"Las reformas en Cuba no van a ser dramáticas ni tajantes"

La renuncia de Fidel Castro a la presidencia hace que todas las miradas se vuelvan hacia Raúl Castro como heredero de su hermano a la cabeza del gobierno.

El mundo entero habla de sucesión y de cambios. Pero, ¿podría significar realmente el acceso de Raúl la transición tan esperada para Cuba?

¿Continuidad o ruptura?

"Las reformas no van a ser dramáticas ni tajantes", vaticina Enrique Meneses, el primer reportero que subió Sierra Madre con Fidel y el Che Guevara durante la Revolución Cubana. Él lo tiene claro: el acceso de Raúl no va a traducirse necesariamente en un mayor aperturismo, aunque sí se notarán cambios.

Alejandro Ernesto (EFE)

Raúl Castro.

"Mientras estaba Fidel era imposible realizar ningún cambio porque tiene sus ideas bastante afirmadas", explica Meneses. "La vieja guardia tiene que ir cediendo poco a poco el paso a nuevas generaciones y, aunque Raúl tiene también una edad muy avanzada, puede pilotar algunos cambios que Cuba necesita".

Tan sólo cinco años menor de Fidel, ha dirigido desde julio de 2006 los designios del país, haciendo de su experiencia su activo más importante. Raúl atesora en su currículum los más importantes cargos como número dos de la Revolución cubana: primer vicepresidente del Consejo de Estado (el equivalente al gobierno), secretario segundo del Partido Comunista y ministro de las Fuerzas Armadas, uno de los principales pilares del régimen.

Sin embargo, el hermano menor de Fidel es conocido por tener los pies sobre la tierra, su más dialogante y una gran capacidad para el pragmatismo por encima del peso de la ideología.

El primer paso: reformas económicas

Parece poco probable que el nuevo aparato político vaya a acometer alguna reforma en lo relativo a libertades y derechos. Sin embargo, la economía podría ser uno de los frentes en los que Cuba podría notar más cambios. "Es de lógica", sentencia Meneses.

A imagen y semejanza del comunismo chino, el régimen cubano podría empezar a liberalizar algunos sectores, permitiendo una mayor inversión privada. Según Meneses, el desabastecimiento en productos de primera necesidad o la falta de alimentos son problemas estructurales de la isla que se perciben como las grandes asignaturas pendientes de cara al futuro.

El gobierno también deberá afrontar cuanto antes la diferencia entre el peso cubano y el peso convertible (dolarizado), dos monedas con una enorme diferencia de valor que debe ser igualado. El sucesor constitucional de Fidel Castro cuenta con cierta experiencia en el área económica. "Ha dirigido durante años las políticas concernientes al sector turístico, que representa el 60% de los ingresos de Cuba", explica el periodista.

Menos hostilidad con Estados Unidos

En cuanto a Estados Unidos, el eterno enemigo del régimen cubano, la figura de Raúl también podría traer consigo un debilitamiento de la confrontación. Para Enrique Meneses, una eventual victoria del Partido demócrata en las elecciones presidenciales del próximo noviembre podría jugar un papel clave.

Enrique Meneses con Fidel y Raúl Castro.

Raúl también ha mostrado cierta tendencia al aperturismo e incluso ha llegado a abogar por normalizar las relaciones diplomáticas con Washington en 2001.

Con un inquilino demócrata en la Casa Blanca, según Meneses, Estados Unidos podría empezar a "hacer la vista gorda" y permitir que los disidentes cubanos afincados en Miami comiencen a invertir en la isla, desarrollando negocios que tendrían un efecto inmediato en la mejora de las condiciones de vida de algunos cubanos. "La comunidad cubana estadounidense puede echar una mano para que la transición sea más suave y más llevadera".

No obstante, los servicios de inteligencia estadounidenses tampoco quieren una excesiva euforia de los cubanos en Miami y temen que una eventual avalancha de este colectivo sobre la isla pueda causar perturbaciones en la transición a la democracia.

Sin embargo, este reportero ve poco probable que se produzca una invasión. "Estamos hablando de una tercera o cuarta generación de cubanos americanos, hijos y nietos de norteamericanos, Cuba les queda ya un poco lejos, aunque en cualquier caso nunca recomendaría que se abalanzaran sobre el país", indica.

Los disidentes se muestran escépticos

Tras 19 meses de convalecencia en los que no ha parado de especularse con una posible reincorporación de Fidel al poder, el anuncio de retirada producido hoy parece confirmar lo que todos esperaban. El nuevo líder de la Revolución cubana será el hermano pequeño del comandante, que se ha impuesto con claridad a otros nombres prominentes del bureau político cubano, como el vicepresidente Carlos Lage, el ministro de Asuntos Exteriores, Felipe Pérez Roque, o el presidente de la Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón.

Rigoberto Carcellier, opositor afincado en España y perteneciente a la organización Cuba Democracia Ya, tampoco cree que bajo el mando de Raúl Cuba vaya a mejorar y resume en una palabra el sentimiento de los disidentes cubanos ante la noticia: escepticismo.

"Mientras siga siendo Fidel Castro el que hable, determine el futuro de los cubanos y sea una sombra en el futuro del país, no podemos hablar de una transición", asegura Carcellier. Para esta organización opositora al régimen hay tres puntos sobre los que debe haber cambios visibles para: la liberación de los presos políticos, el establecimiento de contacto con la disidencia para encauzar una agenda de transición y el inicio de la democratización y de la concesión de derechos civiles.

Pero la trayectoria de Raúl no deja para ellos muchas esperanzas. Al fin y al cabo, a pesar de haberse mostrado más dialogante, ha acompañado a su hermano durante medio siglo de dictadura.

Tampoco conviene olvidar algo aún más importante: Fidel Castro no puede seguir al mando porque sus condiciones físicas no se lo permiten, pero eso no significa que haya desaparecido: la ascendente que tiene sobre su hermano y su vital influencia en todos los ámbitos de la vida política es innegable. Raúl Castro podría así convertirse en el heredero de un régimen que inicia el camino a la transición, pero que de momento se quedará únicamente en la sucesión.