'Confianza', una palabra manoseada para la campaña

"¡Qué estafa, han subido el regaliz y los fresquitos!", Javier regresa indignado de comprar chuches. Tiene 9 años y está experimentando la misma sensación de desconfianza que la mayoría de la población española en el sistema económico y político.

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Los precios de las chucherias también han subido.

Un síntoma preocupante porque la confianza es una necesidad básica del individuo, un mecanismo de defensa. "Es el suelo sobre el que pisamos, clave en la madurez. Más del 50% de las grandes patologías psiquiátricas -paranoides- están basadas en la ausencia de confianza". El psiquiatra Benito Peral expresa desde el punto de vista psíquico la fragilidad de las estructuras cuando la capacidad de creer se tambalea.

El estado con mayúsculas no está proporcionando seguridad. Y al igual que cuando unos padres fallan al transmitir a su bebé ese aspecto tan esencial del desarrollo, su personalidad se resiente, los españoles ya no se fían. El Indicador de Sentimiento Económico (Eurostat) apunta una caida ininterrumpida desde junio de la confianza, más acusada en España y en Gran Bretaña que en el resto de países de la eurozona. Las cifras son claras. En el último mes, diciembre, la fe en que todo va bien ha descendido un 1,2 . La industria, la construcción y el comercio son las areas más cuestionadas por los ciudadanos.

No hay más que entrar en el mercado. El frutero, el pollero o el carnicero están ya entrenados en dar replica a la indignación de sus clientes por el alza de los precios. El pan, la leche, los huevos... la lista de alimentos que cuestan más resulta interminable. El 2007 ha cerrado con una inflación del 4,2%, sin embargo los márgenes que se han cargado desde que comenzara el año son superiores a esa cifra. Tampoco el superavit superior al 2% acumulado durante el último año influye en la percepción.

Una percepción peligrosa. Da igual que Caldera, ministro de Trabajo y responsable del programa electoral del PSOE se desgañite tratando de convencer al españolito de que no hay crisis. La palabra confianza, una de las principales en el manoseado vocabulario político, ha perdido fuelle, suena hueca, está viciada. El problema es que ganarse la confianza cuesta pero se pierde en un instante. Da igual que Zapatero apele al patrotismo más irracional prometiendo que adelantaremos a Francia en renta per cápita. La incertidumbre está instalada. Claro que al final las urnas demuestran que el ser humano prefiere volver a creer en los mismos partidos que prometen más de lo que cumplen, por simple salud mental. Y es que votar es uno de los mayores actos de fe.