La conexión eléctrica con Francia

MADRID.-  Los gobiernos de Francia y España han alcanzado de forma reciente un acuerdo para aumentar la capacidad de interconexión eléctrica entre ambos países. La necesidad de esta acción se viene discutiendo desde antiguo.

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De hecho, como recuerdo personal, al poco de comenzar mi carrera profesional como ingeniero hace ya veinte años, unos activistas se colgaron de Torre Europa en Madrid, donde a la sazón se encontraba la sede de Red Eléctrica de España, para protestar por la decisión de acometerla. Poco después me encontré marginalmente relacionado con la polémica relativa a la construcción de la interconexión eléctrica entre España y Marruecos. Desde entonces no han faltado ocasiones donde ha habido una fuerte oposición a nuevas infraestructuras de transporte eléctrico alegando razones ambientales.

Aunque existen efectos ambientales de las interconexiones eléctricas, normalmente estos son escasos y bien conocidos, y se dispone de medidas de mitigación económicas y efectivas. Lo que no implica, claro está, que no haya que considerarlos. Dicho esto, estoy seguro que una oposición general, no meditada y efectiva a la construcción de interconexiones eléctricas será ambientalmente dañina, en particular porque una mayor penetración de fuentes de energía renovables requiere una red más robusta y extensa que la actual.

Las energías renovables tienen en general un serio inconveniente técnico: no son fácilmente despachables. Es decir, hay generación hidroeléctrica cuando ha llovido, generación eólica cuando sopla el viento, generación solar cuando no está muy nublado. Si la proporción de recursos renovables es baja este problema no es muy serio, ya que la demanda es básicamente cubierta por centrales más flexibles, típicamente de gas natural o carbón. Pero es clave cuando las renovables constituyen una parte importante del parque generador.

Ahora bien, si no sopla el viento en el Estrecho, es posible que lo haga en Galicia; y si no en España, es posible que sí en Alemania. Es decir, que conectando generadores situados en sitios lejanos, podemos protegernos de la falta de recursos en cualquier localidad específica. En suma, la teoría de no poner todos los huevos en la misma cesta. La condición 'sine qua non' es una red capaz de llevar la electricidad de un extremo al otro, más robusta que la red existente en cada país de Europa, que fue diseñada pensando en un sistema de generación más sucio, pero mucho más fácil de operar.

Incluso limitándonos a las acciones mínimas que se han de tomar, el esfuerzo no es despreciable. Por ejemplo, la Comisión Europea financia el proyecto Greennet, uno de cuyos resultados es que solamente para integrar en el sistema peninsular 20.000 MW de generación eólica se requiere invertir en la red de muy alta tensión 34 millones de euros anuales hasta el 2020, a fin de financiar unos 800 kilómetros adicionales de líneas eléctricas. Esta es casi una propuesta de mínimos. Por irnos a los máximos, se ha propuesto una red para conectar parques eólicos marinos con una capacidad de 10.000 MW en el Mar del Norte. El coste: 20.000 millones de euros.

*Julián Barquín, profesor en la Escuela de Ingeniería (ICAI) e investigador del Instituto de Investigación Tecnológica (IIT) de la Universidad Pontificia Comillas.