Retrato del 'Papa negro' a través de su hermano

MADRID.-  Dicen que no aparenta los 71 años que cumplió el 29 de abril, y que, a pesar de su meteórica carrera en la jerarquía jesuita, "te ríes con él". Se percibió en su primera homilía como cabeza de la Compañía de Jesús, en la que se burló de un título cuya denominación no le importa en absoluto. "Papa negro, papa blanco, poder, murmuraciones..." -comentó entre las risas de los presentes en la iglesia de Gesú (Roma)-, "es sólo un poco de comidilla para quien ama la política, no para nosotros".

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Adolfo Nicolás toma las riendas de la Compañía de Jesús.

Los más allegados aún están asimilando que Adolfo Nicolás será el vigésimo noveno sucesor de Ignacio de Loyola, es decir, el nuevo 'Papa negro' al frente de los jesuitas. Su hermano José Ruperto cuenta que la familia está viviendo la noticia del nombramiento con "preocupación por la responsabilidad que supone el cargo". Él mismo se lo contó al resto de sus hermanos. "Me lo dijo un antiguo compañero de colegio y yo me encargué de dar la noticia a mis otros dos hermanos, Félix, que también vive en Madrid, y Antonio, el mayor, que vive en Estados Unidos", relata.

El menor de los Nicolás explica que, desde la infancia, Adolfo y él siempre han sido "muy amigos". "Fuimos juntos al colegio de Barcelona hasta los ocho o nueve años. Después el ya se fue a estudiar con los jesuitas", recuerda. Los más de treinta años que llevan separados no han estropeado su estrecha relación. Además de las frecuentes visitas, Adolfo se comunica con sus hermanos con una herramienta que maneja a la perfección: internet. "Hablamos continuamente por el Skype", cuenta y rie al otro lado del teléfono.

José Ruperto cree que los jesuitas están en buenas manos. Aunque conoce bien las posturas de su hermano, prefiere que sea él mismo quien se las muestre al mundo. Se limita a repetir que "Adolfo es un hombre muy preparado y muy informado". Pero además asegura que es "dialogante" y que "tiene ganas de colaborar con la Iglesia", aunque siempre "está preocupado por lo social".

Así, en su primera misa se refirió a "los pobres, los marginados, los excluidos que aumentan con la globalización, los que no tienen sitio en una sociedad sólo hecha para los grandes". Su talante lo explica uno de sus amigos, el jesuita Fernando Gacía Gutiérrez, para quien Nicolás es una persona "muy comprometida por el diálogo interreligioso".

Desde su fundación hace 468 años, la Compañía de Jesús ha vivido una historia de encuentros y desencuentros con el Vaticano. Juan Pablo II, predecesor de Ratzinger, no veía con muy buenos ojos a esta congregación que, en su opinión, se había tornado demasiado "independiente e izquierdista". Este conflicto ha sido más intenso en América Latina, con ejemplos claros como Leonardo Boff y Ernesto Cardenal, defensores de la Teología de la Liberación, y amonestados por el Papa.

'Adolfito' en su pueblo

En Villamuriel del Cerrato, la localidad palentina en la que nació, algunas personas no le han olvidado a pesar de que se marchó siendo muy niño. Amelia Pinacho siente que ella es una "gran amiga" del jesuita. A sus 75 años, poco recuerda de la infancia de Nicolás. "Se fueron muy pronto a Barcelona porque su padre trabajaba en caballería y, en esa época, tenían mucho trabajo", señala.

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Para Amelia Pinacho, Nicolás siempre será 'Adolfito'.

Sin embargo, tanto Adolfo como sus hermanos siguieron muy vinculados a su pueblo natal, lo que permitió que Amelia y su marido conservasen la amistad con él. "Yo creo que nos tenía un cariño especial porque siempre se quedaba en nuestra casa", observa la palentina. Su hija aún recuerda los regalos que Nicolás les traía a ella y a sus hermanos de Japón.

"Le gustaba jugar con los niños y les hacía trucos de magia", cuenta Amelia. Uno de sus hijos le recuerda más detalles mientras ella está al teléfono. Todos se acuerdan de una persona "muy bromista" y, sobre todo, de un hombre "muy normal". "Se te olvidaba que era un sacerdote", asegura la mujer, que no ve a su amigo desde hace más de cinco años.

¿Un papa negro?

Amelia, que tiene miedo de que algún familar de nuevo cabeza de los jesuitas se moleste por la lluvia de recuerdos que la palentina repite una y otra vez a los medios de comunicación, se enteró de la noticia por la radio y decidió escribirle a la atención de 'Adolfito'. "Su familia le llamaba 'Fito', pero para mí siempre será Adolfito", observa. Claro que antes, Amelia tuvo que preguntar al párroco de Villamuriel para saber qué era eso del 'Papa negro'. "Le llaman así porque lleva el hábito negro, ¿sabe?"

En Villamuriel la noticia ha sido recibida con mucha alegría. Aunque "se le conoce poco en el pueblo, el alcalde y todos están muy contentos". Tal es su jolgorio que, en breve, habrá una plaza con su nombre.

El hecho de nacer apenas tres meses antes de que estallara la Guerra Civil española, nunca marcó su sino. Vinculado a la congregación que ahora dirige por su educación jesuita, a los 17 años entra en el noviciado de Aranjuez (Toledo) y diez años más tarde se ordena como Sacerdote en Japón, donde pasará muchos años de su vida. Mientras Europa se agita un mes de mayo de 1968, él viaja a Roma para estudiar un master en teología sacra en la Potificia Universidad Gregoriana, el principal centro académico de la orden y vuelve a Japón 1971 como profesor universitario.

Pocos años después se muda a Filipinas, donde se pone al frente del instituto pastoral de Manila. En los noventa vuelve a Japón como provincial y, finalmente es nombrado moderador de la Conferencia Jesuita de Asia Occidental y Oceanía, de 2004 a 2007. A su currículum jesuita hay que añadirle que domina el japonés, el inglés, el francés y se defiende perfectamente en italiano.