Aprobado el polémico impuesto sobre telecomunicaciones en el condado de Los Ángeles

Los Ángeles.-  El polémico impuesto sobre las telecomunicaciones en el condado de Los Ángeles fue aprobado en las elecciones del "supermartes", según los resultados definitivos difundidos hoy.

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(EFE)

El alcalde de Los Ángeles, Antonio Villaraigosa.

Esta media se encontraba entre el listado de propuestas de educación y financiación de diversos programas locales.

La medida más controvertida era continuar o no con el apoyo a un impuesto a las telecomunicaciones, que de no haber sido ratificado hubiera generado un importante déficit en las finanzas locales.

A pesar de que la medida se enfrenta a posibles demandas judiciales, su aprobación supone un ingreso de 270 millones de dólares al año para el condado, equivalente al costo del 50 por ciento de la operación del departamento de bomberos o el pago de los sueldos de 2.700 agentes de policía.

La propuesta había recibido no sólo respaldo del alcalde Antonio Villaraigosa sino una explícita petición de apoyo del jefe de la policía de Los Ángeles, William Bratton.

Un 58 por ciento de los votantes dieron su respaldo a la iniciativa, que reduce el impuesto en un punto porcentual, bajándolo al 9 por ciento pero se extiende a las llamadas que se hagan a través de las computadoras.

Medidas similares recibieron también el respaldo de los ciudadanos en las ciudades de Pasadena, donde los votantes aprobaron mantener el impuesto de la telefonía en el 8,28 por ciento y Huntington Park, donde la propuesta era reducir del 7 al 6,5 por ciento.

En Long Beach, los ciudadanos aprobaron por más del 75 por ciento una propuesta que autoriza 440 millones de dólares para la mejora de las instalaciones del Colegio Comunitario de la ciudad.

Por su parte, un 67 por ciento de los votantes de Downey, al sureste de Los Ángeles, rechazaron la posibilidad de un período más para sus concejales.

Las ciudades de Santa Mónica, Redondo Beach y San Gabriel, mostraron su interés por la educación al aprobar bonos específicos destinados al mejoramiento de las instalaciones, la tecnología educativa y el currículo.

Sin embargo, dos ciudades situadas en extremos opuestos del área angelina, también mostraron sus diferencias con respecto a su gusto por el ruido.

Los habitantes de Inglewood, área ocupada mayormente por afroamericanos y últimamente por latinos, manifestaron su gusto por los fuegos artificiales, al negar una medida que prohibía el uso personal de fuegos pirotécnicos durante las celebraciones del 4 de julio.

Más de 11.000 residentes expresaron un estruendoso ¡no! a la prohibición.

Los votantes de Riverside expresaron mayoritariamente su deseo de acallar el canto de los gallos, al reducir el número de aves que se puedan tener por vivienda y ordenar que los jefes del corral se mantengan, desde la madrugada hasta la noche en un sitio a prueba de ruidos y alejado los vecinos.