntaban nuestros jefes en nuestras redacciones lejanas. "¡Nada!" decíamos nosotros los corresponsales extranjeros. Y explicábamos a nuestros lectores, que España era un país atrevido, que con la iglesia ya había topado. Que protestarían unos por supuesto. Pero que a la gran mayoría de los españoles no les parecía tan mal. Porque a todo el mundo le gustan los finales felices: si se quieren que se casen…

Aquí estamos. Obsesionados por ese 12% que dicen que los cara a cara televisivo pueden influir sobre su voto. Aquí están entonces Rajoy y Zapatero. Oscilando entre la 'moderación', el 'sentido común' y los golpes bajos y demagógicos. Rascando el voto de manera patética. Intentando levantar del sofá a los que no saben si vale la pena.

* Cécile Thibaud es corresponsal en Madrid de L'Express (Francia).