Rusia sigue empecinada en mostrar al mundo su poderío militar, en una estrategia que trae a la memoria, sobre todo en Estados Unidos, la tensión de la Guerra Fría. Y es que los rusos no han tenido reparos en amenazar a Ucrania si acceden a la instalación de bases antimisiles de la OTAN, al mismo tiempo en que se ha desatado un conflicto por las maniobras de aviones bombarderos rusos en las proximidades de un barco de Estados Unidos en Japón.
Vladimir Putin junto al presidente ucraniano, Víctor Yushchenko.
Hay muchas cosas que han cambiado desde la época de la Guerra Fría. Por ejemplo, ya se ha superado holgadamente el enfrentamiento entre la Unión Soviética y Estados Unidos por el predominio de dos formas diferentes de organización social, el socialismo y el capitalismo. Si este conflicto, que predominó durante la segunda parte del siglo XX, parece haber sido superado, no puede decirse lo mismo de la tensión militar que presidió aquel período. O al menos del afán de Putin por transmitir esa impresión.
Y es que el presidente ruso, Vladimir Putin, ha tenido la preocupación constante de enseñar al mundo que Rusia posee un potente arsenal, así como el poderío necesario para mantener viva la amenaza de un enfrentamiento potencial. La actitud de Putin de construir una Rusia poderosa de cara al exterior viene de lejos, pero se ha intensificado en las últimas fechas. Esta intensificación puede deberse a la proximidad de las elecciones rusas y a la necesidad de subrayar a los propios ciudadanos de la Federación el peso de Rusia en la política exterior. También para dejar un buen sabor de boca sobre su gestión ahora que se acerca el momento de su relevo. Y es que, como recoge este mes en un reportaje la revista 'Foreign Policy', una de las principales preocupaciones del ciudadano ruso es tener un estado fuerte de cara al exterior.
Por ejemplo, durante el año 2007, cuando en agosto Rusia retomó de "forma permanente" el vuelo de sus bombarderos estratégicos de largo alcance a zonas patrulladas por Estados Unidos y la OTAN. O cuando en septiembre probaron la bomba de vacío más potente del mundo, que se podía equiparar en sus efectos destructores a una carga nuclear.
Sin embargo, el principal caballo de batalla para Rusia en materia militar ha sido, durante las últimas fechas, su negativa a la instalación de un escudo antimisiles en Polonia y en la República Checa. Estados Unidos quiere instalar en los dos países europeos un dispositivo antimisiles para protegerse de la amenaza nuclear de Irán y Corea del Norte. Aunque Rusia siempre ha mostrado su oposición a estos planes, asegurando que la amenaza iraní no justifica la presencia de las instalaciones estadounidenses, a la vez que ha alegado que supone una desventaja para la Federación en lo referente al equilibrio de fuerzas.
Según 'Foreign Policy', "si algo molesta a la élite rusa es el hecho de que los estadounidenses ya no hagan tanto caso a su viejo contrincante".
La amenaza que Rusia acaba de lanzar contra Ucrania es un nuevo capítulo en este serial. Y es que Putin ha anunciado que apuntará a sus vecinos con misiles si se integran en la OTAN y acceden a la instalación de infraestructuras para conformar el escudo antimisiles estadounidense. Este mensaje llega a raíz de que el gobierno ucraniano anunciara su propósito de unirse a la Alianza Atlántica y de consultar la posible adhesión entre su población con un referendo. "No sólo me aterra mencionarlo, asusta incluso pensar que Rusia, en respuesta a un posible despliegue del escudo antimisiles en Ucrania, tuviera que apuntar sus sistemas de misiles hacia Ucrania", ha asegurado Putin. Curiosamente, este anuncio se produjo escasos instantes después de que Rusia y Ucrania alcanzaran un acuerdo en el delicado asunto del suministro de gas.
El otro acontecimiento a través del cual Rusia ha dado muestras de su capacidad militar se ha producido entre aviones rusos y estadounidenses. En él, bombarderos rusos fueron interceptados el sábado por aviones de combate estadounidenses cuando rondaban el emplazamiento de un portaaviones norteamericano en Japón. Algunas autoridades del Ejército estadounidense se han preguntado, tal y como recoge la agencia Reuters, si estos movimientos pueden significar un retorno a las estrategias de la Guerra Fría. Además, han asegurado que están calibrando de qué modo responder a estos movimientos rusos. 'Foreign Policy', en otro artículo, reconoce de forma contundente que "si algo molesta a la élite rusa es el hecho de que los estadounidenses ya no hagan tanto caso a su viejo contrincante".
El coronel ruso Alexander Drobyshevsky ha desmentido esta versión de los hechos y ha mostrado ante la agencia de noticias rusa RIA Novosti su extrañeza "por la conmoción que se ha levantado sobre esto". En cualquier caso, parece que Putin se está volcando en reforzar el peso de Rusia en el escenario internacional, aunque asegura que se trata de una necesidad para Rusia: "No es nuestra culpa, nosotros no empezamos", según aseguró la semana pasada.
Estos movimientos se producen en puertas de las elecciones que tendrán lugar en Rusia a principios de marzo, en unas elecciones que ya se han visto envueltas en polémica, con la retirada de los observadores, por las trabas impuestas para el desarrollo de su labor por parte de las autoridades rusas.
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