Desencanto e indiferencia en Santiago de Cuba

SANTIAGO DE CUBA.-  En Oriente, en Santiago de Cuba, cuna de la Revolución, la renuncia de Fidel Castro es un asunto lateral, una decisión previsible dado su precario estado de salud.

Aquí preocupan más las andanzas del equipo de Antonio Pacheco, que trata de mantener su excelente reputación en la liga nacional de pelota, fajándose en formidables partidos con el poder capitalino representado por Industriales y La Habana.

Alejandro Ernesto (EFE)

Un hombre camina junto a un cartel alusivo al líder cubano Fidel Castro.

Germán, un muchacho gigantesco que busca afinar la figura en uno de los gimnasios de la ciudad, comentó temprano la decisión del Comandante, recién conocida la noticia. Llegaba el hombre algo turbado después de que la noche anterior lo interceptase la policía cargado de seriales en dvd. "¿Usted alquila?", lo interrogaron. "No, yo intercambio", se defendió, sabedor de que la actividad que hace llegar a su hogar poco más que el arroz con chícharos es del todo ilícita al no estar controlada por el Estado.

Problemas como el suyo abundan en una ciudad que se enfrenta con suma indiferencia a la nueva era. La gente resuelve, expresión muy al uso en la isla, día a día, sin importarle demasiado lo que suceda por ahí arriba.

"No vamos ni palante ni patrás", comentaba Alfredo, un jinetero venido a menos, ocupado hoy en labores más prosaicas. Jinetear se entiende acá como cualquier tarea que permita algún auxilio del turista, no necesariamente relacionada con el comercio carnal. Frente a lo que se viene comentando en Europa, poco parece moverse en esta tierra.

"Más de lo mismo", apunta el esposo de una rentadora de casa para el turismo, desencantando ante los tiempos que puedan llegar. A diferencia de años atrás, son numerosos los cubanos que buscan abandonar el país. Las condiciones de vida resultan cada vez más difíciles. Incluso el turismo se encuentra bastante desabastecido, sin productos básicos en la economía capitalista.

Se han abierto tres nuevos restaurantes en moneda nacional, pero las condiciones de acceso no son las mejores. Tampoco el servicio ni los alimentos. "Así, en la próxima reunión del Partido, podrán hablar de que inauguraron tres nuevos restaurantes. Lo que no cuentan es que carecen de comida y que entrar en ellos viene a suponer tres horas y media de cola y una más para que te atiendan", comenta Germán.

La generación que conoció la crueldad de Fulgencio Batista interpreta las cosas de otra manera. Yarisa, una mujer de 67 años residente en el reparto de Portuondo, lloró lo suyo al conocer la despedida del Comandante. "Ahora hace falta que no nos maten a Chávez", dice en un discurso cargado de melancolía y de reproches a esas nuevas generaciones que sólo piensan en el lujo y en huir a la Yuma, como se denomina a cualquier lugar fuera del país.

Yarisa, que pertenece al 30% de la población conocedora del periodo prerrevolucionario, compara los logros de Fidel en contraste con la mayor parte de los países de Latinoamérica, lastrados por abismos de desigualdad, y recuerda con orgullo su trabajo en la alfabetización de los ciudadanos, recién nacida la Revolución.

Los Comités de Defensa de la Revolución, los populares CDR, organizaciones que velan por el cumplimiento de las normas en cada uno de los barrios de la ciudad, se reunieron de urgencia en la misma tarde del martes, para leer el comunicado de Fidel y reflexionar sobre el futuro inmediato. "Fidel seguirá como guía y consejero", apunta Yarisa, que teme a los cañones del enemigo y espera un estado de alerta general.

En el sector duro se recela de la inexperiencia de los nuevos líderes encargados de dirigir el país. Son pocos los que creen que Raúl Castro continuara demasiado tiempo en el cargo. Carlos Lage sí suena más en serio como futuro hombre fuerte. "Él va a seguir ahí, manejándolo todo. Otra cosa es cuando palme", comenta Octavio en referencia a la dilatada mano de Fidel.

STR (REUTERS)

Una mujer sentada junto a un retrato de Fidel Castro.

La inseguridad crece en una ciudad que siempre se había caracterizado por un alto grado de calma. Se ha de salir con sumo cuidado cuando cae la noche debido al incremento del número de delitos, consecuencia de la desesperación de una parte de la juventud que no encuentra salida.

No hace muchas semanas un grupo de ciudadanos se atrevieron a manifestarse desde el parque Céspedes, en el centro de Santiago, al grito de "abajo Fidel". Miembros del DTI, poderoso cuerpo policial, se infiltraron entre la multitud, que acabó refugiándose en una iglesia. Los gases terminaron súbitamente con la protesta. "Aquí lo único que les preocupa es meter más y más gente en las cárceles", lamenta Laritza, que gestiona su pasaporte para buscar un mejor futuro en Europa.

La prensa oficial glosa con admiración la despedida de Fidel. "Juventud Rebelde" titula: "Fidel dio una lección de ética política", e incluye en su interior una doble página cargada de felicitaciones de distintos políticos e intelectuales de todo el mundo. "Gramma" abre con una carta de René González -uno de los cinco cubanos encarcelados en Estados Unidos por supuesto espionaje- a Fidel Castro. "Una sociedad imperial, moralmente decrépita, no puede entender una decisión dictada por su sentido del deber al revolucionario de toda la vida", se puede leer en la breve y laudatoria misiva.

Hay una Cuba oficial y otra real. La noticia que capitalizó el pasado martes el interés de medio mundo es ya vieja en esta ciudad, como cualquier otra del país obligada a vivir el aquí y el ahora, a procurarse los bienes y las energías cada día.

El ciudadano de a pie no tiene la percepción de vivir un momento histórico, le basta con enfrentarse a los embates de la batalla cotidiana. "Hay que luchar y pasar trabajo, porque si no te come el león", dice Osvaldo, que se gana la vida como profesor de un ruinoso gimnasio del centro de la capital, cuyo antiguo responsable busca mejor suerte en la próspera Europa.

*Nota: Ninguno de los nombres citados en el artículo corresponden a los de las personas reales con las que se habló.