El bolo de la Milá

Mercedes Milá tiene un blog. Como yo. Su blog se llama "Lo que me sale del bolo", y lo tiene colgado (el blog, no el bolo) en la web de Telecinco.

"Mercedes no se corta ni un pelo. Pero ni un pelo", dice el perfil que aparece en esa página, sin aclarar si ese pelo forma parte de la melena púbica, esa que cuelga alrededor del bolo, o se trata de un simple eufemismo. Perdonen que les hable así, pero es que yo de Milá me espero cualquier cosa. Porque, como sigue diciendo en su blog, "¡Tiene tanto que contar! De Telecinco, del mundo, la profesión, la solidaridad, la vida...".

Mercedes Milá en 'Diario de'.

Es verdad: ¡esta mujer tiene tanto que contar! Y a juzgar por el equilibrio, la cordura y la serenidad que transmite su apacible rostro, ¡debe ser todo tan interesante! Por ejemplo que la mascota de su blog es un perro que se llama Bolo. O que sus últimos post están dedicados al cambio de sexo de una concursante de 'Gran Hermano' (Telecinco) llamada Amor. Que le han cortado el bolo, vamos…

Un servidor, al vivir en un pueblo de Toledo, creía que lo sabía todo acerca del bolo. Pues no. Mercedes Milá, obsesionada por este término castellano manchego en todas sus formas, tamaños y texturas, nos adelanta en su blog fascinantes secretos que sólo podremos ver en un futuro 'Diario de' (Telecinco). Y es que la operación de Amor es una mina. Milá ofrece detalles de diferentes calañas. Algunos estremecedores: "Sólo os diré que siente en todo su nuevo órgano sexual, en todo". Otros surrealistas: "Está feliz y se siente virgen y expectante". Incluso algunos repletos de candor y poesía: "al despertar de la anestesia mi amiga decía 'mamá, mamá', en esa semiconsciencia que te saca sin freno tu sentimiento más profundo".

¡Qué bonito, madre mía! ¿Cuantas veces han sentido ustedes esa "semiconsciencia que te saca sin freno tu sentimiento más profundo"? Yo en innumerables ocasiones. Recuerdo con especial cariño cuando, con anestesia local en un brazo, me sajaron un furúnculo del recto. O cuando, con la única ayuda de una botella de whisky y un palo para morder, me operaron de fimosis en los servicios del Agapo. Lo que pasa es que jamás fui capaz de expresarlo con palabras tan hermosas como las de Mercedes...

Mercedes Milá es una muestra perfecta de la televisión actual. Refugio de bolos. Hace unos días recibía a sus invitados en 'Gran Hermano'. Anoche en 'Diario de ayer', otro esperpento donde se mezclan el sensacionalismo y el narcisismo. Bajo el subtítulo 'Traficantes de salud' ofreció un batiburrillo de malas prácticas sanitarias que incluía falsos cirujanos, naturópatas sin escrúpulos y vendedores de pastillas abortivas. Añádale a este mejunje algunos planos con cámara oculta, voces distorsionadas, caras difuminadas, un guión alarmista y el rostro desencajado de una presentadora comprometida. Y ya tienen el programa. ¿Demasiado parecido a otro ya emitido sobre cirugía estética (un éxito, con 33,5% de audiencia)? Seguramente, pero ya saben ustedes qué nos vende Mercedes: lo que le sale del bolo.

¿Lo mejor del programa? Que mientras el gancho de la Milá trataba de convencer a un charcutero de que le inyectase silicona en la habitación de un hotel, Telecinco anunciaba por debajo una de sus series: "Mañana, a las 22.00, Sin tetas no hay paraíso". ¡Para partirse el bolo de risa!

Un motivo para no ver la televisión

El cadillac de Big Bopper
Autor: Jim Dodge
Editorial: El Aleph Editores.

"Tenía su gracia ser un macho adolescente americano, porque todo lo que no me la ponía dura, tuviese coño o alcanzase las sesenta y cinco millas por hora, no me preocupaba lo más mínimo. ¿A quién le importa el humor en el orden cósmico, cuando tienes diecinueve años y no te la han chupado nunca? ¿Cuándo hay drogas que tomar y carreteras que seguir y música que te transporta? Aún no había pecado lo suficiente para necesitar salvación, y tampoco había perdido lo suficiente para reír de verdad".

'El cadillac de Big Bopper' es una novela vitalista sobre la vida en la carretera, el poder de redención de la música y el sonido de los grandes motores de gasolina de los años 60. Una anfetamínica apología de la era beat, de los discos de vinilo, del speed y la adrenalina utilizados como combustibles ecológicos, de los coches pichicateados de Tom Wolfe, de las drogas luminosas y de los personajes siniestros. Una enloquecida joya de 349 páginas que, por fin, se ha publicado en España.

Jim Dodge, californiano de Santa Rosa, ha sido leñador, instalador de moquetas, pastor, jugador profesional, asesor medioambiental… Con este libro se convierte en una leyenda. ¿Saben que piensa de él Thomas Pynchon? Pues que leerle es como sumergirse en una fiesta donde se celebra sin pausa cada línea.

Leamos pues…