Bebés gigantes

Hace pocos días que nació en el extremo oriente de Rusia un bebé con 6,1 kilos de peso. Un nacimiento peculiar, pero no tanto si tenemos en cuenta que el récord está en 10,8 kilos y que cada vez aparecen más casos favorecidos por la diabetes y la obesidad.

(EFE)

El bebé con 6,1 kilos de peso y 63 centímetros de altura.

6,1 kilos de peso y 63 centímetros de altura: ésas son las medidas del recién nacido que ha sido noticia en la ciudad de Jabárovsk, en la zona oriental de Rusia. Como suele ser lógico en estas situaciones, el parto fue por cesárea, así que no aparecieron las complicaciones típicas de este tipo de alumbramientos, que difícilmente serían viables mediante un parto natural.

Cuando un bebé supera los cuatro kilos o cuatro kilos y medio en el momento del nacimiento, se le denomina macrosomía fetal. Una condición a la que hay que estar muy atentos, porque puede suponer un riesgo palpable tanto para la madre como para el bebé.

Actualmente, pueden tomarse una serie de medidas con antelación para hacer frente a una macrosomía fetal. La ecografía permite saber con anterioridad si el bebé va a ser grande para poder estar preparados cuando llegue el momento del nacimiento.

Sin embargo, hace siglos, cuando la cesárea no existía o era aún un peligro, en la mayoría de los casos con macrosomía fetal significaba una muerte del bebé prácticamente segura. El enorme tamaño de éste hacía inviable su paso por el canal del parto, causándole traumatismos cuando no la asfixia. Y la mujer tampoco es que saliera muy bien parada, con lesiones y desgarros de los tejidos de alrededor.

Según comentó la madre, ya había tenido once hijos y el que menos pesaba de todos ellos superaba los 4 kilos. Ante casos así, lo primero que hay que pensar es en una diabetes mal controlada (o sin detectar). La primera causa de macrosomía fetal es esta enfermedad y la segunda es la obesidad.

No es de extrañar que el número de casos de macrosomía fetal estén aumentando globalmente, sobre todo en los países desarrollados. El aumento de las cifras de diabetes y obesidad en la población lleva consigo muchas enfermedades y complicaciones, pero también conlleva el nacimiento de más bebés gigantes.

La forma en la que una diabetes mal controlada desencadena una macrosomía fetal está bastante bien estudiada. Aquellas diabéticas que se controlan muy mal (no toman la insulina cuando deben o ingieren muchos alimentos con azúcares simples como los dulces, por ejemplo) desencadenan un incremento de glucosa en sangre. Este nivel de glucosa en sangre elevado estimula la producción de insulina en el bebé (en la madre no, porque no tiene la capacidad de producir insulina).

La insulina no sólo sirve para que la glucosa entre en las células del cuerpo y se alimenten de ella, sino que también es un factor que influye mucho en el desarrollo del bebé al activar factores de crecimiento específicos. Al haber un incremento de glucosa en sangre materna, se produce un nivel de insulina mayor en el bebé y un crecimiento mayor de éste. Además, no sólo será más grande sino que tendrá mucha más grasa. De ahí que prácticamente todos los bebés gigantes sean bastante gorditos.

Ésta es otra de las consecuencias de nuestro actual estilo de vida. No sólo la población se hace gorda, sino que ya muchos nacen siéndolo, la mayoría de veces por culpa de los primeros.