23-20. Tynes fue el héroe, Manning la figura y Favre el villano

Green Bay (EE.UU.).-  El pateador Lawrence Tynes con un gol de campo de 47 yardas en el tiempo extra dio a los Gigantes de Nueva York la victoria por 23-20 en la final de la Conferencia Nacional (NFC) de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL).

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(EFE)

El jugador de los Gigantes de Nueva York Lawrence Tynes celebra tras patear el gol de campo para la victoria de su equipo, en tiempo extra contra los Empacadores de Green Bay, durante los playoffs de la Conferencia Nacional de Fútbol en Lambeau Field en Green Bay, Wisconsin (EE.UU.).

La victoria permitió a los Gigantes volver al Super Bowl por primera vez desde la temporada del 2000 y disputará el título, el próximo 3 de febrero, a los Patriotas de Nueva Inglaterra que se proclamaron campeones de la Conferencia Americana (AFC) al ganar por 21-12 a los Cargadores de San Diego.

La última vez que los Gigantes llegaron al Super Bowl fue en el 2001 cuando lo perdieron por 34-7 ante los Cuervos de Baltimore y ahora buscaran el tercer título de su historia.

Tynes, que había fallado dos goles de campo en el tiempo reglamentario, incluido el segundo cuando quedaban sólo cuatro segundos, desde 36 yardas, esta vez aprovechó el gran falló del mariscal de campo de los Empacadores, el veterano Brett Favre, que le interceptaron un balón y ahí comenzó la celebración para los Gigantes.

"La defensa hizo un gran trabajo, me apoyaron mucho cuando falle los dos goles de campo anteriores, y luego me pusieron el balón perfecto para el tercer intento que gracias a Dios tuve la oportunidad de hacerlo y darles la victoria que tanto se merecía mi equipo", declaró Tynes, que logró el primer gol de campo ganador de un partido.

Antes el mariscal de campo Eli Manning había jugado el partido más sólido desde que llegó a la NFL al completar 21 de 40 pases para 254 yardas, sin anotación, pero sin que le interceptaron ningún balón.

"En un sueño hecho realidad, llegamos como el equipo perdedor y ahora estamos en el Super Bowl, es algo increíble", declaró Manning, el hermano menor de Peyton Manning, el mariscal de campo de los Potros de Indianápolis, que son los actuales campeones de la NFL.

El joven mariscal, que había mostrado demasiada inconsistencia en su juego durante la temporada regular, en los tres partidos que su equipo ha disputado en la fase final ha sido todo lo contrario, ha mostrado un control y tranquilidad que ha sido la clave que su equipo este ahora en el Super Bowl.

El triunfo de los Gigantes, el décimo consecutivo fuera de su campo, también tuvo como grandes protagonistas al receptor Plaxico Burress, que capturó 11 envíos de Manning para 154 yardas.

El corredor Brandon Jacobs también brilló con luz propia al hacer 21 acarreadas para 67 yardas y una anotación, mientras que Ahmad Bradshaw completó 16 acarreos con 63 yardas y también logró un "touchdown".

Ambos corredores hicieron posible que los Gigantes tuviesen 40 minutos el control del balón y estableciesen siempre el ritmo del partido en los momentos decisivos.

Pero si hubo un jugador decisivo fue el defensa Corey Webster que le interceptó el balón de oro a Favre, que no tuvo su mejor noche y se iba a convertir en el gran villano de un partido que los Empacadores pudieron ganar, pero al final perdieron de forma merecida.

Favre, de 38 años, que había tenido una de sus mejores temporadas como profesional, esta vez no fue el mariscal de campo que mejor se adapta a las condiciones de temperaturas bajo cero, con viento y hielo.

El veterano mariscal completó 19 de 35 pases para 236 yardas, dio dos envíos de anotación, pero le interceptaron dos balones, el último que iba a costarle el título de la Conferencia Nacional a los Empacadores.

Favre, en su línea de batir marcas de la NFL, llegó a los 18 partidos consecutivos de la fase final del campeonato con al menos un pase de anotación.

Pero esta vez, ante los 72.470 espectadores que llenaron el legendario Lambeau Field, su figura no fue la de un triunfador sino todo lo contrario, la del jugador que tuvo en su manos la victoria del equipo y una mala decisión, tal vez la que recordará por mucho tiempo, lo convirtió en el villano de la jornada.

El receptor Donald Driver fue la gran figura en el ataque de los Empacadores al tener cinco capturas para 141 yardas y un "touchdown", que fue de 90 yardas y el primero que conseguía después de haber capturado 70 pases de Favre.

Sin embargo, el corredor Ryan Grant, que ante los Halcones Marinos de Seattle, en el partido divisional, había sido un factor clave de la clara victoria, contra su ex equipo pasó desapercibido y se quedó con sólo 13 acarreadas y 29 yardas, la marca más baja que tuvo desde que comenzó a ser titular la octava semana.

Por segunda vez en la historia de la final de la Conferencia Nacional el partido se tuvo que decidir en el tiempo extra. La primera fue en 1999 cuando los Halcones de Atlanta vencieron por 30-27 a los Vikingos de Minnesota.

El entrenador de los Empacadores, Mike McCarthy, fue el que mejor definió lo que había sucedido en el partido al admitir que su equipo tuvo todas las oportunidades para conseguir la victoria, pero no las aprovechó y los Gigantes demostraron que saben jugar como conjunto.