Atrás quedaron los tiempos de la frenología, en la que se estudiaba la personalidad basándose en la forma de la cabeza. En estos tiempos modernos y después de dos siglos, lo que se lleva es evidenciar la personalidad con los rasgos faciales a través de la morfopsicología para seleccionar al personal. Y es que los engaños evolucionan, pero los ignorantes no.
Primero fue El Mundo y, tras ellos, Antena 3. Todo se plantea muy novedoso y serio. Los candidatos a empleados muestran su foto y, a partir de ella y gracias a un avanzado análisis morfopsicológico, los "expertos" deducen sus sentimientos y personalidad y afirman si son o no compatibles con el puesto de trabajo. Así, sin esbozar la más leve sonrisa, el experto mencionaba en la entrevista que los pómulos grandes evidencian gran cantidad de sentimientos o que los rasgos faciales nos permiten conocer el cerebro de la persona. Todo ello sin inmutarse. Ni él, ni el periodista que le entrevistaba, que se ve que no se le ocurrió preguntarle en ese momento en qué basaba sus conocimientos: si de la inspiración divina, una noche psicotrópica o unos estudios científicos que respaldaran la novedosa disciplina.
Aunque, quién sabe, lo mismo estoy siendo demasiado dura y, quizás, eso era ya meterse en periodismo de investigación. Ya sabemos que es algo que cuesta mucho y se puede realizar como máximo uno o dos reportajes "a fondo" al día. Yo sugiero uno: "La estafa de la morfopsicología" o "Cómo trabajar por tu cara bonita gracias a una pseudociencia" paralelos a esos siempre puede añadirse uno "Cómo no caer en las pseudociencias como las moscas a la miel".
La morfopsicología es una variante de la fisionomía , al igual que ocurría con la frenología. Y (¡Uis, qué cosas!) es sospechosamente similar a la personología. Por si acaso, han sido cautos y le han puesto un nuevo nombre para no despertar sospechas y que la gente se enterase de que es una pseudociencia de hace tres siglos. Le quitaría el tinte de "novedoso" y "puntero".
Precisamente en lo que se caracterizan las pseudociencias es en que aparecen variantes como setas con el paso de los siglos. Hace dos siglos, la frenología fue muy tenida en cuenta para determinar la personalidad. Según esta disciplina, a través del estudio de la forma y tamaño de la cabeza, se podía saber lo estúpido/inteligente que era alguien, si podía ser un criminal en potencia, su forma de ser... Todo ello sin ninguna prueba ni evidencia científica. Simple y llanamente a partir de una hipótesis de un neuroanatomista que tenía fe en ella. Con el paso de las décadas y tras comprobar, efectivamente, que la fiabilidad de esta disciplina era similar a adivinar el tiempo mirando al suelo, dejó de ser popular y cayó en el olvido.
Así, hasta ahora. Que los grandes medios de comunicación han sacado a relucir una disciplina similar y "nueva" (en el nombre), la morfopsicología. Se basa en unos principios similares. Según los practicantes de esta metodología, los pómulos, la mandíbula, y todos los rasgos de la cara reflejan tu personalidad ya que el cerebro determina esos mismos rasgos faciales. Todo muy bonito y romántico. Si no fuera porque esa correlación no se atiene a ninguna prueba científica.
Más bien al contrario, la mayoría de datos que se tienen arrojan lo contrario, tu personalidad no determina la forma de tu cara. Entre otras cosas, porque la personalidad viene definida por la genética y el ambiente, con un mayor peso de éste, sobre todo durante la infancia. Mientras que la cara viene definida casi totalmente por la genética y muy levemente algunos factores ambientales: arrugas, bronceado de la piel, etc. Y ni qué decir tiene que la genética de la cara no tiene relación alguna con la genética de la personalidad. Que te conviertas en una persona emprendedora tras tu adolescencia o que sufras un trauma y te conviertas en una tímida, no va a hacer que los genes de tu cara se recombinen milagrosamente y tu cara adopte una nueva forma.
Aunque hay excepciones, por supuesto, alguien que se opera los labios para hacerlos más gruesos, se aplica Botox o un lifting, verdaderamente está mostrando ciertos rasgos de su personalidad en su cara. Pero no hace falta ser morfopsicólogo para saber el porqué: No se encuentra a gusto con su cuerpo.
Fuera de excepciones como esas, esta disciplina es sólo un fraude más como aquellas pastillas milagrosas que hacían que perdieras decenas de kilos en unos meses. ¿La diferencia? En la morfopsicología hay un engaño socialmente bien visto. En la segunda, un engaño que provoca un daño visible lo que hace que socialmente sea rechazado. Mientras que un engaño no dañe a nadie, de forma evidente, puede permanecer años y años (¿alguien recuerda las pulseras electromagnéticas?). Cuando pierden fuelle, entonces aparecen otros nuevos. El límite está en la imaginación, porque la estupidez no tiene límites.
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