El interior de las viviendas desalojadas refleja insalubridad y problemática social

Alicante.-  Ventanas arrancadas, cañerías desmontadas, habitaciones repletas de basura, colchones deteriorados y barrotes metálicos instalados en las puertas para impedir la entrada de la Policía reflejan el deterioro de la mayoría de las viviendas desalojadas hoy en el barrio alicantino de El Carmen.

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Los medios de comunicación han sido testigos del mal estado de conservación e higiene que presentan las 65 viviendas desalojadas esta mañana por agentes del Cuerpo Nacional de Policía, por orden judicial y a instancias del Instituto Valenciano de la Vivienda (IVVSA).

Acompañados por funcionarios de esta entidad, los periodistas han recorrido algunas de estas viviendas, todas ellas integradas en los cuatro bloques que forman el inmueble intervenido, ubicado entre las calles del Diputado Juan Rodríguez Marín y del Diputado Joaquín Galán.

Las causas del desalojo radican, según fuentes del IVVSA, en "problemas de impago, mala convivencia, numerosos conflictos, falta de titularidad, algunos delitos y falta de salubridad".

De hecho, la Policía se refiere a este inmueble como "el callejón de la muerte", donde las operaciones policiales se cuentan por decenas en los ocho años de vida que tienen estas casas.

Al menos una de éstas, situada en la planta baja, era utilizada por sus moradores como lugar de venta y consumo de droga, y para ello habían dispuesto una mesa junto a una ventana exterior desde la que suministraban las sustancias estupefacientes y, a la vez, recibían el dinero.

Algunos tramos de pared están escarbados pues, al parecer y según fuentes policiales, quienes presuntamente vendían droga han podido utilizar "el yeso que falta para rellenar" dosis.

Un colchón viejo, un sofá hundido y un casco de motorista que hace las funciones de lámpara completan el salón de esta casa.

En otra de las viviendas intervenidas, situada en la segunda planta, sus inquilinos habían modificado la puerta de acceso y habían fabricado una pequeña celdilla o ventana. En el recibidor hay un pequeño mueble que sirve de mostrador y una caja de caudales.

Cerca de esta vivienda, los periodistas han comprobado que las puertas originales de madera que dan acceso a otros dos inmuebles han sido reemplazadas por hojas metálicas.

En otras dos, soportes de hierro en la estructura trasera de la puerta reflejan que sus inquilinos colocaban barras metálicas para impedir posibles intervenciones policiales.

El olor en muchas de ellas es insoportable, los falsos techos de escayola están arrancados para facilitar el desmontaje del tendido eléctrico, algunos tramos de cañería de cobre han sido arrancados y una paloma muerta recibe al visitante de la segunda planta.

Otra de las casas mezcla juguetes de niños con botellas vacías de lejía, mientras una televisión desmontada con botes oxidados de cerveza y dos planchas de cartones "impiden" que el frío entre por una ventana que una vez tuvo marco de aluminio.

La basura se acumula en muchas dependencias, algunas de las paredes "funden" pequeñas molduras de color con grafiti y los buzones están abiertos al público.

En la calle, las 38 familias afectadas por el desalojo se han repartido la acera para poder acumular los enseres retirados.