El retorno del Cavaliere

"El infierno de Dante" es la imagen que algunos observadores utilizan para referirse a la política italiana. Pero "La Divina Comedia" transita desde el infierno hasta el paraíso, pasando por el purgatorio. Y para muchos italianos, los últimos acontecimientos políticos no dan motivos para esperar una evolución optimista, sino más bien una crisis profunda. La sensación es que Italia toca fondo.

MAX ROSSI (REUTERS)

Silvio Berlusconi durante una rueda de prensa esta semana.

Después de sólo 20 meses en el cargo, el líder de centro izquierda Romano Prodi perdió la confianza del parlamento a finales del mes pasado, lo que provocó la caída de su gabinete. Era el 61 gobierno que ha tenido Italia en 60 años. Hoy miércoles, el presidente de la República, Giorgio Napolitano, disolvía las Cortes y, poco después, un Consejo de Ministros Extraordinario anunciaba la convocatoria de elecciones anticipadas para el 13 y 14 de abril.

Napolitano admitió que tomaba la decisión "a su pesar" y que, en su opinión, unos comicios tan anticipados constituyen una anomalía para la normal sucesión de legislaturas, " y no sin consecuencias para la gobernabilidad del país".

Algunos comentaristas consideran este enésimo colapso de un gobierno como prueba última para certificar que la tradicional alternancia entre izquierdas y derechas es incapaz de generar los cambios que necesita Italia, y se ha convertido en una lacra crónica. ¿Por qué esta reiterada inestabilidad? ¿A dónde se dirige el país Mediterráneo?

"Perspectivas alarmantes"

"Las perspectivas son alarmantes", dice la senadora Verde Tana de Zulueta. "Prodi ha sido víctima de la 'píldora envenenada' de Berlusconi. Pero gane quien gane las elecciones en abril tendrá dificultades".

De Zulueta se refiere al sistema electoral introducido por Silvio Berlusconi en el año 2005, que permite a pequeños partidos con pocos escaños determinar el equilibrio de poder en el Parlamento. Este sistema, según de Zulueta, fue en parte responsable de la fragilidad del Gobierno de Prodi, quien ganó las elecciones de hace dos años por el margen más pequeño en la historia contemporánea de Italia.

"Se suponía que la reforma electoral del 2005 nos permitiría dejar atrás la disfuncionalidad política de décadas. Pero no ha sido así", se queja de Zulueta. Tras la caída de Prodi en enero, el centro-izquerda y amplios sectores de la sociedad italiana solicitaron el cambio de la ley electoral, pero la negativa de la derecha, encabezada por Silvio Berlusconi, impidió el consenso para la reforma y forzó la convocatoria de comicios. "Yo ingresé en política porque creí que estábamos en un proceso de renovación. Pero estoy totalmente decepcionada. No pienso votar en las próximas elecciones. Pero no soy la única. Hay mucha desilusión en Italia".

Leopoldo Nutti, Profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Roma 3, comparte este pesimismo: "Las normas electorales introducidas por Berlusconi han traído aún más inestabilidad porque el poder de los pequeños partidos no es proporcional a su respaldo en las urnas, pero tienen una enorme capacidad de chantaje. Los líderes de los grandes grupos se pasen la vida buscando consensos y alianzas, y apenas pueden avanzar en los cambios", explica Nutti, quien se confiesa "totalmente frustrado" con la escena política en Italia. "La derecha está sometida a estas mismas fuerzas centrífugas, por lo que, si gana las elecciones, tampoco creo que sea capaz de poner en marcha una política más coherente ni más eficaz".

Dos Italias

Pero otros actores opinan que el motivo de la caída de Prodi no tiene tanto que ver con las normas electorales, como con un electorado dividido: "Hay dos Italias: una en favor y una en contra de Berlusconi. Unos cincuenta millones de italianos lo respaldan", señala Paolo Guzzanti, senador de Forza Italia, el partido del empresario.

Las encuestas ciertamente indican que la coalición encabezada por Berlusconi es la favorita para obtener la victoria en abril: según un sondeo publicado por el diario L'Espresso la semana pasada, el 58% del electorado italiano votaría por el centro-derecha frente al 42% que optaría por el centro izquierda.

"No hay nadie más para liderar el próximo Gobierno; no existe otra opción. Berlusconi es un hombre muy popular, un buen empresario y la voz de las clases medias", agrega Guzzanti.

El hombre más rico de Italia, primer ministro en dos ocasiones, y magnate de los medios de comunicación dejó el timón del país hace dos años, pero a los votantes italianos les dio tiempo de sobra para saber qué puede ofrecer este candidato. Aunque en esta convocatoria, Berlusconi no es una figura tan novedosa, sus seguidores pueden decir que, al menos, logró mantenerse en el poder durante cinco años consecutivos, todo un récord en Italia.

Pero para sus detractores y para muchos observadores fuera del país, la potencial reelección de "Il Cavaliere" es incomprensible. La lista de quejas contra él es larga; desde su oratoria poco convencional, que le llevó a proclamar: "Soy el Jesucristo de la política", a sus escándalos en el Parlamento Europeo o los numerosos procesos judiciales en los que ha estado implicado y las acusaciones de corrupción.

"Temo que nos dirijamos hacia una seria crisis de nuestra democracia", advierte de Zulueta. "Somos el único país del mundo occidental donde el primer ministro controla todos los canales de televisión privada, e indirectamente los tres canales de la RAI, la radio-televisión pública".

"El conflicto de intereses realmente me parece preocupante; un empresario de medios que dirige la política...", dice Gianni Riotta, editor de TG1 de la RAI. "Pero durante su tiempo en el poder, el centro-izquierda pudo haber legislado contra el conflicto de intereses -si tan importante es- y no lo hizo. Por lo demás, Berlusconi entiende Italia y a los italianos. Y con respecto a las acusaciones de corrupción... también las sufren otros líderes occidentales como el ex presidente francés Jacques Chirac. ¿Y qué? Los votantes de hoy en día se olvidan pronto de los escándalos, les resbala.... en Italia y en muchos otros países", concluye.