Los peritos "no ven razonable" que la herida se la hiciera la víctima al resbalar

Toledo.-  Los forenses que practicaron la autopsia a Santiago Asensio, el hombre que murió acuchillado presuntamente por su esposa, Emiliana G.P., de 50 años, en mayo de 2006 en Argés (Toledo) dijeron que "no es razonable" que la herida que presentaba la víctima se la hiciera al resbalar y caer sobre su mujer cuando esta empuñaba el arma para defenderse, como argumenta la defensa.

En su declaración esta tarde en el juicio con jurado que se sigue en la Audiencia de Toledo los forenses Manuel Picazo y Raquel Parra indicaron que por la trayectoria de la cuchillada, en la cara anterior del tórax y en sentido descendente, la puñalada, "mortal de necesidad", "no es compatible" con un resbalón, puesto que si hubiera sido por este motivo Santiago hubiera caído al suelo y no encima de ella.

Lo más lógico, según los peritos, es que la herida se la hiciera empuñando el arma blanca con el brazo en alto y con el filo hacia abajo, en una posición que las acusaciones compararon con la escena que se puede ver en la película 'Psicosis' de Alfred Hitchcock.

La puñalada certera que presuntamente le asestó la acusada al marido tenía catorce centímetros de largo y 1,5 de diámetro, que penetró el pulmón hasta que el arma -de quince centímetros de hoja- se topó con una costilla, según el informe forense.

Manuel Picazo, que habló en nombre de los dos peritos, también se refirió a las lesiones, "no de mucha intensidad", que presentaba la acusada, donde se le apreció una huella digital compatible con que alguien le hubiera agarrado del cuello y que lo normal es que se produzca en un forcejeo con otra persona, además de otras lesiones en el antebrazo.

"No me cabe ninguna duda -dijo el forense- de que ella había sido agredida por la huella en el cuello y de que tenía señales de haberse defendido en el antebrazo".

Picazo lamentó la tardanza con que se les avisó, puesto que la llamada que recibió del juzgado se hizo transcurridas dos horas y media después del suceso y que cuando llegaron había mucha gente en el casa, que había manipulado el cadáver y que encontró a la acusada siendo atendida por un equipo de sicólogos, como si fuera "una víctima", lo que calificó como una "situación extraña".

Los forenses también apreciaron cuando diseccionaron el cadáver una fuerte olor al alcohol y también como el hígado estaba amarillento, una patología que se suele dar en aquellas personas que consumen mucho alcohol.

También declararon como peritos dos farmacéuticos del Instituto Nacional de Toxicología, Sofía Lanzón y Antonio Sanchís, quienes dijeron que el fallecido presentaba 2,25 gramos de alcohol en sangre, en lo que consideraron un "estado de embriaguez manifiesto" y explicaron que los efectos del alcohol en una persona habituada a la bebida pueden ser "imperceptibles".

También declararon dos biólogas del mismo Instituto de Toxicología, quienes indicaron que el perfil genético de los restos biológicos hallados en el arma homicida coincide con el de Santiago, así como restos en la ropa de Emiliana tanto de la víctima como de la acusada.

Por su parte, Julio Hernández, el médico de cabecera que atendió al matrimonio en su consulta durante veinte años, explicó que a la mujer la había tratado desde 1994 de un trastorno ansioso depresivo, que se agravaba por los problemas matrimoniales, aunque dijo no tener constancia de agresiones físicas.