Airbus puede con Boeing en campo ajeno y la batalla es ya cuestión de Estado

Una propuesta conjunta del consorcio aeroespacial europeo EADS, fabricante de Airbus, y la estadounidense Northrop Grumman, ha logrado el millonario contrato para renovar la flota de aviones cisterna de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos (USAF). La decisión de dejar el contrato, uno de los más importantes de la historia por su valor económico (40.000 millones de dólares), parcialmente en manos extranjeras ha caído como una losa en un país que afronta una recesión.

EADS/NORTHROP GRUMMAN/HO (EFE)

El acuerdo pasa porque Northrop y EADS se hagan cargo de la construcción de una flota de 179 aviones cisterna, encargados de reabastecer a los aviones militares mientras están en el aire, sobre la base de los actuales Airbus 330. Esto proporciona a los europeos una ventaja importante en el futuro, ya que la USAF tiene previsto reemplazar sus 500 actuales aviones cisterna en posteriores contratos.

Por otro lado, el acuerdo ayudará al consorcio europeo a recuperarse económicamente después de los reveses experimentados por su programa de la aviación comercial, ya que, aunque los aviones serán ensamblados en el estado de Alabama, se construirán en el Viejo Continente.

La elección del Pentágono rompe, según el New York Times "una relación de décadas con Boeing, que ha construido la mayor parte de la actual flota de petroleros y que había luchado mucho por este contrato".

En medio de la crisis económica que experimenta EEUU, la prensa local comienza a hablar de "nacionalismo económico", a tenor de la respuesta social que ha producido el anuncio. Para Loren B. Thompson, un analista militar consultado por el diario neoyorquino, "esto no es un trastorno", sino que "es un terremoto".

Según el corresponsal de la BBC, Vincent Dowd, se trata de una enorme pérdida para Boeing, que era el claro favorito por los analistas.

Los argumentos del Pentágono

En la rueda de prensa convocada para dar a conocer la noticia, los funcionarios de la USAF trataron de justificarse argumentando que la creación de puestos de trabajo no es un factor decisivo para tomar este tipo de decisiones.

El general Arthur J. Lichte, comandante del Comando de Movilidad Aérea norteamericana , explicó las ventajas del "diseño ganador" sobre el de Boeing, entre las que destacó "la posibilidad de transportar más pasajeros, pacientes, más combustible", además de tener "más disponibilidad, más flexibilidad y más fiabilidad". Por si esto no convencía, apeló al patriotismo asegurando que la nueva flota "será la cisterna de América, con pilotos americanos y una bandera americana en la cola del avión", y que servirá para "salvar vidas americanas".

La reacción de Boeing

Boeing, la gran perdedora de la lucha por el contrato millonario del Pentágono, pedirá "una detallada explicación" al Gobierno y al propio Pentágono, antes de decidir si apela la decisión. La compañía dispone de todo el mes de marzo para reclamar, algo que retrasaría la fabricación y la entrega de las aeronaves, prevista para el año 2013. "Obviamente estamos muy decepcionados con este resultado", señaló William Barksdale, portavoz de Boeing.

La reacción de los trabajadores

Un diario de Seattle recoge los testimonios de algunos trabajadores de la planta de Boeing en Everett (Washington), que han recibido la noticia con desolación. Algunos se han manifestado delante del Sindicato de Maquinistas con carteles en los que se podía leer: 'Trabajadores estadounidenses = los mejores aviones'.

Para David Muellenbach , encargado de supervisar la calidad del modelo 767 durante 12 años, la noticia ha sido "un verdadero shock". "Es un día triste para Boeing. ¿Qué podemos hacer?", se lamentó.

Las reacciones políticas

En el Congreso, la decisión del Pentágono no ha sido muy bien recibida. Todd Tiahrt, un congresista originario de Kansas, donde Boeing tiene una de sus fábricas más grandes, defendió que los aviones estadounidenses deberían estar construidos por compañías y trabajadores estadounidenses.

Al mismo tiempo, la gobernadora de Washington, Chris Gregoire, manifestó su profunda decepción por el asunto, y planteó la posibilidad de que el Congreso abra una investigación para aclararlo. Gregoire baraja emitir una protesta legal, pero antes se reunirá personalmente con ejecutivos de Boeing. Para ella, "no se puede comprender" esta decisión, "teniendo en cuenta que EEUU afronta una recesión". "Puedes poner una pegatina en un avión americano, pero no puedes llamarlo americano. Tenemos que pensar si queremos aviones americanos construidos en el exterior", añadió.

También el republicano Norm Dicks, congresista por Washington y alto funcionario de la comisión que supervisa el gasto militar, predijo "un incendio con esta decisión", ya que muchos congresistas "no quieren la construcción de estos Airbus". Su colega de partido Patty Murray aseguró sentirse "frustrado, enojado y conmocionado por este anuncio".

La reacción de Northrop Grumman y EADS

El consorcio europeo, participado por Francia, Alemania, Rusia y España, ha recibido con alegría la adjudicación de un contrato que será crucial para su penetración en el mercado del país norteamericano.

El director ejecutivo de Northrop Grumman, Ronald Sugar, asegura que es consciente de que habrá "diversidad de opiniones" en el Congreso, dependiendo de los distritos a los que estos pertenezcan, ya que, mientras en unos se perderán puestos de trabajo, en otros aumentarán. Es el caso de Alabama, donde uno de sus senadores ha asegurado que la decisión es "una gran noticia para el estado".

Según Sugar, el 60% del contenido del avión se fabricará en Estados Unidos, gracias a lo cual se crearán 25.000 puestos de trabajo.