El hallazgo de la Bula de Borja en Segovia aporta una edición desconocida sobre difuntos

Segovia.-  El reciente hallazgo de cinco ejemplares la Bula de Rodrigo de Borja o Bula Klemperer, la primera impresa en la Península Ibérica, se ha visto enriquecido con la aparición de nuevos documentos pontificios, como una variante de la misma bula pero para difuntos, de la que no existía noticia.

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(EFE)

El profesor de Bibliografía e Historia del Libro Fermín de los Reyes, vicedecano de Ordenación Académica, Investigación y Biblioteca de la Universidad Complutense, tras analizar el importante hallazgo en la catedral de Segovia de la bula de Rodrigo Borja, la primera impresa en la Península Ibérica.

Este es uno de los aspectos revelados hoy a Efe por el profesor de Historia del libro y Patrimonio bibliográfico de la Universidad Complutense de Madrid, Fermín de los Reyes, tras el análisis de los incunables del Archivo de la Catedral de Segovia donde se encontraban las bulas, de 1473.

Del hallazgo por el técnico del archivo, Bonifacio Bartolomé, De los Reyes ha explicado que se trata de cinco ejemplares impresos y dos manuscritos de la Bula de Borja, que se daba por perdida tras la destrucción de la única copia conocida, conservada en Dresde (Alemania), durante la II Guerra Mundial.

De las impresas, una de las cinco es como el ejemplar desaparecido en Dresde, una bula para vivos, lo que se puede entender como un hallazgo importante.

Sin embargo, Fermín de los Reyes, también vicedecano de Ordenación Académica, Investigación y Biblioteca de la Facultad de Ciencias de la Documentación de la Complutense, ha subrayado que el hallazgo adquiere más importancia porque los otros cuatro ejemplares son de otra edición de la misma bula, tal vez variante, pero que se otorga para difuntos.

Para este experto, de la bula impresa para difuntos no había ninguna noticia y solo se conocía un ejemplar manuscrito que dio a conocer Ramón Gonzálvez en un importante estudio sobre bulas publicado en 1980.

De los Reyes, autor de varios libros y publicaciones sobre historia de los libros y bibliografía, ha insistido en que "estamos, sin duda, ante una de las más importantes noticias de los últimos años relacionada con la primitiva imprenta española".

En todo caso, a De los Reyes le resulta difícil afirmar con rotundidad que se trata de la primera bula impresa en la Península y la tercera del mundo, aunque "es una de las primeras, sin duda", porque pudo imprimirse en el último trimestre de 1473.

No obstante, relata que hay noticias de la Bula de Guinea, de fines de 1472 o principios de 1473, sevillana, y mención de otras tres bulas sevillanas de 1473, aunque desaparecidas, "por lo que nos movemos en unos pocos meses y con datos no siempre seguros".

Eso sí, el profesor de Bibliografía sostiene que el primer libro impreso en España es el Sinodal de Aguilafuente, por Juan Párix, en Segovia, en 1472.

En cuanto a dónde se pudo imprimir la Bula de Borja, Fermín de los Reyes ha explicado que la congregación en que se promulgó se celebró en Segovia y por aquellas fechas Juan Párix trabajaba en esta ciudad.

Estos datos, unidos a que los cinco ejemplares de la bula han aparecido en la catedral, no descartan que se imprimieran en Segovia, aunque la tipografía de las bulas es gótica y no se utilizó en más impresos conocidos, mientras que la de Párix es principalmente redonda.

Otra hipótesis es que pudiera haber sido un impresor llevado a Segovia para realizar esa tarea específica e incluso haberse hecho en otra localidad, pero no son otra cosa que "enigmas que aun quedan y que nos animan a seguir investigando", matiza De los Reyes.

El hecho de que los documentos se encuentren en unos incunables, del siglo XV, de finales de los años setenta, se debe a que, una vez perdida la validez de las bulas, se aprovecharon para reforzar la encuadernación, entre la tapa de madera y la hoja de guarda, una práctica habitual, a juicio del experto.

En el caso de la Bula de Borja, se pueden ver asomando bajo la hoja de guarda unas líneas de la parte superior de todos los ejemplares descubiertos, lo que ha facilitado su identificación.

Ahora, con el fin de ir avanzando en los estudios sobre el origen de la imprenta en España, hay que separar las bulas de la tapa para poderlas observar con más detalle y, tal vez contengan, a mano, el nombre de la persona que la compró y, muy importante, la fecha.

Después de no descartar que el archivo catedralicio pueda deparar más sorpresas agradables en este campo, Fermín de los Reyes ha insistido en que el hallazgo "es una gran noticia que va a ayudar a profundizar en el conocimiento de la primitiva imprenta española, de la que aun hay grandes lagunas".